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EDD. jueves 12 de diciembre de 2019.

Jueves de la segunda semana de Adviento
Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América
Fiesta
Color: blanco

El 12 de diciembre de 1531 el indígena Juan Diego se presenta al obispo, Fray Juan de Zumárraga, dejando caer a sus pies frescas rosas de Castilla llevadas en su tilma, en la cual quedó estampada la imagen de la Virgen. Este fue el signo de veracidad, solicitado por el obispo ante el requerimiento de la Virgen de construir un templo en el lugar donde se le había aparecido a Juan Diego, el cerro Tepeyac (México). Pío X la proclamó como “Patrona de toda América Latina” y Juan XXIII “la Madre de las Américas”.

Antífona de entrada Ap 12, 1

Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios y Padre de misericordia, que has puesto a tu pueblo bajo la especial protección de la santísima Madre de tu Hijo, concede, a cuantos invocan a la Virgen de Guadalupe, procurar con fe diligente el progreso de los pueblos por el camino de la justicia y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Miren, la virgen está embarazada.

Lectura del libro de Isaías   7, 10-14; 8, 10

El Señor habló a Ajaz en estos términos:

“Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas”.

Pero Ajaz respondió:

“No lo pediré ni tentaré al Señor”.

Isaías dijo:

“Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la virgen está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel, que significa Dios está con nosotros”.

SALMO RESPONSORIAL  66, 2-3. 5. 7-8

R/¡Qué todos los pueblos te den gracias, Señor!

El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones.

Que todos los pueblos te den gracias. Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra.

La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice. Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Lc  1, 46b-47

Aleluya

“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador”. Aleluya.

EVANGELIO

Feliz de ti por haber creído.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  1, 39-48

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:

“¡Tu eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

María dijo entonces:

“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.

Fuente : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2019-12-12

REFLEXIÓN :

María nos da ejemplo de humildad y fe. Ella habla con alegría de la Gracia que Dios hace con ella. O mejor dicho, de la infinita gracia que Dios tiene para con la humanidad a través de María.

Así como nuestra Santa madre, cada uno de nosotros puede tener este momento de gozo que se estremece de gratitud frente al infinito amor de Dios manifestado en Cristo, el Emanuel, el Dios con nosotros.

En la encarnación de Cristo en María, en la venida de Dios como hombre al mundo, nace nuestra esperanza de eternidad. ¿Cómo no estremecernos de gozo frente a esta oportunidad de ganar para nosotros una felicidad que no tiene fin?

En María Dios cumple sus promesas en fidelidad y generosidad hacia su pueblo. Entendido este ya no como la descendencia carnal de Abraham, sino como el conjunto de los creyentes que siguen a Cristo viajando hacia la Jerusalén celeste.

La fe sencilla de María, es la fe que debemos pedir al Señor. Una fe que pone a Cristo adelante. Que aunque no sabe el cómo, se pone atrás del Señor y le dice: sea tu voluntad, yo soy tu esclava.

En esa humildad abrimos la puerta a la Gracia, dejamos espacio a ese Cristo que quiere nacer entre nosotros, y salvarnos de nuestras oscuridades, rescatarnos de nuestros egoísmos.

Recemos en este espíritu a nuestra Santa Madre, junto a Santo Tomás de Aquino:

«Concédeme, oh Reina del Cielo, que nunca se aparten de mi corazón el temor y el amor de tu Hijo Santísimo; que por tantos beneficios recibidos, no por mis méritos, sino por la largueza de su piedad, no cese de alabarle con humildes acciones de gracias; que a las innumerables culpas cometidas suceda una leal y sincera confesión y un firmísimo y doloroso arrepentimiento y finalmente, que logre merecer su gracia y su misericordia.

Suplico también, oh puerta del cielo y abogada de pecadores, no consientas que jamás se aparte y desvíe este siervo tuyo de la fe, pero particularmente que, en la hora postrera, me mantenga con ella abrazado; si el enemigo esforzare sus astucias, no me abandone tu misericordia y tu gran piedad.

Por la confianza que tengo en ti puesta, alcánzame de tu Santísimo Hijo el perdón de todos mis pecados y que viva y muera gustando las delicias de tu santo amor.

Amén.»

Fuente : https://santavirgenmaria.com/2017/12/12/comentario-del-evangelio-san-lucas-1-39-48/