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Homilía para la Eucaristía del domingo 29 de septiembre de 2019.

Un cordial saludo a todos. No olvidemos que se acerca la fiesta de nuestro padre san Francisco. Un abrazo.

DOMINGO XXVI DEL AÑO.

Amós 6,1.4-7: Oráculo en contra de los jefes de Israel y Samaria, porque son responsables de la catástrofe que se avecina. Condena los vicios y excesos de la época: materialismo despreocupado que atropella al hombre y al mundo.

1Timoteo 6,11-16: Timoteo, y todo cristiano, debe tener una conducta de acuerdo a la vocación que tiene: debe huir del dinero (v.10) y vivir como un “Hombre de Dios”.

Lucas 16,19-31: da a entender que las riquezas y vida muelle aprisionan y aíslan a la persona de Dios y sus hermanos. Y quien no acepta a Dios y su Palabra, ninguna señal lo hará cambiar.

1.- Ante la Palabra escuchada es oportuno preguntarse: ¿es bueno o malo tener riquezas, dinero? Yo diría: es peligroso. Porque, como lo da a entender la Palabra, las riquezas endurecen, enceguecen a la persona. Y como resultado, vive para sí, centrado en sí mismo. Porque, si el Reino de Dios es un Banquete = solidaridad, hermandad, el rico del evangelio banqueteaba solo, sin compartir con el que estaba a su puerta. Trágica realidad que el profeta denuncia y que acarreará el desastre de la sociedad de su tiempo. De allí que es muy peligroso el amasar riquezas porque, como decía el evangelio del domingo pasado, se está endiosando lo que no es Dios y se rompe con el hermano.

2.- Es interesante lo que san Pablo dice a su discípulo Timoteo. En versículos anteriores al texto escuchado se lee: “Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables tentaciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición. Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos” (1Tim.6,9-10). Por eso, a él, como responsable de una Iglesia local, y a todos nosotros sirve lo que el Apóstol aconseja: tener una conducta de acuerdo a la vocación recibida, hay que vivir como “hombre de Dios”, es decir, persona que pertenece a Dios. Y por el bautismo  “somos su Pueblo, a Él pertenecemos” (salmo  94). Por eso, no podemos servir a dos señores. Y vuelvo a repetir, las riquezas y la ambición de tener más nos pueden descentrar, apartar de Dios. Para un cristiano la única riqueza, el único tesoro es Dios, y a Él solo hay que servir.

3.- Hoy vivimos una realidad negativa. Los excesos de un progreso industrial descontrolado y una economía neoliberal egoísta nos están llevando a una crisis global en lo climático y en lo social. Por querer tener más muchas industrias se adueñan del agua, contaminan la atmósfera, y hay financieras que se adueñan de lo que pertenece exclusivamente a los trabajadores. El castigo no vendrá de Dios, no seamos ingenuos, sino el desastre viene de nosotros mismos. Después de la Cumbre de París en el 2015, poco o nada han hecho los jefes de las naciones por mejorar la situación climática. Ahora se va a realizar la COP25 en nuestro país. ¿Servirá? Sólo si hay una verdadera voluntad política, una conversión a Dios, al Hombre y a la Madre tierra. No nos hagamos ilusiones. Como cristianos mucho podemos hacer, pero debemos volver a centrarnos en el Señor.

4.- Dios todo lo hizo bien, dice el Génesis, y para provecho de todos, no de algunos. Hoy la Palabra nos está interpelando muy fuerte. Si no escuchamos su Palabra no esperemos milagros ni signos extraordinarios, que no los habrá. El único signo que tenemos es Jesucristo, que supo ser Testigo fiel ante Pilatos y ante todo el mundo. A Él debemos aceptar, a Él debemos seguir, como nos lo dijera un día un santo: “No tengan miedo de mirarlo a Él”(San Juan Pablo II en el estadio nacional). Si tú lo aceptas, si lo dejas entrar en tu vida, Él vendrá a ti y cenará contigo (cfr. Apocalipsis 3,20).

Hoy se cumple esta Escritura que acabamos de escuchar. Alabemos a Dios, porque Él “hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos” aquí, en la eucaristía.

    Hermano Pastor Salvo Beas.