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Homilía para la Eucaristía del domingo 07 de octubre de 2018

Paz y Bien para todos ustedes.

 

DOMINGO XXVII DEL AÑO.

Génesis 2,4.7.18-24: el texto corresponde al segundo relato de la creación del hombre y la mujer. Se puede destacar: el hombre participa de la misma naturaleza que los otros seres. El hombre es superior a los animales. La mujer es de igual dignidad que el hombre. Ambos están llamados el uno para el otro.

Hebreos 2,9-11: la redención realizada por Cristo. Él humillado, ahora es glorificado. Su humillación lo lleva a igualarse a nosotros, por eso Él es nuestro hermano, hombre como nosotros.

Marcos 10,2-16: Jesús establece nuevas relaciones entre el hombre y la mujer en lo conyugar y en lo familiar. Nos propone un deber ser que no siempre aplicamos en la vida.

1.- Para poder comprender la enseñanza de Jesús debemos tener en cuenta lo que Él dice a los fariseos: “Pero al principio”, es decir, se remite a lo que enseña la Sagrada Escritura. Y esto es válido no sólo para lo relacionado con el matrimonio. Así, por ejemplo, en la sociedad pagana antigua, y también en la moderna, se acepta como un hecho la inferioridad de la mujer. Y esto no responde a la intención original del Creador, que los hizo a ambos iguales en dignidad. Lo que muestra la realidad es una imperfección introducida en el mundo por el pecado. Lo que dice el Génesis está indicando que el hombre y la mujer participan de un mismo destino y condición.

En la sociedad del tiempo de Jesús existía el modelo de familia patriarcal, que también se conoció en nuestra sociedad. Las relaciones en este modelo son más bien verticales. Relaciones que no son propias de discípulos de Jesús. Lo fariseos invocan contra Jesús lo que estableció Moisés, ya que se consideraba a la mujer inferior al hombre, propiedad del esposo. No es esa la visión de Jesús. Por eso Él remite a la voluntad original de Dios.

2.- Con esto se está estableciendo una nueva manera de relación entre el hombre y la mujer, una nueva manera de relación entre los discípulos: “Todos ustedes son hermanos” (Mateo 23,8). Es que en el Reino todo es nuevo. Cuando Jesús dice a los fariseos que fue por la dureza del corazón que Moisés concedió esta prescripción, está dando a entender que esto no se entiende fuera de la esfera del Reino. Los que no viven en el Reino siguen manteniendo estructuras añejas y engañosas. Se invoca el divorcio por cualquier motivo cuando no hay voluntad de reconciliación y avenimiento.

Jesús mismo, con su Encarnación, así lo da a entender la carta a los Hebreos, estableció con nosotros relaciones nuevas, fraternas Nunca hubiéramos imaginado a Dios hermanándose con sus creaturas. Y lo hizo en la Persona de su Hijo. Es Dios quien nos une a todos con nuevo vínculo, el vínculo del amor que de Él emana. Por eso no se entiende aquello de “que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.

3.- El mundo siempre ha rechazado el Proyecto de Dios, por eso las relaciones humanas son casi siempre verticales. Si bien es cierto que se han superado muchas cosas, sin embargo todavía vemos manifestaciones de estructuras de pecado o de dureza de corazón. Los machismos y feminismos, que conducen a tantas situaciones de injusticia. Todavía la mujer que trabaja en igualdad de condiciones que el varón gana menos que éste y su pensión es también menor.

Todavía hay gente que se casa o por interés, o por miedo, o por pajarones, ignorando que la vida matrimonial es una vocación. Es Dios quien llama a un hombre y una mujer a vivir el Amor que Él ha sembrado en sus corazones. Vivir esto supone estar viviendo en la esfera del Reino. Cabe preguntarse: ¿qué tipo de relación establezco yo con el otro, con la mujer, con la esposa?

4.- Jesús puso su tienda en medio de nosotros y no se avergüenza de llamarnos hermanos. Él vino a compartir con nosotros nuestras incertidumbres, enseñándonos así que vale la pena “pensar fuera de la caja”, es decir, salir de nuestro metro cuadrado para saber ver la realidad tal cual es, para ampliar nuestros horizontes y no vivir tan centrados en nosotros mismos. Si esto aplicáramos en nuestra vida, nuestras relaciones, nuestro modo de ser y actuar serían nuevos. Entonces “feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos”.

Jesús se nos entrega por amor, dándonos la pauta de cómo debe ser nuestra entrega: en el amor diferente, en el amor que viene de Dios.

 

      Hermano Pastor Salvo Beas.