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Homilía para la Eucaristía del domingo 21 de julio de 2019.

Paz y Bien a todos. Felices vacaciones de invierno.

DOMINGO XVI DEL AÑO.

Génesis 18,1-10: En este relato Abraham aparece como el “Amigo de Dios”. También es una teofanía, Dios se manifiesta y hace una promesa: un hijo. La comida que ofrece es como un culto-comunión con Dios.

Colosenses 1,24-28: Pablo proclama la Buena Nueva de la salvación: Dios quiere salvar a todos. Por eso Dios sale al encuentro del hombre por medio de Jesucristo. Este es un misterio que Pablo debe anunciar para que todos seamos maduros en Cristo.

Lucas 10,38-42: Marta y María reciben al Huésped, Jesús. Dos personas con preocupaciones diferentes: una, la de servir a Jesús y se afana por ello. La otra, está preocupada de estar sentada a los pies de Jesús.

1.- Podríamos llamar a este domingo el “Día del encuentro”. Sí, Dios, el Señor, es un ser que siempre sale al encuentro del hombre. Hay muchos ejemplos en la Sagrada Escritura. Hoy en los textos esto se ve claramente.

Mientras el hombre busca a tientas a Dios por medio de la religión, Dios sale al encuentro del hombre por la revelación. Dios llega al hombre y se hace el encontradizo con él.

En Cristo Dios se encuentra definitivamente con la humanidad.

Este encuentro de Dios con el hombre es una consecuencia de lo que se veía el domingo pasado: Dios se hace prójimo del hombre. ¿Para qué? Para salvarlo, para entrar en comunión con él.

2.- San Pablo se sacrifica y desgasta por dar a conocer el secreto escondido de Dios, que Él quiere salvar a todos. El Apóstol sabe que la única manera de que un cristiano sea maduro es acogiendo a Cristo en su vida.

¿Qué se espera de un católico hoy, en esta época? Lo esencial, lo único que se espera es que tenga un Encuentro con Cristo, que conozca a Cristo, que ame a Cristo, que sea un discípulo de Cristo.

María de Betania estaba sentada a los pies de Jesús, (posición propia del discípulo), le escuchaba. He aquí, hermanos, algo importante: “escuchar”. Quien escucha está dando importancia al que le habla, en este caso al Señor.  El que escucha al Señor es un verdadero discípulo. El que escucha abre sus oídos y su corazón para dejar entrar la Palabra y vivirla.

3.- Hay mucha gente religiosa. Toda persona es religiosa, incluso el ateo. Todos buscan, pero, tal vez,  en esta búsqueda se están buscando a sí mismos. Muchos católicos se han hecho evangélicos. ¿Razón?  Allí encontraron al Señor. La Iglesia católica les ofreció ritos, ceremonias, culto, religión, pero no supo dar a conocer a Jesucristo.

Muy pocos son capaces de sufrir por el bien del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia; pocos se desgastan por ser instrumento de encuentro con el Señor. Y eso es lo fundamental. El Señor nos dice lo que a Marta: “Te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria”. Y tú, ¿has descubierto qué es lo único necesario? En otra parte del evangelio el Señor nos dice: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33).

4.- Dios se encontró con Abraham y comió con él. Jesús se encontró con Marta y María y comió con ellas. Ambas se encontraron con Jesús, ambas llegaron a ser sus discípulas.

Hoy nos encontraremos con Jesús y comeremos con Él. Pero que no sea sólo un rito. Sino un verdadero encuentro. No hagamos de la Eucaristía un rito por cumplir, sino un real encuentro con el Señor. De cada cristiano debería decirse lo que se decía de Abraham: “es un amigo de Dios”.

Jesús es capaz de decir a sus discípulos: “Ustedes son mis amigos” (Juan15,14). ¿Y por qué nos llama amigos? Porque le escuchamos, somos sus discípulos. Porque hemos tenido un encuentro con Él. ¡Dios quiera que cada cristiano se encuentre con el Señor, “a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo! Si somos sus amigos, entonces sí que podremos entrar en la Casa del Señor.

                                           Hermano Pastor Salvo Beas.