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Homilía para la Eucaristía del Domingo 11 de noviembre de 2018.

Paz y Bien a todos. Y que tengan un buen Mes de María.

DOMINGO XXXII DEL AÑO.

1Reyes 17,8-16: Elías, el Profeta que proclama que solamente Dios es la fuente de la vida y no los ídolos, se topa con la viuda de Sarepta. En el relato entra el tema de la universalidad de la salvación. La viuda, por fe, da pruebas de una gran generosidad, que es recompensada por Dios.

Hebreos 9,24-28: Jesús, el Sumo Sacerdote, entró en el cielo mismo, de modo que su sacrificio no queda aquí en la tierra, sino trasciende a la eternidad. Por eso Él salva a los que esperan en Él,

Marcos 12,8-44: se nos presentan dos modelos en contraste:

  • Los escribas, que se aprovechan del culto
  • La viuda, que hace de su vida un culto, ofrenda de sí misma.

1.- Encontramos en la liturgia de hoy dos personajes-símbolo: la viuda de Sarepta y la viuda pobre del Templo. En la Sagrada Escritura la viuda es figura de tristeza y desolación. Símbolo de extrema pobreza, no tiene quién la ampare. Por eso Dios se cuida de las viudas.  Y Jesús condena a los Escribas por abusar de ellas.

A la luz de la primera lectura vemos cómo Dios, por medio del Profeta, se cuida de la viuda, que fue generosa con Elías.

En el caso del Evangelio, el escenario del episodio es el Templo, centro del culto judío. Allí están los escribas y la viuda. Jesús pronuncia juicios severos contra éstos por su hipocresía; ostentan religiosidad, pero se aprovechan de la generosidad de las viudas. Y alaba a la viuda que de su pobreza lo supo dar todo. Su gesto contiene una gran enseñanza: el verdadero culto-religiosidad consiste en darse y servir a los demás.

2.- En el fondo, lo que veo en estos textos es que la entrega de uno mismo es el mejor sacrificio que podemos ofrecer, junto al de Cristo, ofrecido una vez para siempre, pero fue el que agradó y  satisfizo a Dios. En efecto, ¿por qué agradó el sacrificio de Cristo? Porque se ofreció a sí mismo cumpliendo la Voluntad de Dios.

El error de los escribas puede ser también el de toda persona religiosa, que se busca a sí misma, vive centrada en sí misma y busca su propia satisfacción. Este es un peligro que asecha a nuestras vidas: la ostentación y la auto referencia.

La viuda, el pobre, entrega todo lo que tiene a Dios como expresión de su fe y confianza en el Señor. Este es el culto verdadero el que Jesús invita a sus discípulos. Por eso, Él dijo: “Es mejor dar que recibir” (Hechos 20,5).  La contribución al culto del Señor se hace con recta intención si impone un sacrificio, privación de algo necesario; y no si sólo priva de lo superfluo.

3.- Mensaje que le viene muy bien a nuestra sociedad.  Recién hemos salido del “halloween” y ya comenzó el bombardeo de la Navidad. Se nos está inoculando a toda costa una mentalidad y cultura consumista y mercantilista. Menos mal que la Teletón viene a frenar, en parte, esta ola de consumismo al hacernos mirar a los que sufren y, a veces, son  mirados en menos en nuestra sociedad.

Son muchos los que piensan y proclaman que la felicidad está en recibir, beneficiarse. Y eso no es lo que enseña Jesús. La felicidad está en dar, más aún, en darse, como esas viudas de la Palabra de Dios, que dieron todo lo que tenían. Como diría el P. Hurtado: “dar hasta que duela”.

4.- Hoy nos unimos al único y verdadero sacrificio, el de Cristo.  Unidos a Él somos con Él hostias vivas. En el “ofertorio” no le ofrecemos al Señor pan y vino, ni dinero o cosa alguna. La única ofrenda que agrada a Dios es Jesús, la Víctima agradable, que se dio por entero por la salvación de todos. Con Él hacemos nuestra ofrenda, poca cosa, como la de la viuda, pero sabedores que es el Señor el que “sustenta al huérfano y a la viuda”.

Por eso, hermanos, con gozo y fe digamos: “¡Alaba al Señor, alma mía!”.

        Hermano Pastor Salvo Beas