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Homilía para la Eucaristía de hoy domingo 04 de noviembre de 2018

Paz y Bien, hermanos.

DOMINGO XXXI DEL AÑO.

Deuteronomio 6,1-6: Profesión de fe en el Dios único; no hay otro. Por eso hay que amarlo total y absolutamente. Dios es el único Absoluto.

Hebreos 7,2-28: el sacerdocio de Cristo es superior a todo sacerdocio porque es eterno, santo, ofreció un sacrificio una vez para siempre. No hacen falta más sacrificios.

Marcos 12,28-4: Jesús cita dos y textos: Deuteronomio 6 y el Levítico 19,18: el amor al prójimo. Así, con su autoridad Jesús establece que esto es lo esencial en la ley.

 

1.- Israel, a punto de entrar en la tierra Prometida, recibe la Ley fundamental, precedida de una Profesión de fe: “el Señor es uno solo”. Por eso, a Él hay que amar. ¿Cómo? “Con todo el corazón”: desde lo más íntimo de nuestro ser, no un amor superficial, de puro sentimiento, sino desde el interior, allí donde se toman las decisiones. “Con toda tu alma”: tu vitalidad, temperamento y carácter; en una palabra, tal cual eres. “Con todas tus fuerzas”: se quiere indicar con todo lo que posees: dinero, cosas, riquezas, haberes, etc. En una palabra, no existe excusa alguna para no amar a Dios.; este amor es absorbente, nadie se escapa de él.

Esta cita es fundamental no sólo para el israelita piadoso, sino para todo discípulo de Jesús. Él con su autoridad ratifica la validez de este mandato y le agrega el amor al prójimo. Jesús transforma el amor a Dios y al prójimo en los mandamientos más importantes e invita a vivirlos como querer de Dios que se exigen mutuamente.

2.- Esto de que se exigen mutuamente quiere decir que no se puede amar a Dios prescindiendo del amor al prójimo, ni al prójimo sin amar a Dios (cfr. 1 Juan 4,20-21).

El amor a Dios es un amor inclusivo, no exclusivo (¡). Por ser inclusivo exige el amor a los demás. Ha habido ciertas corrientes de espiritualidades que hacen del amor a Dios como algo exclusivo. De esta manera se aíslan de los demás, dando a entender que el prójimo molesta para amar a Dios. No se puede disfrazar de amor a Dios el individualismo religioso. La prueba de que amamos a Dios es que también amamos al prójimo. Tanto es así, que si al momento de orar o ir al templo se presenta una persona que reclama nuestra atención, es mejor dejar la oración o la piedad para dedicarse al prójimo. Esta es la doctrina basada en el Nuevo Testamento.

3.- Hermano, todo lo dicho hasta aquí no es novedad. Pero dado el contexto en el que nos toca vivir, recobra mucha actualidad. La afirmación del Deuteronomio tiene tensión polémica frente al baalismo actual. Así como el baalismo o idolatría tentó al pueblo de Israel, también hoy el baalismo es una tentación permanente. Lo que el texto proclama es que fuera del Señor no hay ningún otro absoluto o divinidad. El dinero no es dios, ninguna ideología es absoluta, ningún régimen político es absoluto. Solo Dios es Absoluto.

Teóricamente lo aceptamos y creemos. Pero hagámonos sinceramente la pregunta: ¿es el Señor mi único Dios? ¿Estoy convencido que debo amar al prójimo como a mí mismo?

4.- El amor al Dios y al prójimo; he aquí la estructura íntima de la Alianza. Toda alianza que no contenga esta estructura es intrínsecamente mala. Jesús, nuestro Sumo y eterno sacerdote, selló una vez para siempre la Alianza entre Dios y los hombres, mostrando con su sacrificio hasta dónde llega el amor a Dios y al prójimo. Su sacrificio es expresión del amor pleno.

A Él nos unimos hoy en esta Eucaristía y con Él ofrecemos el único sacrificio de de amor al Padre y a nuestros hermanos.

Al celebrar este sacrificio podemos decir: “Yo te amo, Señor, mi fortaleza”. Sí, sólo en El está nuestra fortaleza, nuestra seguridad, porque solo Él es Dios. No importa cuántos ídolos se nos ofrecen por las pantallas de la televisión.

Si en verdad amamos a Dios y a nuestros hermanos Él nos dirá: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”.

 

 

Hermano Pastor Salvo Beas.