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Homilía para la Eucaristía del Domingo 23 de junio de 2019.

Un cordial saludo de Paz y Bien a todos.

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO.

Génesis 14,18-20: Entre las figuras de no judíos que fueron instrumentos de Dios está Melquisedec, rey de la Jerusalén pagana. Melquisedec viene siendo figura de Cristo Rey-Mesías.

1Corintios 11,23-26: Pablo transmite una tradición: la que hizo Jesús antes de ser entregado: la Cena Pascual. La que debemos seguir realizando nosotros en su Memoria, para rememorar el sacrificio de Cristo.

Lucas 9,11-17: Jesús multiplica los panes en el contexto de la proclamación del Reino. Y lo significa con la curación de algunos enfermos y la multiplicación de los panes.

1.- El evangelio comienza diciendo que Jesús proclamaba el Reino de Dios. Ya se sabe que todo el mensaje de Jesús gira en torno al Reino de Dios.. Concepto rico y profundo que la Sagrada Escritura lo grafica con diversos ejemplos. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento utilizan la imagen del banquete (cfr. Isaías 25,5-10). Y a Jesús le complacía comer con todos al punto que fue tratado de comilón y bebedor. Es que de esta manera se quiere mostrar lo que es el Reino de Dios: un Banquete, signo de solidaridad, plenitud. Todos los evangelios nos narran el milagro de la multiplicación de los panes, señal del banquete gratuito que trae el Señor para todos. Por otra parte, sabemos que comenzó su ministerio realizando la primera señal en un banquete de bodas. Dios quiere compartir con nosotros, nos invita a entrar en comunión con Él, que es Comunión de Personas. Al traernos el Reino quiere que nosotros también participemos, le ayudemos para que muchos puedan comer, participar de la vida que Él trae. Por eso dice: “Denles de comer ustedes mismos”.

2.- Tarea no fácil es esta, ya que la multitud es grande. Pero con lo poco que aportemos estaremos construyendo el Reino de Dios. “Denles de comer ustedes mismos”, no es tarea de otros, sino nuestra. A nosotros corresponde trabajar para que otros, aceptando el señorío de Dios, puedan superar tantas situaciones de hambre, de injusticia y maldad.

Jesús no sólo se conformó con lo que hizo, sino que nos dejó la Cena pascual, para que así podamos tenerlos siempre presente. Pero esta comida santa está muy entroncada con la vida.

Celebrar la santa Eucaristía supone y exige trabajar por el Reino. No se debe celebrar una Eucaristía en un ambiente de odios, injusticias y dolor, porque Dios no quiere eso. Al contrario, quiere que sembremos amor, un amor concreto. Debemos hacer creíble el misterio del Reino. Y la única manera de hacerlo creíble es haciendo gestos, señales de Reinado de Dios con nuestra vida y nuestras obras.

Celebrar la santa Cena es hacer presente su muerte y resurrección. Él dio su vida por nosotros para salvarnos.

3.- Ya sabemos que el reino de este mundo se opone al Reinado de Dios. Por este motivo en el mundo se dan situaciones de No-Reino: impera el egoísmo, el odio, la violencia, el hambre, la guerra, la destrucción, etc. Donde no reina Dios hay muerte. Por esta razón sigue en pie la orden del Señor: “Denles de comer ustedes mismo”. Miren que la gente está ansiosa de justicia, de amor y paz, tiene hambre de Reino de Dios. Es tentador y fácil para nosotros el conformarnos con misas, comuniones, adoraciones. Esto no basta. Se exige algo más. Fácil creer en la presencia real de Jesús en la hostia consagrada, pero nos cuesta creer en la presencia real de Jesús en los pobres.

4.- Hoy celebramos el CUERPO DE CRISTO. Sí, el Cuerpo de Cristo que nació en Belén, muerto y sepultado; el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, cuerpo verdadero de Cristo resucitado; el Cuerpo de Cristo que es la Eucaristía, sacramento de la presencia real de Cristo.

Misterio grande es este. Celebrar el Cuerpo de Cristo es celebrar a la Iglesia, es celebrar este sacramento que nos une y alimenta con el Cuerpo y la Sangre del Señor.

Celebremos, entonces, este misterio de Comunión, que es  Misterio de Amor.

           Hermano Pastor Salvo Beas.