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EDD. lunes 06 de agosto de 2018

Lunes de la decimoctava semana del tiempo ordinario
La Transfiguración del Señor
Fiesta 
Color: blanco

Todos los años en el segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia medita el relato del Evangelio de la Transfiguración de Jesús: en ese tiempo sirve de preparación al triduo Pascual, porque fija nuestra mirada en la muerte y la resurrección del Señor, la luz de la Transfiguración anticipa, de alguna manera, el misterio pascual completo.

La fiesta de hoy retoma ese relato, pero desde la perspectiva pascual y con una proyección escatológica: Jesús es verdaderamente Dios, tal como lo comprendieron los tres testigos privilegiados de la Transfiguración: Pedro, Santiago y Juan.

Antífona de entrada            Cf. Mt 17, 5

En una nube luminosa se apareció el Espíritu Santo, se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección, escúchenlo.

Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en la transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas y prefiguraste admirablemente la perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos que, escuchando la voz de tu Hijo amado, merezcamos ser coherederos suyos. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Su vestidura era blanca como la nieve.

Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14

Daniel continuó el relato de sus visiones, diciendo:

Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó.

Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego brotaba y corría delante de Él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros.

Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; Él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta Él.

Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas.

Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.

SALMO RESPONSORIAL 96,1-2. 5-6. 9

R/El Señor reina, altísimo por encima de toda la tierra.

¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.

Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.

Porque Tú, Señor, eres el Altísimo: estás por encima de toda la tierra, mucho más alto que todos los dioses.

SEGUNDA LECTURA

Oímos esta voz que venía del cielo.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pedro 1, 16-19

Queridos hermanos:

No les hicimos conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza.

En efecto, Él recibió de Dios Padre el honor y la gloria, cuando la Gloria llena de majestad le dirigió esta palabra: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Nosotros oímos esta voz que venía del cielo, mientras estábamos con Él en la montaña santa.

Así hemos visto confirmada la palabra de los profetas, y ustedes hacen bien en prestar atención a ella, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y aparezca el lucero de la mañana en sus corazones.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO MT 17, 5C

Aleluya.

Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo. Aleluya.

EVANGELIO

Éste es mi Hijo muy querido.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 2-10

Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.

Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo.

De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.

Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría resucitar de entre los muertos.

Fuente  :  http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2018-08-06

 

 

COMENTARIO : 

“Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”.

Jesús sube a una montaña alta, el monte Tabor. Allí encima, Jesús aparece en la gloria ante Pedro, Santiago y Juan. Junto con Jesús aparecen Moisés y Elías.

“El Señor, que poco antes había preanunciado su muerte y resurrección (9, 22), ofrece a los discípulos un anticipo de su gloria. Y también en la Transfiguración, como en el bautismo, resuena la voz del Padre celestial: “Éste es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo” (9, 35).

La presencia de Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas de la antigua Alianza, es sumamente significativa: toda la historia de la Alianza está orientada hacia Él, hacia Cristo, quien realiza un nuevo “éxodo” (9, 31), no hacia la tierra prometida como en tiempos de Moisés, sino hacia el Cielo. ” (Último Ángelus del Papa Benedicto XVI – 26 febrero, 2013).

El evangelio muestra que la Cruz era el camino para la Gloria. No hay otro camino.

Elías y Moisés, las dos mayores autoridades del Antiguo Testamento, conversaban con Jesús. Moisés representa la Ley, Elías, la profecía.

Así queda claro que el Antiguo Testamento, tanto la Ley como los Profetas, enseñaban ya que para el Mesías, el camino de la gloria tenía que pasar por la cruz.

“Por tanto, Jesús escucha la Ley y los profetas que le hablan de su muerte y resurrección. En su diálogo íntimo con el Padre, no se sale de la historia, no huye de la misión para la que vino al mundo, a pesar de que sabe que para llegar a la gloria tendrá que pasar a través de la Cruz.

Es más, Cristo entra más profundamente en esta misión, adhiriendo con todo su ser a la voluntad del Padre, y nos demuestra que la verdadera oración consiste precisamente en unir nuestra voluntad con la de Dios.” (SS. BENEDICTO XVI – domingo, 4 marzo 2007)

A Pedro le gusta y quiere asegurarse ese momento agradable en la Montaña. Se ofrece para construir tres tiendas.

Comenta San Agustín: “[Pedro]… en el monte… tenía a Cristo como alimento del alma. ¿Por qué habría tenido que descender para regresar a las fatigas y a los dolores, mientras allá arriba estaba lleno de sentimientos de santo amor hacia Dios que le inspiraban, por tanto, una santa conducta?” (Discurso 78, 3).

La voz del cielo aclaró los hechos. Cuando Jesús es envuelto en la gloria, una voz del cielo dice: “Este es mi Hijo amado en quien me complazco; escuchadle”.

Los discípulos son introducidos poco a poco en toda la profundidad del misterio de Jesús, el Mesías glorioso, cuyo camino para la gloria pasa por la cruz. La gloria de la Transfiguración lo comprueba. Moisés y Elías lo confirman. El Padre lo garantiza. Jesús lo acepta.

Ante todo lo que estaba aconteciendo, los discípulos quedan con mucho miedo y caen rostro en tierra.

Jesús se aproxima, los toca y dice: “Levántense y no tengan miedo.”

Los discípulos levantan los ojos y ven sólo a Jesús y a nadie más. De aquí en adelante, Jesús es la única revelación de Dios para nosotros. Jesús, y solamente él, es la clave para poder entender la Escritura y la Vida.

La Transfiguración nos recuerda que las alegrías sembradas por Dios en la vida no son puntos de llegada, sino luces que él nos da en la peregrinación terrena, para que “Jesús solo” sea nuestra ley y su Palabra sea el criterio que guíe nuestra existencia.

Jesús pidió a los discípulos que no dijeran nada a nadie hasta que él hubiese resucitado de los muertos.

La Cruz de Jesús es la prueba de que la vida es más fuerte que la muerte. La comprensión total del seguimiento de Jesús no se obtiene sino caminando con él por el camino de la Cruz.

“Su resurrección ha derrotado para siempre el poder de las tinieblas del mal. Con Cristo resucitado triunfan la verdad y el amor sobre la mentira y el pecado.

En él la luz de Dios ilumina ya definitivamente la vida de los hombres y el camino de la historia. “Yo soy la luz del mundo -afirma en el Evangelio-; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12).” (SS. BENEDICTO XVI – Domingo 6 de agosto de 2006).

Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ella nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad activa, para que nuestra existencia quede transformada por la luz de su presencia.

Fuente  :   https://santavirgenmaria.com/2018/02/23/comentario-del-evangelio-san-marcos-92-10-catolico/