Skip to main content

Homilía para la Eucaristía para el Domingo 07 de marzo de 2019

Deseo a todos Paz y Bien.

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA. C

Isaías 43,16-21: Si el Éxodo y entrada a la Tierra Prometida fueron grandiosos, sinónimo de salvación, lo que vendrá será mejor; algo nuevo, que está germinando. Hay que tener fe en el Dios que salva, es decir, que es capaz de transformar una situación de muerte en una situación de vida.

Filipenses 3,8-14: Pablo presenta el ideal de un cristiano: conocer a Cristo, estar en comunión con Él en su muerte y resurrección. Todo se basa en la fe y adhesión a la Persona de Cristo. Pablo es un apasionado por Cristo.

Juan 8,1-11: Se plastifica la manera cómo Jesús salva y enseña a no erigirnos en jueces. Es un llamado a la compasión y el perdón.

1.- Desconcertante, por decir lo menos, es lo que la Palabra nos entrega. Ya que el domingo recién pasado la Palabra nos mostraba con imágenes de qué manera salva Dios. Hoy se vuelve a insistir en el tema y se profundiza.

Al Pueblo de Dios se le dice que  lo que el Señor ha hecho con él, aunque grandioso, no vale la pena recordarlo, ya que viene algo mucho mejor. Porque si la antigua liberación fue un abrir caminos en el mar, la que viene será un poner ríos en el desierto, es decir, transformar una situación de muerte en una situación de vida. Dios está por hacer algo nuevo; es cuestión de creer que Él es capaz de hacerlo.

El testimonio de Pablo es fascinante. Él fue alcanzado por Cristo y esto le hace ver las cosas de otra manera. Lo pasado ya no vale, lo que importa es conocer – compartir con Cristo. Jesús pasó a ser la razón de ser de su vida. Por eso nos propone un ideal: vivir a Cristo, porque eso es “conocerle”. Él dirá en Gálatas  2,20: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”. Y en Filipenses 1,21 nos dice: “Porque para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia”. Esto lo puede decir uno que experimentó en su vida la salvación, pasando de la muerte (un pecador-perseguidor) a la vida (un apasionado por Cristo). ¡Lo que puede hacer Dios!

2.- Y el evangelio rompe todos los esquemas religiosos de entonces y también de ahora. Los escribas y fariseos, apegados a la Ley del Levítico y del Deuteronomio, tenían toda la razón al querer apedrear a la mujer. Ésta no tenía escapatoria alguna. Pero hay dos lecciones importantes en lo que Jesús hace.

Primero: el gesto de escribir en el suelo. Con este gesto les está echando en cara su falsa seguridad; ellos se fían de la ley, pero no la cumplen. Jeremías 17,13 dice: “los que se apartan de Ti serán escritos en el polvo”. Les está diciendo, en otras palabras, que su moral es caduca, no sirve, es como lo escrito en la arena.

Segundo: al decir Jesús “Yo tampoco te condeno”, nos está llamando a la compasión y al perdón. Pero al decirle: “Vete, no peques más en adelante”, nos está indicando que en el perdonado debe haber una enmienda, una sincera conversión interior, como la que experimentó Pablo.

Jesús vino a salvar. Hoy se nos muestra la salvación sacando a alguien de un callejón sin salida.

3.- ¡Qué actual y desconcertante es este mensaje! Hay tantos que son condenados por la sociedad, ¡y con razón! No hay vuelta que darle.  Esa mujer adúltera es la Iglesia, que ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Hay que apedrearla. Esa mujer adúltera son miles y miles de mujeres acosadas, abusadas y condenadas. Esa mujer adúltera son los homosexuales, en occidente condenados por la homofobia, y en oriente con la pena de muerte por una religiosidad falsa y vana. Esa mujer adúltera soy yo, eres tú, que no tenemos nada que alegar en nuestro favor. Ya que todos somos acusados por el “acusador de los hermanos” (Apocalipsis 12,10). Y lo peor de todo es que tiene razón en lo que nos acusa. ¿Qué hacer?

4.- Ahí está la fe en Aquel que “está por hacer algo nuevo”. En Aquel que en su Hijo nos muestra cómo actúa Él.

Hoy Jesús nos pregunta: “¿Dónde están tus acusadores?” También Él nos dice a cada uno de nosotros: “Yo tampoco te condeno”. Él, que es el único Juez, dicta una sentencia salvadora, pero también nos dice a todos: “No peques más en adelante”.

Con gozo yo les digo a todos: “hoy se cumple esta escritura que acaban de oír” (cfr. Lucas 4,21). Se cumple si nos aceptamos pecadores, se cumple si nos dejamos alcanzar por Él. Se cumple esta escritura y al comulgar podemos decir con gozo: “¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!” ¿Por qué? Porque es eterno su amor.

 

Hermano Pastor Salvo Beas.