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EDD. sábado 07 de julio de 2018

Sábado de la decimotercera semana del tiempo ordinario

Libro de Amós 9,11-15. 
Así habla el Señor:
Aquel día, yo levantaré la choza derruida de David, repararé sus brechas, restauraré sus ruinas, y la reconstruiré como en los tiempos pasados,
para que ellos tomen posesión del resto de Edóm y de todas las naciones que han sido llamadas con mi Nombre -oráculo del Señor, que cumplirá todo esto-.
Llegan los días -oráculo del Señor- en que el labrador seguirá de cerca al que siega, y el que vendimia al que siembra. Las montañas harán correr el vino nuevo y destilarán todas las colinas.
Yo cambiaré la suerte de mi pueblo Israel; ellos reconstruirán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñedos y beberán su vino, cultivarán huertas y comerán sus frutos.
Los plantaré en su propio suelo, y nunca más serán arrancados del suelo que yo les di, dice el Señor, tu Dios.

Salmo 85(84),9.11-12.13-14. 
Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
la paz para su pueblo y sus amigos,
y para los que se convierten de corazón.

El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.

Evangelio según San Mateo 9,14-17. 
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?».
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!».

 

Comentario del Evangelio por San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia. Sermón 210. 

“Entonces ayunarán”

“Vendrán días en que el Esposo les será quitado; entonces ayunarán”. Puesto que el Esposo nos ha sido quitado, ha llegado para nosotros el tiempo de la tristeza y del llanto. Este Esposo “es el más bello de los hijos de los hombres; en sus labios se ha derramado la gracia” (sal 44,3) y, sin embargo, en manos de sus verdugos ha perdido todo esplendor, toda belleza, y ha sido arrancado de la tierra de los vivos (Is 53, 2.8) Ahora bien, nuestro lamento es justo si ardemos en deseo de verle. Dichosos los que, antes de su Pasión, han podido gozar de su presencia, preguntarle lo que querían y escucharlo como era debido… En cuanto a nosotros, ahora vemos cumplido lo que dijo: “Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre y no podréis” (Lc 17,22)…

¿Quién no dirá con el rey profeta: “Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: ¿Dónde está tu Dios?”(Sal 41,4). Sin duda que creemos en él, sentado ya a la derecha del Padre, pero mientras seguimos en este cuerpo, viajamos lejos de él (2C 5,6), y no podemos mostrarlo a los que dudan de su existencia, e incluso a los que lo niegan diciendo: “¿Dónde está tu Dios?”…

“Dentro de poco tiempo, decía el Señor a sus discípulos, y ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver” (Jn 16,19). Ahora estamos en la hora de la cual él ha dicho: “Vosotros estaréis tristes, pero el mundo se alegrará… Pero, añade, os volveré a ver y se alegrará vuestro corazón, y nadie podrá quitaros este gozo” (v.20). La esperanza que, con ello, nos da aquel que es fiel en sus promesas, no nos deja, ya desde ahora, sin un cierto gozo –hasta que llegue el gozo sobreabundante del día en que seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es (1Jn 3,2)… “Una mujer cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque su hora ha llegado. Pero en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre” (Jn16,21)… Este gozo nadie nos lo podrá quitar, y nos veremos colmados de él cuando pasemos de la actual concepción de la fe a la luz eterna. Ayunemos, pues, ahora, y oremos, porque todavía estamos en el día del alumbramiento.

 

Fuente  :  https://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20180705