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Homilía para la Eucaristía del domingo 12 de agosto de 2018.

Paz y Bien a todos.  Pastor.

DOMINGO XIX DURANTE EL AÑO.

1Reyes 19,1-8: el Profeta Elías hace un camino, huye del peligro. Pero luego se convierte esta huída en una auténtica peregrinación.  Va a la Montaña Santa (Horeb o Sinaí) a encontrarse con el Señor.

Efesios 4,30 -5,2: el cristiano debe llevar una vida nueva, debe imitar a Dios, que es Amor. Por eso, debe caminar en el amor.

Juan 6,41-51: reacción de los judíos, es decir, de los no creyentes: murmuran, al igual que los israelitas en el desierto que, por no creer murmuran. No ven en Jesús al que Dios ha enviado. Jesús declara: Yo soy el Pan de vida. Es preciso comerlo para tener vida.

 

1.- La Palabra sigue profundizando el tema: Dios alimenta a su Pueblo; ahora es a su Profeta. Tanto el Pueblo de Dios (domingo pasado) como el Profeta caminan por el desierto.

Si nos fijamos en la primera lectura, Elías huye, tiene miedo ya que lo quieren matar. Pero este caminar que es una huída se transforma en una peregrinación al experimentar el favor de Dios.

Todos vagan por este mundo, por este desierto, pero su vagar es más bien una huída, no se sienten realizados, sino frustrados. Huyen y se esconden. Pero al que experimenta a Dios este caminar se transforma en un Peregrinaje, tiene sentido, sabe a dónde va, va al encuentro del Señor, ansía al Señor, como el sediento ansía el agua.

Elías, después de haber sido socorrido-alimentado, marcha hacia el Monte de Dios. Va al encuentro de Aquel que es la Fuente de la salvación. Elías marcha hacia la Fuente de la fe de Israel. Allí fue donde el Señor se reveló a Moisés y allí fue donde el Señor selló una Alianza con su Pueblo.

2.- Ya sabemos que la vida del creyente es un Camino, un marchar hacia la Casa del Padre. Elías se tumbó deseó la muerte. Lo que le sucede a muchos cristianos que, por su poca fe, se detienen en su caminar, ya no quieren más guerra. Pero el Señor insta a su Profeta a caminar, por eso lo alimenta. Si la persona no se alimenta desfallece. El caminar del cristiano consiste, como nos dice san Pablo en su carta, en “imitar a Dios”, a ese Dios-que-es-Amor. Entonces el cristiano debe ‘caminar en el Amor’, teniendo una vida diferente. Porque somos Peregrinos nuestro caminar tiene un estilo propio: el del amor. ¿Por qué? Porque fuimos marcados con el Espíritu Santo, el Sello de Dios. El cristiano, por ser creyente, camina en fe, sabe descubrir en Jesús al Pan bajado del cielo, que alimenta al que cree en Él.

3.- Los judíos, es decir, los que rechazan a Jesús, lo ven todo con ojos carnales. Y al no descubrir en Jesús al que en verdad alimenta, se sienten frustrados. No tienen quién les sostenga en el caminar de esta vida. No saben gustar lo bueno que es el Señor. Por eso hoy hay muchos que pasan hambre, porque no han experimentado lo bueno que es el Señor. No saben caminar en el Amor. Me llama la atención lo que Jesús les dice a los judíos: “Está escrito…: todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a Mí”. Los judíos son incrédulos, muchos son incrédulos, porque no escuchan a Dios, no saben ser discípulos. Y el que no es discípulo no peregrina, vaga de tumbo en tumbo.

4.- Hoy el evangelio da un paso más. ¿En qué sentido? El domingo pasado Jesús decía: “El que viene a Mí jamás tendrá hambre; el que cree en Mí jamás tendrá sed”. Hoy nos dice: “El que coma de este Pan vivirá eternamente”. O sea, cuando Jesús es aceptado en la fe pasa a ser alimento. El no creyente es un inapetente de Cristo, ya que está muy lleno de sí mismo, como los judíos que, por no creer, rechazaron a Jesús. Sólo vieron en Él al hombre terreno, estaban impedidos de ver su dimensión divina.

La lección es clara para nosotros. ¿Hasta dónde alcanza nuestro interés por el Señor? ¿Hasta dónde, como persona de fe, caminamos en el Amor, en Dios, viviendo una vida nueva? ¿Cómo se puede vivir como cristiano sin tener este contacto con el Señor, si no nos alimentamos de Él?

Hno. Pastor Salvo Beas.