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Homilía para la Eucaristía del domingo 19 de enero de 2020.

Un feliz verano y mejores vacaciones para los que puedan.

SEGUNDO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO.

Isaías 49,3-6: Otro poema o cántico del Servidor de Yahveh. Este servidor es el Pueblo de Dios vuelto al Señor. Se destaca el llamado de Dios desde el seno materno y también la misión: ser luz de las naciones.

1Cortintios 1,1-3: Inicio de la carta que contiene un saludo a la Iglesia, la cual tiene una vocación: la santidad.

Juan 1,29-34: Jesús es presentado por el Bautista como el Cordero de Dios que quita el pecado. Jesús es más que Juan, ya que Él lo regenera todo con la fuerza de su Espíritu.

1.- Por lo escuchado podemos deducir que existe un binomio en la Escritura. Y el binomio es Vocación-Misión. Siempre que Dios llama es para dar una misión. Si nos atenemos a los textos de hoy, el Señor llama desde el seno materno. ¿A quién llama? A un Servidor, que es su Pueblo, lo convocó allá en el Sinaí, cuando hizo la Alianza con él. Por eso, lo llamó “desde el seno materno”, desde los inicios. Y al llamarlo le da una misión: ser luz para todos los pueblos, es decir, salvación.

2.- San Pablo se dirige en su carta a la Iglesia de Dios, al Pueblo de Dios, convocada por Él, como antes a Israel, para que sea santo.

Ambas convocatorias, tanto la del Antiguo como la del Nuevo Testamento, exigen lo mismo: ser luz de las naciones. La Comunidad de Dios debe brillar. No tenemos luz propia, sino hemos sido iluminados. Y bien sabemos que esta misión no es fácil. Jesús, siendo la Luz de Dios que viene a este mundo, no fue recibido. Lo dice san Juan: “La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron” (Juan 1,5).  Por lo tanto, el Pueblo de Dios, llamado desde sus inicios por el Señor, tiene una misión: ser luz. Luz que debe brillar para todos.

3.- En la historia se habla del oscurantismo, el que generalmente se relaciona con la Iglesia Católica, que es dogmática, retrógrada, enemiga del pensamiento, etc.  Y esto se escucha hasta hoy. El mundo se ha ido liberando del oscurantismo del mundo sacro, de las supersticiones y muchos otros modos de esclavizar al hombre. Tenemos el Renacimiento, la Ilustración, la época de la Razón, etc. Digámoslo con sinceridad, movimientos todos que  tienen mucho de positivo, y lo hemos de admitir. Se habla de un mundo secular, que se ha ido liberando de todo aquello que le oprime, del mundo sacro, con sus supersticiones y engaños. Y creo que eso está bien. Pero se corre el riesgo, y a eso se ha llegado, de caer en otro oscurantismo. El mundo secular ha llegado a ser un mundo que le ha dado la espalda a Dios.  Dios, la religión, es una etapa superada. Por eso hoy se habla de una sociedad laica.

Hoy se da un nuevo oscurantismo. Cuando en los distintos sectores de la sociedad muchos no quieren ver, “y no hay peor ciego que el que no quiere ver”.  Cuando un sector de la sociedad cree tener el monopolio de la verdad termina descalificando al otro. Todos nos necesitamos: la Iglesia, la política, la ciencia, la técnica. Cada uno debe aportar lo suyo. Nosotros también.

4.- Jesús viene a quitar el pecado, es decir, a suprimir esa ruptura entre el hombre y Dios, ruptura que siempre se vuelve a abrir por obstinación nuestra. El Señor nos da su Espíritu para que todos seamos iluminados, ya que el Espíritu brilla para todos. Nadie tiene el monopolio del Espíritu Santo. Hoy se nos dice que el Señor viene a darnos su luz, su Espíritu. Nosotros debemos aportar lo nuestro al mundo de hoy. Y lo nuestro es lo que el Señor da, su Espíritu. Nosotros participamos de la santidad de Cristo, es decir, de su Espíritu. Nos lo dice san Pablo hoy: “hemos sido santificados en Cristo” (1Cor. 1,2).

Yo diría que la unión de lo secular y Cristo es la espiritualidad del cristiano de hoy, de modo que tenemos como resultado un cristiano secularizado-moderno.

Se trata, entonces, de realizar una encarnación en el mundo secular. Debemos hacernos inteligibles al mundo de hoy.

El mundo secular es en sí bueno, pero insuficiente. Es bueno porque es conforme a la Voluntad de Dios. Si la Iglesia no se hace presente en el mundo secular aportando lo suyo, este mundo secular terminará siendo secularista, ateo. Celebremos, pues, al Señor que nos llama y nos envía a ser luz de este mundo.       

Hermano Pastor Salvo Beas.