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Comentario al evangelio de hoy martes 13 de noviembre de 2018

Del santo Evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú?’. ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cada vez que leemos esto nos podemos sentir un poco incómodos; no pensamos que al terminar el camino en la tierra aún nos tocará trabajar en el cielo. De hecho, la expresión de los niños cada vez que decía esto era: «¿Qué?, pero si ya tengo mucho con hacer las tareas como para que aún no tenga tiempo para descansar…». Pero es interesante que la gente que encuentra un trabajo en el que se siente acogido, en el que hace lo que más le gusta, en el que la gente con la que convive suele ser amigable… piensa que ése es un sitio maravilloso.

De todos modos -decía un niño- «es mucho trabajo, uno se siente cansado, fatigado…» Claro, la percepción del niño es totalmente cierta, nos fatigamos y decimos «basta.» Pero realmente en el cielo uno no se cansa, los santos son felices de seguir trabajando todo el tiempo por nosotros.

«¿Pero todo el tiempo? -pregunta otro niño que, para mi desgracia, estaba distraído- ¿qué no se cansan?» Sin embargo, esta pregunta me hizo reflexionar en ello. ¿Realmente no se cansan? Uno ve la piedad de la gente a tal o cual santo y, efectivamente, ellos trabajan intercediendo por nosotros; aunque algunas veces parece que no lo hacen. Es cuando vienen los antiguos Padres de la Iglesia que nos dicen: «son tres las razones por las que no alcanzamos gracia: no sabemos lo que nos conviene; no es el tiempo que conviene o no lo apreciaremos tanto como conviene». Es, pues, Dios quien da la gracia y el santo que intercede para alcanzarla; sólo seremos santos si sabemos llevar esa gracia a los demás.

El fundamento de nuestra esperanza descansa en la fe en el poder de nuestro Padre Celestial. Él, que nos convoca a la entrega generosa y a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que necesitamos para salir adelante. En el corazón de este mundo sigue presente el Señor de la vida que nos ama tanto. Él no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos. Alabado sea.
(Discurso de S.S. Francisco, 6 de julio de 2018).

Fuente  :  http://es.catholic.net/op/articulos/71658/de-verdad-somos-pobres.html#modal