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Homilía para la Eucaristía del domingo 25 de noviembre de 2018

Paz y Bien a todos los hermanos.

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY.

Daniel 7,13-14: en el contexto del capítulo, después de presentar el fracaso de sucesivos imperios, el autor nos presenta a un Hijo de hombre, es decir, a un hombre, el hombre por antonomasia, a quien se le da todo poder. Su reino no tendrá fin.

Apocalipsis 1,5-8: se presenta a Jesucristo como el alfa y la omega, es decir, el principio y fin de todo, Él es el Señor. Y viene con pleno poder.

Juan 18,3-37: en un estilo irónico típico de Juan, el reo es presentado como Rey, el enjuiciado como Juez. Pero un Rey diferente…para discípulos que ven en Jesús el Testigo de la Verdad.

1.- Es interesante constatar en los textos que en momentos en los que impera el mal, la muerte, el caos, se proclame el triunfo del Bien, la Vida y la Justicia. ¿Sueño de la humanidad? Es una esperanza que está en el ADN de la humanidad. No queremos que el mal nos venza. Es que siempre han surgido imperios poderosos, tiranos que han sembrado el horror y la muerte.

En la antigüedad: los Babilonios, los Medos, los Persas, los griegos, los romanos, por nombrar a algunos. Le siguen los imperios europeos: el romano-germánico, el de los ingleses, españoles y muchos otros. Y en todos se manifiesta lo mismo: la opresión, la esclavitud y la muerte. ‘Y Dios no quiere eso! Él tiene su Proyecto liberador que el hombre no entiende y no quiere entender y por eso lo entorpece. ¿Cómo lo entorpece? Erigiendo ídolos; y el ídolo siempre exige víctimas, mata y atropella. ¡Y Dios quiere la vida!

2.- Ya en el Antiguo Testamento se habla de un Reino, pero un Reino diferente, ya que es un Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, amor y paz. Un Reino diferente, en el cual el que reina es un  Hijo de hombre, es decir, es la Fuerza y Poder de Dios vestidos en la  humildad de nuestra carne. Este Rey se opone a los reinos terrestres porque busca el bien y la paz. Se opone a los que mandan, porque viene a servir. Él muestra con su palabra y su vida que el dinero y la riqueza podrán dar placer, pero no la felicidad. Que la felicidad está en dar y darse y no en apropiarse de todo.

Su Reino no viene a competir con los poderosos de este mundo, porque no es de este mundo. Pero igual molesta a los de este mundo porque desinstala, critica y denuncia lo que hay en nuestro mundo.

Jesús es el Hijo de hombre, el Hijo de María, uno de nuestra raza, el nuevo Adán. En Él la humanidad ya ha triunfado del modo más insólito: por la cruz.

3.- Frente a esta verdad consoladora tenemos el triste espectáculo que está dando la humanidad en todos los continentes; no se escapa ninguno, ya que en todos hay injusticias, violencias, intolerancias, atropellos, brechas entre unos pocos ricos y la gran masa de pobres, gobiernos corruptos e intolerantes que atropellan a los pueblos.

Nos asusta la enfermedad de la “Pacha Mama”: el atropello a la naturaleza. Más nos debe asustar la enfermedad de la humanidad que provoca tanto mal, tanto atropello.

4.- Frente a este escenario tan deprimente aparece la gran señal: el Hijo de hombre, que nos trae algo mejor, su Reino. Y Él no quiere reinar solo, nos hace partícipes de su Reino. Somos un Pueblo de reyes, lo que significa que hemos nacido para ser libres y no esclavos de nada ni de nadie.

Somos un Pueblo de Hijos, por lo tanto todos hermanos y no dueños de nadie ni de nada.

Somos un Reino de discípulos, por lo tanto no dueños ni administradores de la verdad. ¡Eso quiere el Señor!

Si celebramos a Cristo Rey es porque así lo creemos, así lo sentimos, y así queremos trabajar por implantar su reinado en nuestro medio, sin olvidar que la única manera de reinar es sirviendo.

La Eucaristía: Banquete del Reino. Aquí todos caben, todos hijos y hermanos, ningún amo sino servidores. ¡Que venga el Reino! Trabajemos por el Reino.

         Hermano Pastor Salvo Beas.