Skip to main content

Comentario al evangelio de hoy miércoles 14 de noviembre de 2018

Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».

Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: «¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?» Después le dijo al samaritano: «Levántate y vete. Tu fe te ha salvado».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy se me muestra el ejemplo de ese leproso curado que regresó para darte gracias. Ahora caigo en la cuenta de los muchos beneficios que he recibido de Ti y las pocas veces que me he detenido a darte las gracias.

Quiero postrarme ante Ti. Hoy sólo deseo agradecerte todo lo que me has dado, todo lo que tengo, todo lo que soy… Pero, sobre todo, por ser quien eres. Casi nunca me detengo a admirarte, a caer de rodillas y simplemente mirar tu belleza. Gracias por ser genial… por ser mi Papá.

En mi corazón tengo la lepra de la ingratitud que me hace insensible a las caricias que diariamente me propicias…

Al menos hoy, al menos aquí, al menos ahora, te pido que me sanes de este mal y me permitas experimentar la dulzura de tu presencia y la ternura de tus caricias.

¡Gracias, Jesús!

La gratitud es un rasgo característico del corazón visitado por el Espíritu Santo; para obedecer a Dios, primero debemos recordar sus beneficios. San Basilio dice: «Quien no deja que esos beneficios caigan en el olvido, está orientado hacia la buena virtud y hacia toda obra de justicia». ¿A dónde nos lleva todo esto? A hacer un ejercicio de memoria: ¡cuántas cosas bellas ha hecho Dios por cada uno de nosotros! ¡Qué generoso es nuestro Padre Celestial! Ahora quisiera proponeros un pequeño ejercicio, en silencio, que cada uno responda en su corazón. ¿Cuántas cosas hermosas ha hecho Dios por mí? Esta es la pregunta. En silencio, que cada uno de nosotros responda. ¿Cuántas cosas hermosas ha hecho Dios por mí?
(Catequesis de S.S. Francisco, 27 de junio de 2018).

Fuente  :  http://es.catholic.net/op/articulos/71661/gracias-jesus.html#modal