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EDD. miércoles 01 de agosto de 2018

Miércoles de la decimoséptima semana del tiempo ordinario.


San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia
Memoria obligatoria 
Color: blanco

Alfonso María nació en Nápoles (1696-1787). Se hizo sacerdote y ejerció el cargo episcopal para anunciar el amor de Cristo. Predicador incansable y confesor lleno de bondad, fundó la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas) para evangelizar a los pueblos del campo. Sus enseñanzas de moralista y sus escritos espirituales muestran su celo en la tarea pastoral.

Antífona de entrada            Cf. Eclo 15, 5

El Señor lo colmó del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y lo revistió de su gloria, para que anunciara su palabra en medio de la Iglesia.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que suscitas continuamente en tu Iglesia nuevos ejemplos de santidad, concédenos imitar de tal modo el celo por las almas que animó al obispo san Alfonso María, que podamos alcanzar con él la recompensa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

¿Por qué es incesante mi dolor?

Si tú vuelves, estarás de pie delante de mí.

Lectura del libro de Jeremías   15,10.16-21

¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por todo el país!

Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen.

Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos.

Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque Tú me habías llenado de indignación. ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes?

Por eso, así habla el Señor: “Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz.

Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque Yo estoy contigo para salvarte y librarte -oráculo del Señor-. Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos”.

SALMO RESPONSORIAL   58, 2-4. 10-11. 17-18

R/. ¡Tú eres mi refugio en el peligro, Señor!

Líbrame de mis enemigos, Dios mío, defiéndeme de los que se levantan contra mí; líbrame de los que hacen el mal y sálvame de los hombres sanguinarios.

Mira cómo me están acechando: los poderosos se conjuran contra mí; sin rebeldía ni pecado de mi parte, Señor.

Yo miro hacia ti, fuerza mía, porque Dios es mi baluarte; Él vendrá a mi encuentro con su gracia y me hará ver la derrota de mis enemigos.

Yo cantaré tu poder, y celebraré tu amor de madrugada, porque Tú has sido mi fortaleza y mi refugio en el peligro.

¡Yo te cantaré, fuerza mía, porque Tú eres mi baluarte, mi refugio en el peligro, Dios de misericordia!

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO      Jn 15, 15b

Aleluya.

“Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Vende todo lo que posee y compra el campo.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   13, 44-46

Jesús dijo a la multitud:

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

Fuente  :  http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2018-08-01

REFLEXIÓN :

El evangelio de hoy presenta dos breves parábolas con las que el Señor continúa a instruirnos más acerca de su Reino.

La parábola primera nos dice: “El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo”.

Esto significa que el tesoro, el Reino, ya está en el campo, ya está en la vida. Está escondido. Pasamos y pisamos por encima sin darnos cuenta.

La segunda parábola es semejante a la primera: “El Reino de los Cielos es semejante a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.”.

Tanto el que encuentra el tesoro sin buscarlo, como el que busca la perla y la encuentra, tienen el mérito de reconocer el valor de su hallazgo, y dar todo de sí para lograr el premio.

Verdaderamente sabio es quien sabe reconocer el gran valor del Reino de Dios y por él deja todo.

Sabiduría es el don de alzar la mirada de estas cosas terrenas y caducas, y contemplar la eterna Verdad, que es Dios, amándolo y deleitándonos en Él, sabiendo que Él es todo nuestro bien.

El tesoro escondido es el mismo Cristo, la perla preciosa es Jesús. Él es la salvación que nos llama a aprovechar la oportunidad, y nos avisa con insistencia para que no la dejemos pasar.

“Quien cree en mí, aunque muera, vivirá”, dice Jesús. Este es el gran premio por el que vale realmente la pena vender todo, hacer cualquier sacrificio que sea necesario para ganar la vida eterna junto a Él.

Tenemos que evitar el peligro de la ceguera espiritual, buscando encontrar siempre un espacio en nuestro día para Dios, para escucharle y hablarle. Que no sea que por falta de vida de oración, perdamos la oportunidad, y el tesoro pase frente a nuestras narices sin que lo notemos.

Con la ayuda de la gracia, reforzada por la oración, debemos rechazar las baratijas con las que el diablo nos quiere quitar la fe; los espejitos de colores que vienen del orgullo y de la presunción, de las modas y de los conformismos, y de ciertas tentaciones disfrazadas de cosas buenas.

“El joven rico del Evangelio, después de que Jesús le propuso que dejara todo y le siguiera, se marchó triste porque estaba demasiado apegado a sus bienes (cf. Mt 19, 22)…”

San Agustín, de joven buscó con gran dificultad, por largo tiempo, fuera de Dios, algo que saciara su sed de verdad y de felicidad…”

Pero al final de este camino de búsqueda comprendió que nuestro corazón no tiene paz hasta que encuentra a Dios, hasta que descansa en Él.” (cf. Las Confesiones 1, 1).”

“Quien sigue a Dios no tiene miedo ni siquiera de renunciar a sí mismo, a su propia idea, porque «quien a Dios tiene, nada le falta», como decía santa Teresa de Ávila…”(Extractos DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI – Sulmona -4 de julio de 2010).

¡No tengamos miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Abramos las puertas de nuestro corazón y nuestra voluntad de par en par a Cristo, y encontraremos la verdadera vida.

Pidamos a Dios, la gracia de saber dar nuestro sí incondicional a su Voluntad, como hizo nuestra madre la Santísima Virgen, a cuya intercesión nos confiamos. Ella es maestra de fe, en ese estar dispuestos a perder todo para ganar aún más.

Fuente :  https://santavirgenmaria.com/2017/08/01/reflexion-evangelio-san-mateo-1344-46/