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Homilía para la Eucaristía del domingo 06 de enero de 2019.

Paz y Bien a todos y que tengan unas felices vacaciones. Pastor.

EPIFANIA DEL SEÑOR.

Isaías 60,1-6: Por la gloria de la futura Jerusalén se describe la transparente presencia del Señor en medio de su Pueblo. El Señor mismo será la atracción de todos los pueblos. En Jerusalén se dará la gran Revelación a todos.

Efesios 3,2-6: Pablo describe el Plan salvífico de Dios: también los no judíos son herederos de la Promesa, ya que todos son miembros de un solo Pueblo, el de Dios.

Mateo 2,1-12: al evangelista le interesa más mostrar a Jesús encontrándose con el mundo no judío que entrar en detalles acerca de su nacimiento.

1.- Epifanía = manifestación, mostrarse hacia afuera.  Sí, porque muchas veces a Dios se le encerró, se le acaparó. Pero el Señor no es un Dios encerrado, encapsulado. Todo lo contrario. Él es el Sumo Bien, el Único Bien. Y el Bien por naturaleza se expande, como la luz, como el calor. Dios, que es Amor, no tiene un amor exclusivo, sino inclusivo, a todos ama y quiere salvar.

Dios en medio es punto de atracción para todos. Este tema isaiano de la atracción será uno de los preferidos por el evangelio de san Juan. En él leemos: “Y cuando Yo sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí” (Juan 12,2); lo que se realiza en Jesucristo.

Y ¿quiénes son los atraídos? Primero los repatriados desde el destierro, luego los que vienen de lejos: del otro lado del mar, los del oriente, en una palabra, todos.

2.- San Mateo ve el cumplimiento de esta profecía en el nacimiento del Sol de justicia, el verdadero Rey mesiánico. Y eso lo plastifica el evangelio con la adoración de los “Reyes Magos”, que no es más que una descripción muy al estilo de un escritor oriental del triunfo del Señor y su Mesías.

La genialidad de san Pablo fue salvar al cristianismo primitivo de ser una simple secta judía. No lo es; y él lo proclama de diversas maneras. Aquí en la carta dice: “Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia”. En 1Timoteo 2,4 dice: “Porque Él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.”  Y más adelante en la misma carta afirma: “Es realmente grande el misterio que veneramos: Él se manifestó en la carne, fue justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, proclamado a los paganos, creído en el mundo y elevado a la gloria”. (1Tim.3,16).

Deber de la Iglesia, de todo discípulo, es proclamar este Misterio del Dios manifestado en Cristo por medio de su Encarnación.

3.- Este Misterio es un elemento esencial del cristianismo, como es esencial que el sol irradie luz. El sol siempre está irradiando luz. Son los eclipses u otros fenómenos los que impiden que la luz llegue a nosotros. No se debe eclipsar la luz del Señor, que es Cristo, Sol que ilumina a todo hombre (cfr. Juan 1,9). Y desgraciadamente hemos eclipsado a Cristo. La Iglesia, el cristiano, eclipsa a Cristo con sus pecados. (Y la prensa se goza echándonos en cara nuestros pecados).

Se eclipsa a Cristo con toda forma de sectarismo: el religioso, el político, el social, etc.

Se eclipsa a Cristo cuando no irradiamos su Mensaje. ¡Hemos de superar tanto sectarismo!

Celebrar el Misterio de la Epifanía nos debe llevar a ejercer el “Ministerio de la luna”. Así como la luna refleja suavemente la luz del sol, del mismo modo la Iglesia, cada uno de nosotros, debe reflejar a Cristo con su vida y con nuestro mensaje. Debemos reencantarnos con nuestro deber misionero, inmanente al ser discípulo.

Celebrar la Epifanía nos obliga a ser más universales, abiertos a todos. Ninguno tiene el monopolio de la verdad; nadie es dueño de la verdad, porque la Verdad es Cristo. Y Cristo es Patrimonio de la humanidad.

Epifanía = ir a las periferias. Tal vez en tu casa hay una periferia, alguien que está lejos de Cristo.

4.- “¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti!” Sobre ti, Iglesia, sobre ti, cristiano, sobre ti, parroquia. Por eso, levántate. Con el poeta te digo: “Despierta, humanidad, de tu letargo y sal de tu sopor; luciente ya la aurora se levanta de tu emancipación”

Y con san Pablo te digo: “Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará”. (Efesios 5,14). ¿Cuándo? Ahora, aquí, en esta Santa Cena del Señor.

Hermano Pastor Salvo Beas.