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Homilía para la eucaristía del domingo 12 de mayo de 2019.

En este día tan especial pidamos al Señor que nos regale buenos Pastores: obispos, sacerdotes, diáconos, catequistas, animadores, políticos y educadores.

DOMINGO CUARTO DE PASCUA. C.

Hechos 13,14.43-52: La persecución provoca la misión entre los gentiles, quienes no estaban en el camino de la salvación. Ahora pasan a formar parte del Rebaño del Señor.

Apocalipsis 7,9.14-17: imagen del gran triunfo y vida junto a Dios de esa multitud que será protegida por el mismo Señor, Él va a apacentar – cuidar a su Pueblo.

Juan 10, 27-30: Se describe la íntima relación que existe entre Jesús y sus discípulos de todos los tiempos; con los que escuchan al Señor y le hacen caso. Jesús comunica su propia vida y defiende a los suyos.

1.- La Palabra de Dios hoy día nos presenta una realidad que tiene un doble aspecto, aspectos que están muy relacionados entre sí. Antes de entrar en detalle hay que afirmar que toda identidad se afirma en la relación con otro. Así, la identidad del varón se afirma en su relación con la mujer; la identidad del padre en su relación con el hijo. Del mismo modo, la identidad de la Iglesia-Rebaño se afirma en su relación con Jesús-Pastor. Y estos dos aspectos asoman en la Palabra de Dios.

Ya en el Antiguo Testamento se afirma que Israel, el Pueblo de Dios,  es el Rebaño del Señor. Pero no sólo el Israel según la carne, sino el Israel según el Espíritu, esa gran muchedumbre incontable, según el Apocalipsis, que son los que aceptan a Jesús como su Pastor y Guía. Los gentiles, mal mirados por los judíos, también pasan a formar parte del Rebaño del Señor, son Pueblo de Dios.

Si los creyentes somos el rebaño, quiere decir que su Pastor, el que los conduce a la vida, es Jesús, el Cordero inmolado por todos nosotros. Es interesante ver cómo el texto del Apocalipsis utiliza imágenes del Antiguo Testamento para aplicarlas a la Iglesia. Dice que “el que está sentado en el trono extenderá su carpa sobre ellos” como signo de protección y el Cordero será su Pastor, que guía a su Pueblo.

2.- Jesús es presentado como el Pastor de su Pueblo. Lo que indica que su función es vigilar y proteger a sus ovejas porque son débiles. Deber del Pastor es ser responsable del bienestar de su comunidad, por eso debe apacentar a su pueblo. El evangelio nos dice que Él da la vida eterna a los suyos. Propio de Juan es hablar de Jesús que trae vida eterna, lo que significa Reino de Dios. Jesús nos conduce al Reino de Dios, a la vida plena.

Si Jesús es el Pastor los creyentes son sus ovejas, su Rebaño. No puede haber un Pastor sin Rebaño, como tampoco puede haber un Rebaño sin su Pastor. De allí la íntima relación que existe entre Jesús y los suyos.

Esta íntima relación se expresa, de parte de las ovejas, por medio de la escucha: “mis ovejas escuchan mi voz”; y de parte de Jesús, Él comunica vida eterna y da seguridad: “nadie las arrebatará de mis manos”.  He aquí, entonces, algo importante: mantener esta íntima relación con el Señor. Debe haber una retro alimentación por medio de la escucha de su voz, de su Palabra.

3.- Hoy existe un tremendo drama que ha generado una terrible crisis de identidad: no se escucha al Señor. Cada cual sigue sus propias consignas, se aceptan otras voces, esas que crean una opinión pública engañosa. A propósito, dice un proverbio chino: “Un hombre sabio toma sus propias decisiones, el ignorante sigue la opinión pública”. Consecuencia de esto, un relativismo moral, un desconcierto grande. El pueblo anda disperso como ovejas sin pastor; no tiene vida. A la Iglesia le falta vida porque se ha descentrado de Cristo, su Pastor.

Hay pastores que se han apacentado a sí mismos sin importarles el bienestar de su rebaño. Hay pastores que viven centrados en sí mismos. Y cuando digo pastores me refiero a los dirigentes religiosos, políticos y sociales. En otras palabras, existe corrupción.

“¡Ojala escuchemos hoy la voz del Señor!” (Salmo 94). No olvidemos que somos su Pueblo y ovejas de su rebaño.

4.- Hoy el Señor nos hace un fuerte llamado, el mismo que le hiciera a Israel: ESCUCHA, ISRAEL (Deuteronomio 6,4). Porque sólo escuchando se puede ser dócil; sólo escuchando es como seremos Pueblo de Dios. Escuchar es la actitud activa de la persona y del pueblo delante de Dios que se revela gradualmente en la Palabra, en el anuncio. Con razón el israelita piadoso recita tres veces al día el “Escucha, Israel”. Nosotros los cristianos, por ser Pueblo de Dios, ovejas de su rebaño, debemos escuchar la voz del Señor. Con razón Santiago nos dice en su carta: “Pongan en práctica la Palabra y no se contente sólo con oírla, engañándose a ustedes mismos” (Stgo.1, 22).

Jesús, el Verbo hecho carne, instaló su carpa entre nosotros porque quiere cuidarnos, alimentarnos, darnos vida en plenitud. Sólo así seremos sus ovejas.

        Hermano Pastor Salvo Beas.