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Paz y Bien a todos. Cuidemos a nuestra Hermana-Madre tierra.

DOMINGO XXVII DEL AÑO.

Habacuc 1,2-3; 2,2-4: Tenemos dos cuadros: uno, es de desolación, abatimiento, desesperanza. Otro, de esperanza, ya que el justo vive por su fe. (Fidelidad).

2Timoteo 1,6-8.13-14: en medio de las dificultades hay que mantenerse fiel, ya que se nos ha regalado el Espíritu de Dios, Espíritu de fortaleza.

Lucas 17,3-10: Jesús exhorta a tener fe, aunque sea poca, para vivir como un verdadero discípulo.

1.- Una manera de definir al cristiano es denominarlo un hombre de fe, es decir, creyente. Creyente, sí, pero no en teorías, en doctrinas o teologías frías; creyente, pero no en algo, sino en Alguien.

Fe, que es sinónimo de solidez, firmeza, seguridad, estabilidad. Por eso en el salmo  94, que es el responsorial, se llama al Señor “la Roca que nos salva”, ya que Él es el único firme y estable, que brinda seguridad al que se aferra a Él. Por eso, podemos entender la fe como seguridad puesta en el Señor. Creyente es el que se agarra firmemente al Señor. No es el momento de hacer ahora todo un tratado acerca de la fe, sino ver lo que nos dice la Palabra de Dios.

2.- Si nos definimos como personas de fe es porque nos sentimos seguros en Dios. Una auténtica fe engendra confianza en Aquel que me da garantías. Porque creo en Él por eso confío en Él. Máxime cuando, según el decir del Apóstol, se nos ha dado “no un Espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad”. De modo que el Espíritu Santo es la mejor garantía que el Señor nos da para que creamos en Él, le creamos.

Nadie se fía de aquello que no inspira confianza, que da miedo, inseguridad. Al contrario, porque sé que Él no me va a fallar confío en Él; porque Dios es veraz, no se engaña y no nos engaña.

3.- Ya sabemos que estamos viviendo un cambio total, un cambio cultural. Y este cambio claro que afecta, querámoslo o no. Los que somos mayores de 30 ó 40 años sufrimos este cambio, ya que hemos nacido y vivido en una cultura llamada “sólida”, en la que todo era estable, seguro. Vivíamos seguros porque existía un “rayado de cancha”, y las cosas eran claras. Sabíamos lo que era verdadero o falso, lo que era bueno o malo.

Hoy, en cambio, todo se nos ha cambiado, al punto que muchos hablan de una cultura “líquida”, o tal vez, una cultura “gaseosa”, en la que nada es claro, estable, seguro. La vida, la sociedad parece más una “pichanga de barrio”, en la que bastan sólo dos piedras para indicar el arco, y nada más. Frente a esta realidad inestable muchos se desesperan, resbalan y caen. Otros se rebelan y se refugian en instituciones que les brindan seguridad, ya que en ellas todo está normado. Su seguridad es la institución, la norma, lo claramente definido. Resultado de todo esto: en unos el caos, el relativismo moral; en otros, la intolerancia, la intransigencia y el fanatismo frente a los cambios.

4.- Y ahí está la Palabra de Dios. ¿Qué nos dice? “El justo vivirá por su fidelidad”…”Si ustedes tuvieran fe…aunque fuera como un grano de mostaza”.  Se nos está diciendo que debemos ser auténticas personas de fe, de una fe sólida.

No seamos como Pedro que, movido por el entusiasmo pasajero, pretendió caminar sobre el agua…y se hundió; entonces gritó: “Sálvame”. Y el Señor le reprochó su poca fe. (cfr. Mateo 14,28-31). Hoy día, con la cultura imperante, tenemos que “caminar en el agua”, “caminar en el aire”, es decir, en un ambiente inseguro, inestable. ¿Cómo vivir aquí?  Sólo con la fe se logra esta seguridad, como lo dice el canto: “Aunque el sol no brille más, yo igual confío en el Señor, que no fallará”.

Los sistemas políticos y financieros fallan, las instituciones eclesiásticas y civiles fallan. Pero el Señor no falla y en Él ponemos nuestra seguridad. Entonces, creo en la Iglesia, porque creo en el Señor; creo en las instituciones, débiles y falibles, porque tengo mi seguridad en Él. Cada uno puede decir: el Señor es mi Fuerza y mi Roca salvadora.  Con este pensamiento acerquémonos a hacer la comunión. Y con el salmista digamos: “Lleguemos hasta Él dándole gracias, aclamemos con música al Señor”.

                                   Hermano Pastor Salvo Beas.