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Homilía para la eucaristía del domingo 30 de Septiembre de 2018.

Paz y Bien a todos ustedes.

DOMINGO XXVI DEL AÑO.

Números 11,16-17.24-29: La institución de los setenta ancianos responde a una necesidad: organizar y guiar al Pueblo de Dios en su marcha por el desierto. Se les comunica el Espíritu, lo que da a entender que la misión de Moisés se comparte y el Espíritu es para todos.

Santiago 5,1-6: una fuerte crítica contra los que acaparan el dinero y el poder, ya que así humillan y oprimen al pueblo.

Marcos 9,38-43.45.47-48: el Señor corrige el imprudente celo de los discípulos. Nadie tiene el monopolio de la verdad, ni de Dios. La Palabra invita a la integridad.

1.- Hoy la Palabra es muy realista e iluminadora, tanto para la Iglesia como para la sociedad toda, especialmente en este día de oración por Chile.

Si nos detenemos en la primera lectura, veremos que Moisés estaba cometiendo un gran error: el pretender guiar él solo al Pueblo. Tal vez un guía experto podría conducir sin dificultad un grupo humano. Bastaría que tuviera dotes de líder. Pero conducir al Pueblo de Dios es imposible con la sola fuerza humana. No basta las cualidades humanas, es necesario el Espíritu de Dios. Lo otro importante es que el Señor le da a entender a Moisés que el servicio de la conducción del Pueblo debe ser compartido, no monopolizado, acaparado.

Y lo mismo nos dicen las otras dos lecturas, ya que nos quieren hacer ver el error más común que tenemos los humanos: el acaparar.

2.- Sí. Por instinto todo lo acaparamos, de todo nos adueñamos: pretendemos adueñarnos de Dios, de la verdad, de las cosas, del poder. Y si nos fijamos bien, todo se nos pega y no queremos soltar. El Señor indica a Moisés que debe compartir su Espíritu, su tarea de conducir al Pueblo.

Jesús  da a entender a sus discípulos que deben ser abiertos de mente y de corazón. La sentencia del evangelio es clara:“El que no está contra nosotros, está con nosotros”. Hay que saber compartir las riquezas del Espíritu y alegrarse de que otros también tengan el Espíritu de Dios.

El Apóstol Santiago critica el acaparamiento de poder y de las cosas. Hay que saber compartir. Como Dios, que comparte su ser con nosotros.

3.- Hoy impera una tremenda pandemia. En todas partes hay manifestaciones de este mal. En lo religioso, los sectarismos y fanatismos que conducen a estériles posturas dogmáticas, intolerantes. De hecho hay algunos que se adueñan de la verdad, otros defienden la verdad, no faltan los que complican la verdad y los que se benefician de la verdad administrándola a su gusto. ¡Y Dios no es así! Lo mismo se puede aplicar a las ideologías políticas. Y  nunca han faltado los que se adueñan de lo que es patrimonio de una comunidad. Y esto es parte de la raíz del conflicto que existe actualmente en la Región de la Araucanía.

No debemos acaparar nada, adueñarnos de nada. No se trata aquí de dar recetas, sino dejarnos iluminar por la Palabra de Dios. Y ¿qué nos dice la Palabra del Señor? Lo podemos sintetizar en dos palabras, ya dichas hace muchos años atrás: COMUNION Y PARTICIPACION.

Comunión: no al individualismo, al narcisismo, al egoísmo, no correr con colores propios, sino saber compartir con los demás. Esto se debe aplicar en la Iglesia, en la sociedad, en la familia y en cualquier grupo humano. En una palabra, vivir la Espiritualidad de la Comunión.

Participación: en la Iglesia, en la sociedad y en cualquier grupo humano; nadie sobra, nadie debe ser excluido ni por razones religiosas, ni ideológicas, ni políticas, ni raciales o de género.  No una Iglesia exclusiva, una sociedad exclusiva, una comunidad exclusiva, sino todo lo contrario: inclusiva.

4.- Comunión y Participación, dos expresiones que vienen a expresar la vivencia del Reino de Dios. El Espíritu de Dios se posa sobre quien Él quiere, porque “sopla donde quiere”(Juan 3,8). Y nadie se puede adueñar del Espíritu.

Vivir esto supone una violencia interior, un abdicar del egocentrismo, un desasimiento permanente, una desapropiación permanente. Actitud interior que debemos saber llevar a la práctica. Esta actitud interior nos ayudará a ser íntegros, lo que falta en la Iglesia, en la política, en la sociedad. En todas partes se manifiesta la corrupción. Y Jesús es tajante frente a la corrupción: si es preciso, hay que estar dispuesto a sacrificar hasta lo más vital.

En esta celebración digamos con el salmista: “Presérvame del orgullo…entonces seré irreprochable”.

 

 

Hermano Pastor Salvo Beas.