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EDD. miércoles 21 de agosto de 2019.

Miércoles de la vigésima semana del tiempo ordinario
San Pío X, papa
Memoria obligatoria 
Color: blanco

Pío X (1835-1914), que había sido obispo de Mantua y patriarca de Venecia, fue elegido Papa el año 1903. Tenía como lema “instaurar todas las cosas en Cristo” y en él inspiró toda su actividad pastoral.

Gobernó la Iglesia con firmeza, en una época en que debió enfrentar un laicismo virulento y un cuestionamiento radical de los conocimientos bíblicos y teológicos. Promovió, en este sentido, la acción responsable de los laicos en la misión evangelizadora de la iglesia.

Al invitar a los cristianos a participar activamente en la liturgia, les mostró el camino hacia las fuentes vivas de la fe.

Antífona de entrada Cf. Ez 34, 11. 23-24

Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y suscitaré un pastor que las apaciente: Yo, el Señor, seré su Dios.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste de sabiduría divina y de fortaleza apostólica al Papa san Pío X; concédenos que, siguiendo sus enseñanzas y ejemplos, alcancemos la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Me dijeron: “¡Que reine un rey sobre nosotros!”, siendo así que tienen como rey al Señor.

Lectura del libro de los Jueces    9, 6-15

Se reunieron todos los señores de Siquém y todo Bet Miló, y fueron a proclamar rey a Abimélec, junto a la encina de la piedra conmemorativa que está en Siquém.

Cuando le llevaron la noticia a Jotám, éste se puso en la cima del monte Garizím, y gritó con voz potente: “Escúchenme, señores de Siquém, y que Dios los escuche a ustedes: Los árboles se pusieron en camino para ungir a un rey que los gobernara. Entonces dijeron al olivo: «Sé tú nuestro rey».

Pero el olivo les respondió: ¿Voy a renunciar a mi aceite con el que se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?»

Los árboles dijeron a la higuera: «Ven tú a reinar sobre nosotros».

Pero la higuera les respondió: «¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?»

Los árboles dijeron a la vid: «Ven tú a reinar sobre nosotros».

Pero la vid les respondió: ¿Voy a renunciar a mi mosto que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?»

Entonces, todos los árboles dijeron a la zarza: «Ven tú a reinar sobre nosotros». Pero la zarza respondió a los árboles: «Si de veras quieren ungirme para que reine sobre ustedes, vengan a cobijarse bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y consumirá los cedros del Líbano»“.

SALMO RESPONSORIAL     20, 2-7

R/. ¡El rey se regocija por tu fuerza, Señor!

Señor, el rey se regocija por tu fuerza, ¡y cuánto se alegra por tu victoria! Tú has colmado los deseos de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.

Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito y pones en su cabeza una corona de oro puro. Te pidió larga vida y se la diste: días que se prolongan para siempre.

Su gloria se acrecentó por tu triunfo, Tú lo revistes de esplendor y majestad; le concedes incesantes bendiciones, lo colmas de alegría en tu presencia.EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO      Heb 4, 12

Aleluya.

La Palabra de Dios es viva y eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluya.

EVANGELIO 

¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    19, 30-20, 16

Jesús dijo a sus discípulos:

Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron.

Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”

Ellos les respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”.

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada”.

El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.

Fuente  : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2019-08-21

REFLEXIÓN  :

Es difícil la comprensión de este Evangelio, pero lo más importante es que el propietario, o sea el Señor, no mintió a ninguno y fue justo con todos. Les pagó lo que estaba convenido, tanto al de la primera hora como al de la última hora.

La frase fundamental es: “¿no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece?”, y “¿por qué tomas a mal que yo sea bueno?”. El Señor es así. Es justo con los de la primera hora, los había contratado en un denario, y tiene otra justicia para los de la última hora.

Desde el punto de vista estratégico y externo pareciera que hay una especie de desequilibrio. Desequilibrio a los ojos humanos. Pero en cuanto al contrato, y lo formal, estaba en lo cierto. Les pagó a todos según había convenido. El Señor quiere ser bueno, y eso es lo que nos cuesta entender. Dios tiene bondad con todos. Con el que se portó bien y con el que se portó mal.

Uno puede decir lo mismo: “Yo que fui fiel toda mi vida, me pasa esto. Este, que es un atorrante, un “calavera”, que se portó mal, que hizo macanas y mucho lío, ¿le vas a dar lo mismo que a mí?”

¿Acaso no nos recuerda esto el comportamiento del hermano mayor y la actitud del hijo pródigo? Aquí otra vez, la misericordia de Dios que supera nuestro entendimiento y que es imprevisible. No lo podemos agarrar porque nuestros criterios, son nuestros criterios, pero los de Dios son distintos.

Y los mejores, los más seguros, son los de Dios y no los nuestros.

La misericordia de Dios es más grande que nuestra misericordia.

La bondad de Dios es mucho más grande que nuestra bondad.

Debemos entender que hay una desproporción y que Dios tiene otros caminos, otros códigos, otra manera de presentarse. Pero siempre siendo bueno y siendo justo.

Debemos rezar mucho para tener un corazón semejante al de Dios.

Para tener una mente amplia y grande, semejante a la de Dios.

Para poder amar, sin límites, a todos según Dios.

Para poder darnos cuenta que hay una justicia, que supera la meramente distributiva.

Fijémonos cómo el Evangelio va enseñando a las naciones, y al mundo, que hay que ser solidario con los otros, ayudando a los otros. Cómo la fe hace cultura, socializa el comportamiento de los hombres. Es importante darnos cuenta de la implicancia que esto tiene. Cuando Dios está, y es reconocido, uno puede reconocer y ayudar a los demás.

Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros, porque Dios siempre nos sorprende y uno nunca puede apropiarse de los Dones de Dios. Porque los dones y la bondad de Dios, siempre seguirán siendo don y bondad.

En este mundo, ¿qué nos queda?

Primero, la bondad de Dios.

Pero también nos queda el esfuerzo de seguir siendo fieles desde las cosas más pequeñas a las cosas más grandes. Y uno las hace porque está convencido y no mira los resultados ni lo que reciben los demás.

¡Uno tiene que ser bueno, aunque los demás sean malos!

¡Uno tiene que ser honesto, aunque los demás sean deshonestos!

¡Uno tiene que ser justo, aunque, los demás sean injustos!

¡Uno tiene que tener dignidad de bien, aunque los demás la hayan perdido!

Dios se da a todos y de todos espera nuestra conversión.

Que Dios los bendiga.

Fuente  :  http://es.catholic.net/op/articulos/14485/enviado14485.html#modal