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Homilía para la Eucaristía del domingo 27 de enero de 2019.

Paz y Bien a todos y un feliz verano. Pastor.

TERCER DOMINGO DEL AÑO.

Nehemías 8,2-6.8-10: una vez reconstruido el templo de Jerusalén el sacerdote Esdras lee la Palabra de Dios al Pueblo: así se renueva la Alianza. El pueblo es Pueblo de Dios no sólo por tener el Templo, sino por aceptar la Palabra del Señor.

1Corintios 12,12-30: san Pablo explica lo que es el misterio de la Iglesia con el símil del cuerpo: muchos miembros, pero un solo miembro.

Lucas 1,1-4; 4,14-21: contiene dos partes este texto:

Uno, el Prólogo, en el que se demuestra que todo lo narrado es auténtico porque depende de testigos y servidores de la Palabra.

Dos, Inicio del ministerio de Jesús. En Nazaret es presentado como un portador de Buenas Noticias, un Profeta de misericordia, no de venganzas.

 

1.- En el evangelio se nos muestra a Jesús iniciando su misión con algunas características. Él, que es la Palabra encarnada de Dios, proclama la Palabra en la asamblea de Nazaret. Y con la Palabra muestra cuál es su misión: dar la buena noticia a los pobres, es decir, a aquellos que siempre reciben malas noticias. Liberar a los cautivos, es decir, los que están esclavizados por algo o por alguien y no son libres. Proclamar el Año de Gracia del Señor, es decir, un tiempo de perdón. Porque con Jesús se inicia este tiempo de perdón, que todavía dura, de modo que estamos viviendo este clima del perdón. Con Jesús y su predicación se cumple la salvación anunciada por los profetas.

Y para cumplir esta misión de misericordia y liberación está dotado de la plenitud del Espíritu Santo, que es el Señor h dador de vida.

2.- Esta misión salvadora de Jesús no termina con su Ascensión, sino continúa en la Iglesia. La Iglesia, es decir, la Asamblea del Señor, que es convocada y constituida por la Palabra, como lo fue Israel, tiene la misma misión de Jesús. Como Él tiene la misión de dar la Buena nueva a los pobres. ¡Y hay tanto pobre en el mundo! Tiene la misión de  proclamar la libertad a los cautivos-esclavos. ¡Y hay tanto cautivo y esclavo en el mundo de hoy! Tiene que proclamar el perdón, la misericordia al mundo de hoy. ¡Y hay tanto odio y rencor en el mundo!  “En la Iglesia Cristo vive entre nosotros y por eso tiene que ser humilde y pobre, ya que una Iglesia altanera, una Iglesia llena de orgullo, una Iglesia autosuficiente, no es la Iglesia de la kénosis”, afirmó el Papa Francisco en Panamá.

También la comunidad de los creyentes para poder cumplir con su misión está dotada del Espíritu Santo, que distribuye sus dones en medio de la comunidad. La comunidad es un cuerpo, el Cuerpo de Cristo, y debe funcionar orgánicamente para que pueda cumplir su misión en el  mundo.

3.- El ejemplo que pone san Pablo es muy claro. En el cuerpo humano cada miembros cumple una función determinada y todos valen. Del mismo modo en la comunidad. No sólo valen los que presiden, los que tienen un cargo honorífico, sino todos. No puede haber cristianos de primera y segunda categoría, sino todos somos iguales en dignidad, aunque distintos en lo que hacemos.

Un cuerpo para que funcione bien deben funcionar armónicamente todos sus miembros. Lo mismo en la comunidad. Nadie se puede arrancar con los tarros, creerse mejor que los demás o no dejar actuar a los demás. Hacer esto es mala señal, porque, por una parte, quien hace esto se está  robando un don de Dios que no es para sí, sino para el Bien Común; por otro lado, si sucede esto en una comunidad es síntoma de que esa comunidad es inmadura y débil. Porque la madurez de una comunidad no se demuestra ni porque tenga muchos integrantes ni porque tenga una buena orgánica. No. Sino por su unidad-comunión.

4.- El Señor nos convoca por su Palabra. “Somos su Pueblo y ovejas de su rebaño”.  Su Palabra es Espíritu y vida y es ella la que nos empuja a cumplir con nuestra misión., que es la de Cristo. Como Él cada uno de nosotros debe ser un portador de Buenas Noticias. No seamos como aquellos que, so pretexto de ser cristianos, andan desparramando por todas partes malas noticias y condenando a todos. Así como dice la oración atribuida a san Francisco: “Donde haya odio ponga yo amor”, también nosotros podamos decir:

Donde hay pecado ponga yo misericordia. Donde hay ceguera ponga yo tu luz. Donde hay esclavizados ponga yo la liberación. Y así estaremos cumpliendo la misión de Cristo.

La Iglesia proclama el mensaje, pero lo realiza en los sacramentos, socorriendo a los pobres, enfermos y necesitados.

Hoy se cumple esta Escritura entre nosotros, porque hoy el Señor nos ha hablado y nos alimenta.

 

Hermano Pastor Salvo Beas.