Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 24 de febrero de 2019.

DOMINGO VII DEL AÑO. C

1Samuel 26…: Saúl persigue a David con un ejército poderoso. En un momento de descuido Saúl cae en manos de David. Pero David perdona la vida del rey.

1Corintios 15,45-49: por la resurrección de Cristo el creyente es revestido de la imagen del hombre celestial, Cristo.

Lucas 6,27-38: Jesús plantea una sociedad diferente, basada en los criterios del Reino de Dios. Y en el Reino todo es nuevo.

 

1.- Sí, en el Reino todo es nuevo, porque es Dios mismo quien obra todo en todos. Con Jesús irrumpe el reinado de Dios, viene a renovarlo todo; se trata de una nueva creación, algo basado en el Espíritu no en la carne. Y porque en el Reino todo es nuevo por eso es preciso nacer de nuevo, ser un hombre nuevo. Este hombre renacido del agua y del Espíritu se rige por una ley nueva, la del amor diferente, con criterios totalmente nuevos-diferentes. Todo esto trae consigo una mentalidad nueva, la que origina un estilo de vida nuevo, a la manera de Jesús.

2.- Esta manera nueva de enfocar la vida no es producto de una decisión personal solamente. Esto no basta. Por eso se nos dice que somos revestidos de la imagen del hombre celestial. ¿Qué significa esto? En otra parte san Pablo nos dice que somos revestidos de Cristo, que es el hombre nuevo perfecto (Efesios 4,23-24). Él es el hombre nuevo que por tener la plenitud del Espíritu Santo, es un ser espiritual que da la vida en plenitud, una vida que es comunicada por Dios. Por eso, quien acepta el reinado de Dios está dejando entrar en su existencia la vida en plenitud. Reino de Dios y vida en plenitud son sinónimos. Y quien se deja transformar por el Señor se deja conducir por el Espíritu de Dios, el mismo que ha resucitado a Jesús. De modo que el que acepta a Jesús es transformado, tiene un cambio cualitativo, es decir, de hombre puramente carnal pasa a ser un hombre nuevo, espiritual.

Claro que esta transformación es paulatina y progresiva. Mientras vivimos en este mundo somos deudores a la naturaleza humana con todas sus fragilidades y dolencias. Pero si dejamos crecer en nuestro interior al hombre nuevo tendremos una forma nueva de vida.

3.- Vivimos en este “valle de lágrimas” en el que tenemos situaciones ajenas al Reino de Dios, a lo que Dios quiere. Vivimos en un clima de odios, revanchismos; se ha creado un ambiente maleado en el que la ira es la forma habitual de reaccionar (lo que se ha visto en las noticias). Cuando una persona se deja llevar solamente por sus impulsos está viviendo según la carne. Pero un cristiano no debe ser así.

Lo que el Señor nos propone en el evangelio es una linda, y por no decirlo, y estúpida propuesta de vida, imposible de practicar, a no ser que nos dejemos conducir por el Espíritu de Dios.

San Mateo en el sermón del monte dice: sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo” (Mateo 5,48). En el evangelio que hoy hemos escuchado nos dice: “sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso”.

No es de extrañar que en el mundo se viva de una manera tan lamentable. Es que en una sociedad cuyos habitantes se dejan conducir por los impulsos de la naturaleza terrenal, es normal que no se quiera vivir la cultura o civilización del amor. Y en esa sociedad reina entonces la injusticia, el dolor, el llanto y la muerte. Eso es lo que pasa en nuestros países latinoamericanos, que parecen tan religiosos, pero que no han sido transformados por el Señor.

4.- Una vez más el Señor nos ha hablado y nos ha mostrado un camino, una vida diferente. Ojalá pueda decirse de nosotros, de nuestra comunidad: “aquí somos diferentes”. Y lo seremos si nos dejamos conducir por el Espíritu de Dios. Entonces, lo que parece imposible se hace posible. Jesús le dijo a Pablo: “Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta plenamente en la debilidad” (2Corintios 12,9).

El Señor es bondadoso y compasivo, Él es quien nos invita a este Banquete del Reino. Con Él podremos ser realmente hombres nuevos, promotores de una cultura nueva, la del Reino.

 

Hermano Pastor Salvo Beas.