EDD. jueves 13 de septiembre de 2018
Jueves de la vigesimotercera semana del tiempo ordinario
San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
Memoria obligatoria
Color: blanco
El patriarca de Constantinopla, Juan I (349-407), recibió el nombre de Crisóstomo (“Boca de oro”) por sus excepcionales dotes de orador. Formado en Siria en la ruda disciplina de los monjes, fue ante todo un intrépido defensor de los pobres frente al lujo insolente de los ricos. Por causa de esto, murió desterrado en la región del Cáucaso.
Antífona de entrada Cf. Dan 12, 3
Los sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, lucirán como las estrellas, por toda la eternidad.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, fortaleza de los que en ti esperan, que hiciste brillar al obispo san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su firmeza en las tribulaciones, concédenos que, instruidos por su enseñanza, seamos confortados por el ejemplo de su inquebrantable paciencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Hiriendo la conciencia del que es débil, ustedes pecan contra Cristo.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 8, 1. 4b-13
Hermanos:
Con respecto a la carne sacrificada a los ídolos, todos tenemos el conocimiento debido, ya lo sabemos, pero el conocimiento llena de orgullo, mientras que el amor edifica.
Sabemos bien que los ídolos no son nada en el mundo y que no hay más que un solo Dios. Es verdad que algunos son considerados dioses, sea en el cielo o en la tierra: de hecho, hay una cantidad de dioses y una cantidad de señores. Pero para nosotros, no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y a quien nosotros estamos destinados, y un solo Señor, Jesucristo, por quien todo existe y por quien nosotros existimos.
Sin embargo, no todos tienen este conocimiento. Algunos, habituados hasta hace poco a la idolatría, comen la carne sacrificada a los ídolos como si fuera sagrada, y su conciencia, que es débil, queda manchada. Ciertamente, no es un alimento lo que nos acerca a Dios: ni por dejar de comer somos menos, ni por comer somos más. Pero tengan cuidado que el uso de esta libertad no sea ocasión de caída para el débil.
Si alguien te ve a ti, que sabes cómo se debe obrar, sentado a la mesa en un templo pagano, ¿no se sentirá autorizado, a causa de la debilidad de su conciencia, a comer lo que ha sido sacrificado a los ídolos? Y así, tú, que tienes el debido conocimiento, haces perecer al débil, ¡ese hermano por el que murió Cristo!
Pecando de esa manera contra sus hermanos e hiriendo su conciencia, que es débil, ustedes pecan contra Cristo. Por lo tanto, si un alimento es ocasión de caída para mi hermano, nunca probaré carne, a fin de evitar su caída.
SALMO RESPONSORIAL 138, 1-3. 13-14b. 23-24
R. ¡Llévame por el camino eterno, Señor!
Señor, Tú me sondeas y me conoces Tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares.
Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras!
Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior; examíname y conoce lo que pienso; observa si estoy en un camino falso y llévame por el camino eterno.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO 1Jn 4, 12
Aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Aleluya.
EVANGELIO
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 27-36
Jesús dijo a sus discípulos:
Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿que mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Fuente : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2018-09-13
REFLEXIÓN :
En el evangelio de Lucas, la Regla de Oro dice: «¡Y todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos” y añade: “Pues en esto consisten la Ley y los Profetas» (Mt 7,12). Prácticamente todas las religiones del mundo tienen la misma Regla de oro con formulaciones diversas. Señal de que aquí se expresa una intuición o un deseo universal que nace del fondo del corazón humano.
Celebrar la visita de Dios. El Sermón de la Planicie o Sermón del Monte, desde su comienzo, lleva a los oyentes a optar, a una opción a favor de los pobres. En el Antiguo Testamento, varias veces, Dios colocó a la gente ante la misma opción de bendición o de maldición. La gente tenía la libertad de escoger. «Te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, por tanto, la vida, para que vivas tú y tu descendencia» (Dt 30,19). No es Dios quien condena, sino que la gente misma según la opción que hará entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Estos momentos de opción son los momentos de la visita de Dios a su gente (Gén 21,1; 50,24-25; Ex 3,16; 32,34; Jer 29,10; Sal 59,6; Sal 65,10; Sal 80,15, Sal 106,4). Lucas es el único evangelista que emplea esta imagen de la visita de Dios (Lc 1,68. 78; 7,16; 19,44; He 15,16). Para Lucas Jesús es la visita de Dios que coloca a la gente ante la posibilidad de escoger la bendición o la maldición: “¡Bienaventurados vosotros los pobres!» y «¡Ay de vosotros, los ricos!» Pero la gente no reconoce la visita de Dios (Lc 19,44).
Fuente : http://www.ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-lucas-627-38