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Comentario al evangelio de hoy lunes 04 de marzo de 2019.

Del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”.

Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”.

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

A veces nos damos cuenta cuando alguien nos mira con amor. ¿Recuerdas alguna de esas miradas? Hay algo en ellas que da alegría, seguridad y aliento. Pero para que una mirada nos toque, tenemos que conocer que somos mirados. Precisamente a eso nos invita Jesús en este pasaje del Evangelio: a darnos cuenta de que Él nos mira con gran cariño.

Pero al parecer hay un problema para esto. No vemos a Jesús. ¿Cómo nos daremos cuenta de que nos mira con amor, si no lo vemos? Es aquí cuando necesitamos pedir fe a nuestro Señor. Fe para creer que Él nos ve desde la Eucaristía, donde se quedó para poder ser uno con nosotros cuando comulgamos. Fe para creer que Él nos mira desde la cruz, donde no dudó en dejarse clavar para perdonar nuestros pecados, y darnos la vida nueva en su Espíritu. Para creer que es Él quien nos mira en la confesión, cuando, lleno de alegría, limpia nuestras almas de la suciedad de nuestros pecados, y las llena con su gozo, paz y gracia. Jesús nos mira con amor en cada persona que nos ama, pues Dios es amor (1 Jn 4,8). Sólo podemos amar de verdad si primero hemos sido amados. Señor, aumenta mi fe. Que me dé cuenta hoy de tu mirada llena de cariño. Que me deje mirar sin ocultar nada, porque Tú me amas, así como soy. Que descubra que me amas, y que ese amor me mueva a amarte y a amar a mis hermanos.

«Sucede que muchas veces vemos los telediarios o la portada de los periódicos, las tragedias… pero mira, en ese país los niños no tienen qué comer; en aquel país los niños hacen de soldados; en ese país las mujeres son esclavizadas; en aquel país… ¡oh, qué calamidad! Pobre gente… Pero después cambio de página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano. ¿Soy capaz de tener compasión, de rezar?, cuando veo estas cosas que me llevan a casa a través de los medios, la televisión… ¿Se mueven las vísceras? El corazón palpita con esa gente, o siento pena, digo “pobre gente”, y después, ¿termina ahí? Y si nos damos cuenta de esto, debemos pedir la gracia: “Señor, dame la gracia de la compasión”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de septiembre de 2017, en santa Marta).

 

Fuente  :  http://es.catholic.net/op/articulos/72459/jesus-se-le-quedo-mirando-con-carino.html#modal