Homilía para la Eucaristía del domingo 14 de octubre de 2018.
DOMINGO XXVIII DEL AÑO.
Sabiduría 7,7-11: aprecio de Salomón por la sabiduría, pero la Sabiduría de Dios, que es igualada a Dios. Por eso es superior a los bienes materiales. Más amada que la luz del sol, ya que la Sabiduría nunca se apaga. El libro de la Sabiduría prepara el camino para que en el Nuevo Testamento se nos dé a conocer la “Sabiduría de Dios”, Jesucristo. Lo importante es descubrirlo.
Hebreos 4,12-13: la Palabra de Dios es como una espada afilada, penetrante: corta, juzga, discierne, interpela y salva.
Marcos 10,17-30: la exigencia de Jesús para quien pretenda ser su discípulo.
1.- Hace tres domingos atrás la Palabra nos decía cómo Jesús corregía y enseñaba a sus discípulos, quienes discutían quién era el más importante entre ellos. Entonces el Señor les decía que había que ser como niños.
Hoy nuevamente encontramos una lección que nos indica qué es necesario para ser discípulo. Porque de eso se trata: se trata de seguir a Cristo, identificarse con Él, ser como Él. Porque “ser discípulo no es fruto de un voluntarismo, de una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”, escribió Benedicto XVI en “Deus charitas est”. Sólo quien descubre el valor de Jesucristo, Sabiduría del Padre, es capaz de preferirlo a todo.
El hombre que se acercó a Jesús era un hombre bueno, justo. Pero quería más. ¿Más qué? ¿Más mandamientos, más religiosidad? Él no se dio cuenta que no es un “más” cuantitativo lo que debe ansiar, sino un “Más” cualitativo. Y ese Más es Jesús, la Sabiduría de Dios.
2.- Podría decirse que hay un verbo clave en el evangelio de hoy. El texto escuchado dice: “poseía muchos bienes”, otros traducen: “era muy rico”. El verbo clave aquí es “acumular”. Este hombre había acumulado riquezas, prestigio, méritos. Es que siempre tratamos de acumular, de todo nos apropiamos, hasta de Dios. Y va a depender de la escala de valores que tengamos para elegir, optar. Frente a la actitud de acumular Jesús le propone al hombre un cambio, optar por el verbo “Compartir”: su vida con Él (=seguirlo), su riqueza y sus bienes con los pobres. ¿Por qué esta exigencia? Si nos fijamos en los mandamientos que Jesús le cita todos están relacionados con el prójimo y los que buscan salvaguardar la vida y fecundidad, bienes y cuidado de los padres. Pero no basta con esto. Ya lo decía Benedicto XVI: no basta una decisión ética. Ser discípulo significa ser seguidor de Cristo. Los primeros cristianos se sentían seguidores de Jesús más que miembros de una nueva religión.
3.- Ser cristiano hoy es todo un desafío. Desgraciadamente, tal como vivimos hoy la fe cristiana no suscita “seguidores de Jesús”, sino sólo adeptos de una religión. No genera “discípulos”, que identificados con su Proyecto, se entregan a abrir caminos al Reino de Dios, sino miembros de una institución (en crisis) que cumplen sus obligaciones religiosas. Es que la mayoría de los cristianos no ha tenido la experiencia del Encuentro con Cristo.
Si a esto sumamos el contexto en el que estamos inmersos, una cultura consumista (“cybermonday”) e individualista. Esto hace cada vez más actual lo que Jesús exige al que quiera heredar la vida eterna, el Reino de Dios.
Jesús dice que es difícil que un rico entre en el Reino, porque el acumular riquezas, o cualquier cosa que no sea Dios, es un obstáculo, es un lastre para seguir al Señor. Para seguir al Señor hay que estar liberado y entregado a los demás.
4.- Esta Palabra, en verdad, es “más cortante que cualquier espada de doble filo”. Aceptar la Palabra de Dios cuesta porque nos cuestiona, nos desinstala, nos interpela. Es más fácil satisfacer la sed espiritual con actos religiosos y ritos que aceptar la Palabra y vivirla. Porque es a través de la aceptación de la Palabra como nos iremos poniendo en sintonía con el Señor, nos iremos iluminando para discernir y saber qué es lo que el Señor nos pide y cómo seguirla. Es su Palabra la que nos enseñará a ser verdaderos discípulos de Jesús.
Hoy entramos nuevamente en comunión con Jesús y así tener un corazón lleno de Sabiduría. No seamos como ese hombre que prefirió acumular en vez de compartir su vida con Jesús y sus semejantes.
Hermano Pastor Salvo Beas.