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Comentario al evangelio de hoy jueves 02 de enero de 2020.

Del santo Evangelio según san Juan 1, 19-28

Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: «¿Quién eres tú?».

Él reconoció y no negó quien era. El afirmó: «Yo no soy el Mesías». De nuevo le preguntaron: «¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?». Él les respondió: «No lo soy». «¿Eres el Profeta?». Respondió: «No». Le dijeron: «Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?». Juan les contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías».

Los enviados que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias». Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Si alguien te preguntara a lo largo de este día: «¿Quién eres tú?» ¿Qué le contestarías?

San Juan no titubea al responder a los sacerdotes y levitas quién es él. Se conoce a sí mismo y sabe por qué hace lo que hace delante de Dios y de los hombres. A la luz de la oración ha conocido el plan de Dios en su vida y ha abrazado, con amor y pasión, la misión que Dios le ha conferido.

A muchas personas se les dificulta hoy dar una respuesta a esta pregunta con sinceridad y profundidad porque no oran y/o reflexionan lo suficiente. El responder con inseguridad a esta pregunta transluce, a fin de cuentas, en una cierta falta de identidad, pues si no sé ni siquiera quién soy yo, ¿cómo podré saber de dónde vengo y hacia dónde voy? O, ¿por qué razón hago unas cosas y otras no?

San Juan no nació con la conciencia clara de su misión y su llamado. Todo esto es un proceso en el que Dios nos ilumina y nos va inspirando en el corazón a dar nuevos pasos hacia Él, en el amor y en la entrega. Al igual que san Juan, no dudemos en buscar en nuestro día a día el rostro de Dios y su plan en nuestras vidas, pues solamente Él puede enseñarnos a amar verdaderamente y darnos un ideal por quién vivir o por quién morir que dé sentido a nuestras vidas. Solo en Dios podremos saber quiénes somos y qué estamos llamados a ser.

«También Juan esperaba a otro más grande que él. Juan tenía claro que no era el Mesías sino simplemente quien lo anunciaba. Juan era el hombre memorioso de la promesa y de su propia historia. Era famoso, tenía fama, todos venían a hacerse bautizar por él, lo escuchaban con respeto. La gente creía que era el Mesías, pero él era memorioso de su propia historia y no se dejó engañar por el incienso de la vanidad. Juan manifiesta la conciencia del discípulo que sabe que no es ni será nunca el Mesías, sino sólo un invitado a señalar el paso del Señor por la vida de su gente».
(Discurso de S.S. Francisco, 20 de enero de 2018).

Fuente : http://es.catholic.net/op/articulos/73860/tu-identidad-en-cristo.html#modal