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Homilía para la Eucaristía del domingo 12 de enero de 2020.

Paz y Bien a todos. Que el Espíritu del Señor repose en cada uno de ustedes.

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR.

Isaías 42,1-4.6-7: Primer canto del Servidor de Yahveh elegido y ungido por el Espíritu de Dios. Este servidor tiene una doble misión: una, renovar la Alianza; otra, repatriar a los exiliados. Con él comienza algo nuevo, un orden nuevo. Procederá sin violencia y sin legalismos.

Hechos 10,34-38: Después de la conversión de Cornelio,Pedro se da cuenta que el Espíritu que inundó a Jesús es el que desciende también sobre todo aquel que teme a Dios y practica la justicia.

Mateo 3,13-17: Este relato indica que con el bautismo Jesús comienza una vida nueva; deja la vida oculta de Nazaret y se muestra como el Servidor de Yahveh, ungido por el Espíritu Santo.

1.- Esta fiesta nos muestra cuál es la acción de Dios. Ya en el Antiguo Testamento Dios está prometiendo renovación, restauración.

En el texto de la primera lectura el Señor promete con su Servidor comenzar una nueva creación, un orden nuevo de las cosas. Así, los “ciegos” (paganos) abrirán los ojos, los “presos” (esclavos) serán liberados de las tinieblas o errores. Y todo gracias al Espíritu que Dios ha puesto en él.

Si  en la primera creación ya el Espíritu incubaba la vida, en la nueva creación también será el Espíritu el que lo renueve todo. Y esto es un sentir de toda la Sagrada Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

2.- Esta promesa se cumple a cabalidad en el verdadero Servidor, en Aquel que no ha venido a ser servido, sino a servir.

Con el bautismo de Jesús el evangelio nos lleva a contemplar a Jesús solidario con los pecadores. Él con su bautismo abre los cielos, Dios se acerca a nosotros y se manifiesta por su Hijo, para que también nosotros seamos hijos del Padre Dios.

Jesús de Nazaret después de su bautismo experimenta un giro en su vida. Ya no vuelve a su pueblo como el artesano, sino comienza a predicar la Buena Noticia del Reino de Dios, que Dios, su Padre, quiere salvar al mundo. Pero lo que transforma a Jesús no son las palabras del bautista, ni el rito purificador. Jesús vive algo más profundo: es inundado por el Espíritu del Padre. Jesús de Nazaret pasa a ser el Ungido, el Cristo, el Enviado con poder. Reconocido por el propio Dios como el Hijo predilecto.

3.- Esto nos debe hacer pensar, ya que nosotros hemos sido bautizados, sumergidos, casi podría decir, matados. Y esto por la fe con la que hemos aceptado al Señor en nuestra vida.

Por ignorancia, muchos no entienden el bautismo. No saben que es una forma concreta de expresar nuestra opción por el Señor. Algunos toman el sacramento del bautismo de una manera muy superficial.

El bautismo es el sacramento por el que el convertido opta por el Señor y le da la espalda a todo lo que no es Dios. En la Iglesia primitiva eran bautizados los convertidos. Hoy día hay que convertir a los bautizados, ya que muchos carecen hasta de fe. Ignoran que en el bautismo han empezado una vida nueva, gracias al Espíritu de Dios. El bautismo no es algo mágico, es la celebración de un compromiso. Sucede algo similar en el sacramento del matrimonio. La “Ceremonia” por sí sola no basta; lo importante es la vivencia del SÍ. El Sí que cambia la vida de los contrayentes.

4.- Jesús, ungido por el Espíritu, comenzó a vivir para su Padre y del cumplimiento de su Voluntad. Salvando las distancias, también el bautizado tiene un giro en su vida, comienza a ser  una nueva creatura. Lo que significa que debe tener una vida de hijo de Dios. Lo afirma san Pablo y otros apóstoles.

Estamos tan  poco compenetrados con lo que hace Dios con nosotros que nos extrañamos el que nos digan que somos santos. Pues si somos hijos de Dios somos santificados por su Espíritu.

Al hacer hoy la comunión lo hacemos con la certeza de que somos hijos predilectos de Dios. Nos acercamos sin temor porque “El Señor bendice a su pueblo con la Paz”.

       Hermano Pastor Salvo Beas.