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EDD. jueves 20 de septiembre de 2018.

Jueves de la vigesimocuarta semana del tiempo ordinario.


Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
Memoria obligatoria 
Color: rojo

Los santos mártires de Corea: A comienzos del siglo XVII, gracias a algunos laicos, la fe cristiana se introdujo en Corea. Una comunidad nació, valiente y fervorosa, sin pastores, dirigida solamente por laicos, hasta 1836 en que los primeros misioneros venidos de Francia pudieron entrar a escondidas en el país. Esta comunidad sufrió la persecución en 1839, 1846 y 1866. Entre los ciento tres santos mártires, hay que destacar, en primer lugar, a Andrés Kim Taegón, sacerdote y valiente misionero, y a Pablo Chong Hasang, apóstol laico, como también a tres obispos y a siete sacerdotes de las Misiones Extranjeras de París. Los demás son laicos, hombres y mujeres, algunos casados, ancianos, jóvenes y niños que consagraron con su sangre los inicios fecundos de la Iglesia coreana.

Antífona de entrada

La sangre de los mártires fue derramada por Cristo en la tierra; por eso ellos alcanzaron la recompensa eterna.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que has querido multiplicar el número de tus hijos en el mundo entero, y has hecho que la sangre de los santos mártires Andrés y compañeros fuera fecunda semilla de vida cristiana; concédenos la fuerza de su ayuda y el estímulo de su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Esto es lo que predicamos, y esto es lo que ustedes han creído.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto..15, 1-11

Hermanos:

Les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles.  Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.

Les he trasmitido en primer lugar, lo que Yo mismo recibí: Cristo murió, por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos, hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.

Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.

SALMO RESPONSORIAL    117, 1-2. 16-1 7. 28

R/. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!

La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor.

Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Mt 11, 28

Aleluya.

“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Sus numerosos pecados le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    7, 36-50

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”

Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él.

“Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”.

Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco demuestra poco amor”.

Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”.

Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?” Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

 

Fuente  :  http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2018-09-20

REFLEXIÓN  :

CR

La lectura de san Pablo nos centra en lo más fundamental del mensaje evangélico: “que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras.” Ahí está lo más esencial de nuestra fe. Olvidarnos de eso, significa olvidarnos de casi todo. La vida y la muerte de Jesús son el testimonio más vivo y luminoso del amor de Dios para con nosotros que ha habido nunca. Y su resurrección es la confirmación de ese amor de Dios que quiere nuestra vida y nos abre a una esperanza que es más fuerte que la muerte. Hasta ahí todo claro.

Pero nos podemos hacer la pregunta por quién es ese Cristo de que habla Pablo. No es una figura celestial o angélica. No es un superhombre ni nada parecido. Es Jesús de Nazaret. Su vida se nos relata en los Evangelios. Fue un hombre normal, anduvo por nuestros caminos, se sentó a nuestra mesa, tuvo una forma concreta de actuar. En realidad, su forma de actuar, de hablar, fue el modo concreto como se nos reveló Dios. Dios es el que resucitó a Jesús de entre los muertos. Pero Dios es también el que se nos manifiesta cuando Jesús se relaciona con los fariseos, con los pecadores, cuando cura a los enfermos, cuando cuenta las parábolas y cuando entona las bienaventuranzas. Así es Dios. Lo vemos en los gestos y las palabras de Jesús.

El Evangelio de hoy es muy iluminador a este respecto. Jesús entra a comer en casa de un fariseo. Tiene una actitud abierta. No condena a nadie. En los Evangelios vemos a los fariseos como enemigos de Jesús. Pero no parece que Jesús esté cerrado a ellos. Le invitan a comer y va. Sin problema. Claro que eso no significa que actúe como ellos esperarían que actuase. Cuando la pecadora se acerca a él, Jesús no aparta sus pies. Deje que le toque y le haga impuro. Y de paso denuncia el rigor y la falta de corazón de los fariseos. Dios es Dios de misericordia, de perdón. Dios es amor y sólo el que ama mucho es capaz de perdonar mucho. Así es Jesús. Así es Dios.

Por eso no conviene olvidar que el Cristo resucitado de que habla Pablo es este mismo Jesús que en sus palabras y gestos manifiesta y revela a Dios.

Fuente  :  https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/comentario-homilia/hoy