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Homilía para la Eucaristía del domingo 17 de noviembre de 2019.

Como nunca les deseo Paz y Bien, frente a tanta calamidad. Un abrazo a todos.

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO.

Malaquías 3,19-20: Frente a un pueblo arrogante, que no necesita de Dios, que estaba lleno de abusos: en el culto, en lo moral y en lo social, surge la voz del profeta que anuncia el “Día del Señor”. Día que es señal de la intervención de Dios, que viene a limpiar, a salvar, a restaurar; brillará el “Sol de justicia”.

2Tesalonicenses 3,6-12: Pablo reprende a los que viven sin hacer nada, porque creían que el “Día del Señor” era inminente. Sí, Él vendrá, pero hay que saber esperarlo.

Lucas 21,5-19: Discurso escatológico que se construye en tres momentos: -la destrucción de Jerusalén y su Templo; – las tribulaciones de los discípulos; – la venida del Hijo del Hombre. El texto de hoy recoge los dos primeros momentos.

1.- Tanto en Malaquías como en los otros textos, de una manera directa o indirecta, se habla del “Día del Señor”. Es una expresión privilegiada que contiene dos sentidos: un acontecimiento histórico, en el que Dios actúa y triunfa; también es una designación cultual, el Día consagrado al Señor. “Día del Señor”, que en latín  es “Dies Dominica”, de ahí: Domingo.

El Día en que el Señor actúa en favor de su pueblo, a favor del oprimido: castigo para el opresor, gozo para quien ama al Señor.

La situación histórica de Israel era de una relajación y decadencia en todo sentido. Dios es eliminado por los “arrogantes”, que cometen toda clase de abusos.

Israel sentía una seguridad basada en la prosperidad económica, pero con un tremendo deterioro social. Incluso creía que el Templo era el “Amuleto” que daría seguridad a todo el pueblo, ya que era la morada de Dios y por eso permanecería hasta el fin del mundo. Siempre es peligroso ponerla seguridad en lo material, ya que es inconsistente. Y al desaparecer esto se derrumba todo.

2.- La única seguridad para el creyente es Dios, ya que Él es la Roca que salva. 

El Profeta promete el “Día” en que el Señor va a actuar y traerá al “Sol de Justicia”.

Evidentemente esta perspectiva escatológica sólo se entiende y acepta desde la fe. Hablar del “Día del Señor” no es algo para el final, sino una intervención constante que anuncia y prepara la intervención última. Porque Dios ha intervenido y actuado de mil maneras. Y el Israel creyente supo descubrir estas intervenciones salvíficas a través de la historia. Por eso la historia  de Israel que aparece en la Biblia es “Historia de Salvación”. Y la intervención más importante, que da sentido a las otras intervenciones, es Jesús, el “Sol de Justicia”, que trae la salvación a los suyos. Por eso, en la Resurrección la Iglesia canta: “Este es el Día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Salmo 117,24).

El error de los tesalonicenses fue creer que el Día del Señor era inminente; de allí la reprensión del Apóstol. Yo diría que hoy hay dos errores al respecto. Unos, que tienen un discurso apocalíptico-terrorífico, y otros, que piensan que esto será sólo para el fin del mundo. No. Dios siempre está interviniendo. El Señor nos dice que debemos saber interpretar las señales de los tiempos (cfr. Mateo 16,3), porque Dios está siempre actuando, interviniendo para darnos a conocer su Voluntad.

3.- Ya sabemos que estamos viviendo tiempos difíciles. En alguna forma, lo que pasa en Chile y en otros países de América latina, se parece a la situación que se vivía en el Israel del tiempo de Malaquías: un abuso transversal, en el que ninguna institución se escapa. Frente a tanto abuso sólo resta pensar que nuestra sociedad (¿cristiana?) está totalmente corroída por las termitas de la arrogancia, la corrupción y los abusos. Ante esto el pueblo ha dicho basta. Y creo que Dios también ha dicho basta.

En otra parte del evangelio de Lucas, en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro, se advierte: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite un muerto, tampoco creerán” (L.16,31). La arrogancia endurece el corazón y se pierde todo sentido de respeto y de justicia.

4.- Hoy es el Día del Señor, día en el que celebramos la obra de Dios: la Resurrección de su Hijo Jesucristo. Día en que saboreamos la constante actuación de Dios en nuestra historia.

Hoy actúa el Señor, hoy también quiere salvar. Y salvación es también purificación, corrección. ¿No será eso lo que está haciendo el Señor con el pueblo y con su Iglesia?

Hoy queremos alabar al Señor, que ha puesto todo en nuestras manos para que lo administremos bien. Su mensaje es alentador. No idolatremos nada; sólo Dios es Dios y a Él solo debemos servir y por Él a todos.

El Día del Señor no significa catástrofe para nosotros, sino la redención de todo. Por eso es Día de alegría y liberación. Hoy llega el Señor, como dice el salmo responsorial, “Viene a gobernar la tierra: Él gobernará el mundo con justicia, y los pueblos con rectitud”. ¡Arriba los corazones! No se desalienten por lo que está sucediendo. ESTE ES EL DÍA DEL SEÑOR.

    Hermano Pastor Salvo Beas.