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Homilía para la Eucaristía del Domingo 10 de noviembre de 2019.

Un cordial saludo a todos. Paz y Bien.

DOMINGO XXXII DEL AÑO.

2Macabeos 6,1; 7,1-2.9-14: Relato que exalta el martirio de los 7 hermanos que dan fe en la esperanza en la resurrección de aquellos que supieron ser fieles a la causa de Dios.

2Tesalonicenses 2,15-3,5: Por ser llamados a poseer la gloria de Jesucristo somos reconfortados en todo y debemos permanecer en esta fe.

Lucas 20, 27-38: Jesús se enfrenta a los Saduceos. El tema: la resurrección de los muertos. En la pregunta de los Saduceos aflora un error: creer que la resurrección es la continuación de la vida terrenal.

1.- “No creo en la resurrección; con la muerte acaba todo”. Atrevida afirmación que hace pocos días atrás hiciera un gran escritor nacional allá en Curicó. Y lo que él dijo lo afirma una gran cantidad de gente. Sin embargo la fe en la resurrección se fue abriendo paso poco a poco en el Pueblo de Israel y en muchos otros pueblos. Es en el texto de Macabeos donde aparece expresada con vigor la esperanza en la futura resurrección.  Los hermanos martirizados creen y esperan en la resurrección futura.

La fe en la resurrección de los muertos es la respuesta al drama de la muerte; una respuesta fundada en la fe en Dios, Señor de la vida y de la muerte.

2.- El evangelio nos presenta la enseñanza de Jesús sobre el tema. La respuesta de Jesús a los saduceos viene a corregir la mentalidad de los fariseos acerca de modo cómo resucitan los muertos y el tenor de la letra en la Torah y afirma decididamente el hecho de la resurrección por el poder de Dios vivo.

Hay que tener presente que una cosa es la fe en la resurrección y otra las expresiones lingüísticas y culturales. Y esto se debe tener presente hoy también a la hora de expresar la fe en la resurrección. Muchas veces nos valemos de ciertas antropologías que deforman esta fe, (si no la ridiculizan).

Jesús habla de una transformación, de algo distinto. Los que resucitan son colocados en una condición diversa de la histórica y carnal. En su lenguaje Jesús dice: “Son semejantes a los ángeles”, es decir, ya no están sometidos a lo de este mundo. Jesús corrige el planteamiento de los saduceos; ellos hablan como si la resurrección fuera una mera continuación de la vida terrenal, pero no es así.

La Iglesia en los funerales proclama: “Porque para los que creemos en Ti, la vida no termina sino que se transforma” (Prefacio difuntos 1).

3.- Estamos inmersos en una cultura totalmente distinta y, me atrevería a decir, adversa al mensaje de Jesús. Ya sabemos que hoy sólo se acepta lo tangible, lo comprobable. Y entre los creyentes no faltan los que tienen una fe al estilo de los saduceos, materialista y carnal…y ridícula.

Es todo un desafío proclamar hoy la fe en la resurrección; aunque yo prefiero decir: la fe en Jesucristo resucitado.

Frente a la cultura imperante materialista y de muerte nosotros creemos en el mensaje del Reino de Dios traído por Jesús, que inaugura el tiempo nuevo y definitivo, y es garantía de victoria sobre la muerte. Sí, en definitiva, el por qué creemos en el Resucitado (y en la resurrección) se debe a nuestra fe en el Reino de Dios que Jesucristo trae a este mundo. Y en el Reino todo es nuevo.

4.- Hoy estamos reunidos para celebrar. ¿A quién?

Al Dios de la vida, porque nuestro Dios es un Dios de vivos, no de muertos. Y porque creemos en el Dios de la vida le decimos a Él: “Señor, al despertar me saciaré de tu semblante”. Porque creemos en el Dios de la vida decimos NO a tantas formas de muerte como hay en nuestra sociedad.

Cuando el pueblo se alzó hace pocas semanas atrás contra el sistema opresor neoliberal estaba en el fondo diciendo No a esa cultura de muerte y mentira que nos asfixia.

Hoy recibimos su Palabra, que es vida en plenitud. Hoy recibimos el alimento eucarístico, que es Pan de vida. Todo esto nos debe afirmar más y más en esta fe y así trabajar por una cultura de la vida.

                                                Hermano Pastor Salvo Beas.