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Homilía para la Eucaristía del domingo 25 de agosto de 2019.

DOMINGO XXI DEL AÑO.

Isaías 66,18-21: Una Buena y novedosa Noticia: Dios mismo reunirá a todos, no sólo a los judíos, para que vean su gloria, es decir, participen de Dios.

Hebreos 12,5-7.11-13: Nueva exhortación para perseverar en la fe: el Señor corrige al que yerra, no castiga, porque somos sus hijos. Por eso debemos esforzarnos para ser fieles.

Lucas 13,22-30: Jesús plantea que Él ha venido a salvar e invita a luchar por la salvación. Y esto es para todos, no para unos privilegiados.

1.- Hoy se nos plantea un tema que a veces aflora en nuestras conversaciones religiosas: ¿quiénes se salvan? ¿Cuántos se salvan? ¿Cómo se salvan? Pienso que debemos tener presente lo que dice san Pablo: “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Timoteo 2,4). Y la salvación en la Sagrada Escritura es presentada como una convocación universal; caen todos los exclusivismos de raza, de sangre o pueblo. Y así lo presenta Isaías en la primera lectura. En este nuevo Pueblo santo todos caben y Dios elige de en medio de este pueblo a sus ministros.

Dios convoca, llama para que podamos “ver su gloria”. El estado final de los redimidos se describe como una participación en la gloria de Dios, gloria manifestada en Jesucristo (cfr. 1Pedro 4,13). Esa es la meta, eso es lo Dios quiere.

2.- Jesús dice lo mismo, pero utiliza el símil el Banquete del Reino al que todos estamos invitados a participar; todos sin excepción. Pero, hermanos,  esta invitación exige una respuesta. El texto habla de “Traten de entrar”; sin embargo el texto original habla de “trabajar”, “contender”, “luchar”. Es decir, el invitado al banquete debe esforzarse.

Entonces quien salva es Dios con su gracia y la apertura humilde y penitente del hombre. Y en este esfuerzo que cada uno debe hacer también intervine el Señor. ¿De qué manera? El, porque nos ama, nos corrige. Corrección que, aunque dolorosa,  produce la salvación. Porque la paz o salvación es fruto del ejercicio, del esfuerzo.

Corrección de Dios es la prueba de fe que todos sufrimos en este mundo. La Escritura dice: “Ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente” (1Pedro 1,6). Las pruebas por las que estamos pasando actualmente son indicios del amor que el Señor nos tiene.

3.-Si la convocación universal es signo de salvación, del amor que Dios nos tiene, la división entre los hombres, en cambio,  es signo de pecado, del pecado reinante en el mundo. Vemos hoy cómo cuesta, incluso en nuestra patria,  aceptar al diferente, sea este un inmigrante o un miembro de los pueblos originarios. Vemos cómo todavía existen contiendas religiosas e ideológicas. Todo esto es señal de la presencia del mal en el mundo. Muchos hay que  no entran al banquete e impiden que otros entren.

Para Dios no existen los privilegios. Sin embargo,  Él se inclina por el pobre, el débil, el que no tiene protección. Existe el triste espectáculo de tanta gente que sufre porque no tienen qué comer y dónde vivir. Esto es doloroso. Y eso Dios no lo quiere.

4.- Hoy volvemos a encontrarnos porque Dios nos ha convocado gratuitamente. Como Asamblea participamos en el Banquete del Reino. Lo que se  pide es que hoy el Pueblo de Dios “brille en este mundo dividido por las discordias como signo profético de unidad y de paz”.  “Que seamos un vivo testimonio de verdad y libertad, de paz y justicia”.

Hoy entramos en comunión con el Señor y en el Señor. Si estamos aquí no es porque seamos los más dignos, sino los más necesitados. Pero, acerquémonos con fe, el Señor invita.

    Hermano Pastor Salvo Beas.