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Homilía para la Eucaristía del domingo 09 de junio de 2019

Que el Espíritu del Señor inunde el corazón de cada uno de ustedes.

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS.

Hechos 2,1-11: En Pentecostés, fiesta judía que conmemoraba la Alianza del Sinaí, se manifiesta el Espíritu Santo. Todos los allí presente entienden las palabras del Mensaje.

1Corintios 12,3-7. 12-13: Es el Espíritu Santo el que obra en cada cristiano con sus dones para bien del Cuerpo, que es la Iglesia. Y somos Cuerpo, Pueblo de Dios, porque hemos sido bautizados en el mismo Espíritu.

Juan 14,15-16.23-26: La acción del Espíritu Santo en la comunidad es ser Memoria del Resucitado, de su Mensaje.

1.- Dios selló una Alianza con Israel allá en el Sinaí. Con esta Alianza Israel llegó a ser Pueblo de Dios en forma plena. La Alianza, encuentro de Dios y de Israel allá en el Sinaí, es el fundamento y garantía de su existencia como Pueblo de Dios.

En Pentecostés, la multitud reunida en Jerusalén con motivo de la fiesta, nace como Pueblo de Dios por la acción del Espíritu Santo. Dice el texto que por la efusión del Espíritu los muchos que allí había, distintos por su cultura y su idioma, recibieron el don de comprender. Es que el Espíritu de Dios abre las fronteras, derriba las barreras. Por eso, el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, nacido por obra del Espíritu, es por naturaleza “Católica”. Esta es su esencia más profunda. “Católica” sustantivo y no un adjetivo calificativo. “Católica”, porque en el Pueblo de Dios caben todas las culturas, todas las lenguas. “Católica”, por eso no sectaria ni exclusivista. Porque el Espíritu sopla donde quiere y desciende sobre quien Él quiere.

2.- La Iglesia, nacida por obra del Espíritu Santo, está siempre animada, vivificada por este Espíritu. La comunidad de Corinto se distinguió por la variedad de dones y carismas que estaban al servicio de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Está claro que somos lo que somos por obra del Espíritu Santo, ya que “todos hemos bebido de un mismo Espíritu”. Porque todos formamos un solo Cuerpo (el de Cristo), por eso existe una unión vital de cada uno de nosotros con Cristo y entre todos nosotros. En este Cuerpo de Cristo, en este Pueblo de Dios, cada uno de nosotros tiene su carisma y no puede invadir al hermano y, además, ninguno se basta a sí mismo, al contrario, nos debemos enriquecer los unos a los otros.

El Espíritu de Dios es el que viene a consolar a los discípulos, a nosotros de nuestras angustias y dolores. ¡Cuántas veces nos sentimos angustiados, desolados, con crisis de pánico! Los Apóstoles sintieron miedo, angustia, pavor. Se encerraron por miedo a los judíos (cfr. Juan 20,19). A este grupo y a todas las comunidades de discípulos el Señor les dice: “Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro consolador para que esté siempre con ustedes”.

3.- ¡Qué bien nos viene el mensaje de hoy! Cuando vivimos la cultura del descarte, en la que para nuestra sociedad sobran muchos: los distintos, los extraños y extranjeros y por eso no se les acepta. A pesar de tanta globalización, se cultiva la segregación, se construye todo tipo de muros.

Cuando hay tanta gente angustiada, atormentada, acusada y condenada. Sigue en pie la promesa del Señor: vendrá el Consolador.

La Iglesia, el mundo, cada uno de nosotros necesita su Pentecostés, en el que irrumpa fuertemente el Espíritu de Dios y venga a renovarlo todo, vigorizarlo todo.

Necesitamos un tornado más fuerte que el que hubo allá en la zona del Bío Bío, el tornado del Espíritu para que lo renueve todo.

4.- Hoy Jesús cumple su promesa. Hoy el Espíritu viene a los suyos. Viene a enseñar y recordar todo lo que Jesús nos ha dicho.

Es imprescindible dejarse invadir por este Espíritu de Dios. Es vital dejarse conducir por Él para que podamos ser y vivir realmente como Pueblo de Dios. Porque sin el Espíritu Santo no hay Iglesia; sin el Espíritu Santo no existe en verdadero apostolado; sin su ayuda no sabemos qué decir en nuestra oración.

Sin el Espíritu Santo no podríamos celebrar esta Eucaristía. Que sea el Señor presente entre nosotros el que nos colme con su Espíritu.

               Hermano Pastor Salvo Beas.