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Homilía para la Eucaristía del domingo 05 de enero de 2020.

Paz y Bien para este 2020.

FIESTA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.

Isaías 60,1-6: Cántico de gloria de la futura Jerusalén. Se describe la transparente presencia de Iahveh en medio de su Pueblo. Dios es el polo de atracción de su Pueblo. Todos son atraídos: los repatriados y también los extranjeros. En Cristo se cumple lo dicho por el Profeta.

Efesios 3,2-6: Pablo da a conocer su misión: el Misterio de Cristo es manifestado también a los no judíos; también los no judíos son herederos del Reino, de la salvación.

Mateo 2,1-12: El evangelista presenta a Cristo en relación con los paganos, los no judíos. Mientras Herodes y el pueblo se alarman, los extranjeros están dispuestos a creer en Él.

1.- Dentro del Misterio de la Encarnación que hemos estado celebrando hoy nos adentramos en la Epifanía, es decir,  en la manifestación de Dios.

La Encarnación es la forma concreta con que quiso Dios acercarse amorosamente al mundo. Lo hizo no en el esplendor de su majestad y brillo de su gloria, sino con el anonadamiento, se hizo carne. Asumió la realidad del mundo porque lo amó. Él ahora se oculta a nuestros ojos de carne, no lo vemos cara a cara, sino por medio del mundo, de las realidades y acontecimientos de este mundo. La fe, a través de la teología, intenta descifrar la presencia del amor divino. Es Dios que se nos manifiesta en su Hijo Jesucristo y lo descubrimos por la fe.

2.- Jesús es la Epifanía del amor de Dios al mundo. El mundo que nos rodea, nosotros mismos, más que una Epifanía somos una “Diafanía”, es decir, a través de nosotros, a través de la realidad Dios se da a conocer. Diáfano significa transparente, que deja pasar la luz.  Dios, que es Luz, brilla por sí mismo y se manifiesta al exterior; por eso, Dios es Epifanía, se muestra al exterior. Nosotros como creaturas podemos y debemos transparentar a Dios. Así es como el hombre de fe es capaz de ver lo que otros no ven. El creyente intuye, capta a Dios que se transparenta en las creaturas. San Francisco tuvo esta mirada sacramental y supo descubrir a Cristo en todo, incluso en los seres irracionales e inanimados. Pare él todo era una “Diafanía” de Dios y él supo ser diáfano para los demás.

3.- Hoy vivimos la época de la racionalidad en la que se avalora el conocimiento científico. Este conocimiento es autónomo y legítimo. Pero no acepta el conocimiento de la fe, que va por otro camino, ya que “lo esencial se ve con el corazón”. La poca ciencia aparta de Dios; la mucha ciencia transparenta, acerca a Dios.

Por otra parte, hoy se vive la cultura del descarte, de la marginación, de lo desechable. Y esto va totalmente en contra de lo que nos propone la Palabra de Dios.

Debemos vivir una cultura epifánica, es decir, abrirnos a los de afuera, ser, como dice el Papa Francisco, una Iglesia en salida, ir a la periferias, donde hay tanto descartado.

Debemos cultivar la Diafanía, es decir, saber transparentar a Dios, saber captar a Dios presente allí donde aparentemente no puede estar.

A veces pensamos que periferia es algo geográfico, los que viven en sectores marginales, apartados. Cierto, son de la periferia, pero también los hay que son de la periferia cultural, social y religiosa. Éstos no están lejos de nosotros, sino de Cristo y muchas veces los excluimos, los condenamos. Eso es sectarismo.

4.- Epifanía suena a cercanía. Ya en la Encarnación Dios llega al hombre. Hoy brilla para todos la gloria del Señor. El Señor no excluye a nadie de su amor. La Iglesia, nosotros, tampoco debemos excluir a nadie. Una iglesia será sacramento de salvación si sabe mostrar a Cristo. Todo cristiano debe mostrar, dar a conocer a Cristo en su ambiente de trabajo, de diversión y familiar.

Hoy, al celebrar este misterio de fe, gozamos de la Epifanía del Señor, Él se nos manifiesta, se nos muestra en el Sacramento de la Eucaristía y en su Palabra. Dios está aquí. “¡Levántate, cristiano, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti!”. Salgamos entonces de aquí llenos de Dios y transparentémoslo en el mundo, para que todos los”pueblos de la tierra alaben al Señor”.

                                 Hermano Pastor Salvo Beas.