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Homilía para la Eucaristía del domingo 03 de febrero de 2019.

Hermanos «Laicos capuchinos», les pido oraciones por los que van a participar este fin de semana en el Encuentro de Boroa. Allí nos veremos, si Dios quiere. Paz y Bien a todos.

DOMINGO CUARTO DEL AÑO.

Jeremías 1,4-5.17-19: Vocación de Jeremías. Hay tres verbos claves: conocer-consagrar-constituir. Su misión: ser portavoz del Señor; para esto es elegido y destinado por Él.

1Corintios 12,31-13,13: si los carismas del Espíritu Santo son para el servicio  comunitario, ahora se nos muestra un servicio comunitario superior: el Amor infundido por el Espíritu, con el que amamos a los demás.

Lucas 4,21-30: A pesar de que todos estaban llenos de admiración por sus palabras, sin embargo es rechazado por dos razones: ven en Él al hijo de José y porque expresa que la salvación es para todos y no sólo a los israelitas. Esto suscita la indignación de la gente.

1.- Jeremías es llamado. La vocación es en la vida de todo hombre lo que da sentido a su actividad. Confundir la vocación puede llevar al fracaso.

Teniendo en cuenta los tres verbos claves del texto, podemos decir que Jeremías es conocido por el Señor, es decir, amado por Él, que lo escoge y lo consagra, es decir, lo separa para su servicio, dedicado exclusivamente a Él; y así lo constituye su Profeta. Él será profeta, portavoz del Señor, por constitución, ya no puede ser otra cosa. Tendrá que enfrentarse a todos, sin miedo ni contemplación alguna. Dios estará con él.

Jesús es el Amado con predilección, consagrado por el Espíritu y constituido profeta por encima de los demás. También Él, como todos los profetas, fue rechazado por los suyos. Aunque sus palabras fueron bien recibidas en un primer momento, sin embargo fue rechazado. Su mensaje fue incómodo a los oyentes. Y siempre ha sido así, ya que su Palabra interpela, cuestiona, desinstala. Y a nadie le gusta que le echen en cara su error.

Y el fanatismo, sea religioso o político, siempre lleva a la descalificación del adversario. Nunca ha sido malo ser adversario. Pero cuando se le ve como enemigo, entonces hay que eliminarlo.

2.- Muchas veces la Iglesia, cuya misión es profética, ya que ha sido constituida como tal  al igual que Cristo, es rechazada.

San Pablo nos dice (y se escuchaba el domingo pasado) que la Iglesia está dotada de carismas dados por el Espíritu Santo para cumplir su misión. Pero para que no reine la anarquía en el ejercicio de estos carismas el Apóstol nos presenta el Don de los dones: la Caridad fraterna, que procede de Dios. Un amor diferente con el que podemos enfrentar al adversario con amor y respeto. Cuando no se tiene en cuenta este don del Amor, la profecía se degenera y empezamos a ser simples contestatarios. Y el contestatario destruye, echa en cara, pero nada propone, nada construye. Y el Profeta, sea la comunidad o el individuo, debe denunciar el mal, pero predicar y proponer el bien con la palabra y el ejemplo.

3.- ¡Qué bien nos viene esta Palabra! Hoy la Iglesia es rechazada, descalificada, no creída. Y con razón. Es que no hemos sabido mostrar con hechos la verdad del mensaje que transmitimos.

Pero también la Iglesia es descalificada porque es la única institución que ha sido capaz de hacer frente al mal y al error que se esconde en las ideologías de moda y en las propuestas actuales.

Como Pueblo de Dios no hemos sabido mostrar con hechos el Amor infinito de Dios. Le ha costado a la Iglesia traspasar el muro cultural que la separa del mundo de hoy. Ha sido más fácil combatir y condenar que dialogar y proponer. ¡Qué ejemplo nos da nuestro padre san Francisco! Mientras todos combatían a los musulmanes, creyendo que esa era la voluntad de Dios, él dialoga y se hace amigo del sultán.

Ejemplo nos da el Papa Francisco al extender la mano a todos, sin mirar sus creencias.

4.- Hoy el Señor ha hablado, nos manifiesta su exquisito Amor. Por eso nos llama y nos envía. Con Jesús y como Jesús debemos cumplir nuestra misión profética. ¿Cómo?  Primero viviendo, siendo coherentes en nuestra vida de fe. Segundo, proponiendo con valentía y amor lo que el Señor quiere: su Reino de Amor y justicia. ¿Da miedo?  Di como el salmista: “Yo me refugio en Ti, Señor, por tu justicia líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí y sálvame”. El Señor está presente y nos dice a todos: “Yo estoy contigo para librarte”.

Hermano Pastor Salvo.