Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 23 de Septiembre de 2018.

Me es grato saludar  todos. Dios los colme de bendiciones.

DOMINGO XXV DEL AÑO.

Sabiduría 2,12.17-20: el texto es una reflexión acerca de la persecución y hostigamiento que sufre el justo por parte de los impíos, que se sienten criticados por la vida de los justos.

Santiago 3,16-4,3: el Apóstol exhorta a los fieles a vivir de la verdadera Sabiduría, la que proviene de Dios. Ésta es causa de todo bien. La falsa sabiduría origina todo mal.

Marcos 9, 30-37: contrasta la postura de Jesús con las de los discípulos. Dos posturas, dos sabidurías: la divina y la humana. Jesús enseña la Sabiduría de Dios.

1.- En el evangelio del domingo pasado Jesús encara a Pedro, ya que pensaba como hombre  y no como Dios. En otras palabras, lo que nos quiere decir el Señor es en base a qué sabiduría nos manejamos en este mundo. Porque existen dos sabidurías, dos modos de ver y vivir la vida.

El Apóstol Santiago en su carta exhorta a tener la auténtica sabiduría, la que proviene de Dios, el único Sabio. Jesús es la Divina y Santa Sabiduría del Padre, que quiere comunicarse con nosotros. Ya que actuando con esta Sabiduría tendremos una conducta diferente, es decir, santa. Y es lo que describe el Apóstol en el texto que hemos escuchado.

Si la verdadera Sabiduría proviene de Dios, la falsa, en cambio, proviene del espíritu del mal que causa toda envidia y rivalidad, desorden y toda clase de maldad.

Se supone que un discípulo vive y actúa de a cuerdo a la Sabiduría de Dios, que muestra y enseña Jesús. Dice el texto que “una vez que estuvieron en la casa”. Es un detalle: es en la casa, no en la sinagoga de Israel, en donde Jesús forma a sus discípulos, en la casa y en ningún otro centro de formación. En la casa, es decir, en el espacio de Jesús. Es preciso compartir con Jesús para poder aprender de Él y vivir su Sabiduría. Así lo hicieron los santos.

2.- La enseñanza del Maestro es totalmente opuesta a la del mundo. La sabiduría del mudo – de la carne busca figurar, ambicionar y sobresalir. La Sabiduría de Jesús, en cambio, busca la humildad y el servicio. El único puesto al que debe aspirar el discípulo de Jesús es el de servir a todos. La única manera de ganar la vida es perdiéndola por los otros, sirviéndolos con gratuidad. Jesús no es teórico, enseña con sus gestos, su vida y acción. En el texto aparece Jesús abrazando a un niño, lo que debe haber sorprendido, ya que en la sociedad judía el niño era lo último. Para Jesús los preferidos son los débiles y marginados. Esto quiere Jesús para sus discípulos, para la nueva Comunidad del Reino. Esto quiere el Señor para su Iglesia.

El siglo XII fue uno de los siglos de mayor decadencia para la Iglesia: “amenazaba ruinas”. Existían ambiciones, luchas por el poder, desenfreno, lujurias, injusticias, etc. Su recuperación comenzó cuando se empezó a vivir la Sabiduría de Cristo, que encarnó eficazmente Francisco de Asís y Domingo de Guzmán.

3.- Dos sabidurías que contrastan: la de Dios y la del mundo. Cuando el discípulo vive la Sabiduría de Dios va a chocar con el mundo. Cuando los cristianos vivamos de acuerdo a lo que el Señor enseña se lograrán dos cosas: la regeneración de la Iglesia y el hostigamiento por parte de la sociedad, ya que está en otra…en otra sabiduría, en otra mentalidad, en otra onda. Lo que dice la primera lectura calca con lo que hoy estamos viviendo. Somos objeto de escarnio, de mofa, de burla. La Iglesia ha perdido credibilidad y la sociedad ya puede cantar  victoria porque le ha quitado a la Iglesia la autoridad moral. La Iglesia nada tiene que decirnos, dice el mundo. De allí que la Sabiduría de Dios, que es vida, es rechazada, y se acepta la falsa sabiduría, que conduce al caos y la muerte.

4.- Pero NO. Aquí está Jesús y nos pregunta: ¿De qué hablaban? ¿Qué les preocupa? Y Él es quien nos enseña su Sabiduría, ya lo sabemos. Estamos en su casa, es decir, en intimidad con Él. Sólo en la intimidad con Él se aprende a pensar como Él. Los libros, las ciencias, pueden servir, ayudar, pero es la intimidad lo único que sirve de verdad.

Hoy hacemos comunión, es decir, estamos conectados con Jesús. Empezamos a estar conectados con Él cuando aceptamos su Palabra. Estamos conectados con Él al dejarlo entrar en nosotros por la fe en esta Santa Cena.

Al salir de aquí nos enfrentamos al mundo. Vamos a entrar en un clima adverso. ¡Abriguémonos! ¿Cómo? “El Señor es mi apoyo verdadero”, decimos con el salmo. O con el joven Salomón podemos decir: “Dame la Sabiduría que comparte tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos”. (Sabiduría 9,4).  Sólo así podremos salir adelante.

Hermano Pastor Salvo.