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EDD. lunes 17 de junio de 2019.

Hoy, lunes, 17 de junio de 2019

Primera lectura

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):

Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/.
El Señor da a conocer su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas: 
su diestra le ha dado la victoria, 
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria, 
revela a las naciones su justicia: 
se acordó de su misericordia y su fidelidad 
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios. 
Aclamad al Señor, tierra entera; 
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos hermanos:

A la postre –alguien dirá– es inapreciable la diferencia entre aquellos que dicen tener fe y quienes caminan por el mundo sin ella. A todos –unos y otros– nos toca bregar en el mar de la historia con idénticos asuntos. A todos nos reserva la vida un puñado de alegrías y no pocas penas. A todos nos llegará un día la muerte, «tan callando». Y muchos hombres y mujeres –creyentes o no– han de afrontar una existencia dolorosa e injusta, repleta de «luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer» (2Cor 6,4-5).

Es ciertamente así: la fe no nos libra de ninguna de las pruebas de la vida. Todo lo humano nos afecta a todos hasta la raíz, hayamos sido agraciados o no con el don de la esperanza en Dios. No hay norma alguna de la existencia que pierda vigencia para quien cree. Sin embargo, sí existe una ley que no rige para cualquiera, una ley que solo puede descubrir quien mira el mundo bajo la luz de Dios. Es la ley de la prodigalidad infinita que nace del amor divino. Creer es tanto como vivir sostenidos y exigidos por una generosidad que no tiene fin.

A esta ley nueva de la desmesura apelan Pablo y Mateo en las lecturas que hoy se proclaman en la liturgia. Pablo explica que los cristianos portan la gracia de arrostrar las dificultades de la vida con un plus de liberalidad que sería impensable sin el don de la fe.  Así se entiende la extraña forma de proceder de los creyentes cuando son perseguidos: «con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios» (2Cor 6,6-7). Hasta el punto de poder ser considerados «los afligidos siempre alegres, los pobres que enriquecen a muchos» (2Cor 6,10). En un lenguaje más exhortativo, el Cristo de Mateo apela a la misma ley de la sobreabundancia: poner la otra mejilla, prestar también la capa, caminar una milla más… son todo muestras de una largueza más propia de Dios que de los hombres. Pero –he aquí la maravilla– también de los hombres transformados por la sinmedida del amor de Dios.

Fraternalmente:
Adrián de Prado Postigo cmf

Fuente  :  https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy