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Homilía para la Eucaristía del domingo 15 de julio de 2018.

Un cordial saludo a todos los hermanos Laicos capuchinos de Viña y otros lugares. No olviden rezar por mí. Un abrazo. Pastor.

DOMINGO XV DEL AÑO.

Amós 7,12-15: frente a las injusticias sociales de la época en Israel surge Amós, quien anuncia la corrección de parte de Dios. Por eso es menospreciado, lo llaman “hijo de profeta”, como si le dijeran “ganapán”, un ocioso.

Efesios 1,3-14: es el inicio de la carta. Pablo bendice a Dios, esto es, lo alaba, porque Él nos ha colmado de bendiciones: elegidos, ser hijos, redimidos, se nos dio a conocer el secreto de Dios, llamados a formar parte del Pueblo de Dios, a participar de la salvación. Y todo esto gracias a Jesús.

Marcos 6,7-13: Jesús elige a doce y los hace “Apóstoles”, es decir, representantes personales suyos; por eso, con un estilo de vida nuevo, liberados de toda esclavitud y portadores de un Mensaje: el Reino de Dios que llega.

 

1.- Llama la atención el hecho que Jesús haya llamado a los Doce y los haya enviado con poder. Es san Mateo quien nos dice que Jesús los llamó “Apóstoles”, es decir, enviados con poder, así como Jesús es el Apóstol de Dios (Hebreos 3,1), enviado por el Padre con pleno poder (cfr. Juan 20,21; Mateo 28,17).

El Apóstol personifica al que lo envía; en este caso a Jesús. El Apóstol tiene el poder de Jesús: dominio sobre el mal, lo que significa que Dios comienza a reinar en el mundo. Es tal la importancia de un Apóstol que su enseñanza es norma para la doctrina y vida de la Iglesia. El Apóstol es el portavoz de Jesús. Y como Él debe anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios con la palabra, los hechos y la vida. Debe estar dispuesto a correr la suerte de Jesús: el rechazo, la persecución y la muerte.

2.- Es Dios, es Jesús, quien llama y envía a los que Él quiere. Dos cosas se podrían destacar:

Primero: el enviado debe encarnar el mensaje del Reino. Podría decirse que en el evangelio de hoy encontramos el Manual del misionero. Este debe ser un retrato del que lo envía, de Jesús. Anuncia el Reino ligero de equipaje, es decir, liberado de toda atadura que pudiera eclipsar el mensaje. En otras palabras, dispuesto a todo por el Reino. ¡Qué bien comprendió esto san Francisco de Asís, quien al escuchar este evangelio descubrió qué era lo que el Seño le pedía.

Segundo: como Jesús, anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios. El mismo Marcos en el capítulo 1,14-15 dice que Jesús anunciaba la Buena  Noticia del Reino invitando a aceptar el evangelio.

Buena Noticia. ¿Cuál Buena Noticia? ¿Te parece poco lo que Pablo nos dice hoy en su carta? Él bendice, alaba a Dios, porque en Cristo hemos sido colmados de bendiciones. ¿Cómo no va a ser Buena Noticia el decirle a todos que Dios nos elige y llama a participar de su misma vida, que somos sus hijos, redimidos por Él, herederos de la salvación?

3.- Sinceramente creo que el discurso de la Iglesia, de todos nosotros, debe cambiar, debe ser un discurso de buenas noticias.

La iglesia, y cada cristiano, debe ser un Profeta de buenas noticias, o sea, un Evangelizador. El mundo está lleno de malas noticias, de descartados, excluidos, descalificados y desacreditados. Todo esto es propio del mundo. Pero el mensaje del Reino va por otro camino.

Como Jesús, hemos de proponer la Buena Nueva, hemos de invitar-exhortar a la conversión, la cual consiste en creer en el Señor, aceptarlo en nuestra vida, ya que la primera conversión es por la fe, amoldando nuestra existencia al evangelio de Jesús.

Proclamar el mensaje, pero también realizarlo: liberando, salvando concretamente al hombre de hoy.

4.- El salmo responsorial es una buena proclamación de buenas noticias, es cuestión de repasarlo y aplicarlo. “Voy a proclamar lo que dice el Señor”. Ya sabemos lo que dice y quiere el Señor; Él nos quiere colmar de bendiciones.

Por eso hacemos Eucaristía, bendecimos al Señor con júbilo eterno.

Por eso, al salir de aquí, llevemos este mensaje de salvación. Proclamemos de palabra y con nuestras vidas que Dios es bueno, que el Señor nos dará sus bienes.

No importa que nos menosprecien como a Amós, como a tantos servidores del Señor. Si el Señor está con nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros? Nadie.

Por eso, hermanos, proclamemos y celebremos nuestra fe.

Hermano Pastor.