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EDD. jueves 16 de mayo de 2019.

Hoy, jueves, 16 de mayo de 2019

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,13-25):

PABLO y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejo y se volvio a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran:
«Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad».
Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:
«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años “los cuidó en el desierto”, “aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia” su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David”, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,2-3.21-22.25.27

R/.
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijieste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R/.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,16-20):

CUANDO Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Adrián de Prado Postigo cmf

Queridos hermanos:

«Yo soy el Enviado», dice el Señor. Al terminar de lavar los pies de sus discípulos, cuando ya se cernía sobre Él la sombra de la traición, Jesús da un paso al frente y pronuncia unas palabras de confianza para con sus amigos que, en realidad, son una profunda y sincera confesión personal. Humanamente, todo parecía nublarse sin remedio. Aunque solo uno de ellos fuera a venderlo, casi todos iban a abandonarlo. Y la terrible idea de saberse ninguneado por aquellos a quienes tanto quería podría haber torcido su discurso o violentado sus gestos. Pero no. Él volvió a llamarlos y a enviarlos. Volvió a confiar y a confiarse. Y, al hacerlo, se manifestó de nuevo ante el mundo como el Enviado del Padre convertido en Siervo de todos los hombres. En sus rodillas y en sus palabras el amor estaba ya venciendo la muerte.

¡Bendita proeza, vivir honradamente en medio de la guerra…! Y qué admirable sentido de la fraternidad, aquel que nos hace capaces de sentirnos enviados de paz cuando estamos sometidos a la humillación. En esto —especialmente en esto— jamás seremos los discípulos mejores que el Maestro, que subió a la cruz con el perdón colgando de los labios. Sin embargo, tampoco seremos nunca verdaderos discípulos los que no busquemos el modo de vivir reconciliados y entregados cuando arrecie el temporal. Al fin y al cabo, la cruz es la única forma cabal de existencia cristiana.

A veces pienso que aquí tiene nuestra fe su mayor piedra de tropiezo y, al tiempo, su piedra angular. Que la pasión —sufrimiento y donación; o mejor, donación en el sufrimiento— no es un misterio más de la vida de Cristo —importante, cómo no, pero uno más—, sino el misterio mismo de Cristo y del cristiano: su entraña y la nuestra. Asumir que creer es padecer de forma oblativa es lo más evidente de nuestra fe y quizá también lo más desusado. Nuestra riqueza más alta y nuestro olvido más común.

No por casualidad anuncia Pablo a Jesús, «y este crucificado», también a aquellos que, por tradición, educación y sensibilidad, debieran recibir con más facilidad su mensaje, su obra, su persona, su misterio. Nunca estamos tan sobradamente cerca del Crucificado como para abrazar su muerte con la Paz del Resucitado.

Fraternalmente:
Adrián de Prado Postigo cmf

Fuente  :  https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy