EDD. lunes 01 de enero de 2018
Fuente : http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20171226
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
Libro de los Números 6,22-27.
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán:
Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.
Salmo 67(66),2-3.5.6.8.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.
Carta de San Pablo a los Gálatas 4,4-7.
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley,
para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.
Evangelio según San Lucas 2,16-21.
Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.
Comentario del Evangelio por San Amadeo de Lausanne (1108-1159), monje cisterciense, obispo. Homilía mariana 4; SC 72, pag. 129ss.
“María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2,19)
Al coger en sus brazos por primera vez a su hijito, el Emanuel, María descubrió en él una luz incomparablemente más bella que el mismo sol. Experimentó un fuego que ninguna agua podría jamás apagar. Recibió, velado por este pequeño cuerpo recién nacido de sus entrañas, la deslumbrante luz que ilumina a toda criatura. María mereció llevar en sus brazos al Verbo de Dios en quien subsiste todo (cf Hb 1,3). ¡Cómo no quedaría inundada por la sabiduría de Dios como por aguas desbordantes del mar (Is 11,9) y extasiada, transportada a las alturas en una admirable contemplación! ¡Cómo no se maravillaría de ver que iba a ser madre, ella que era virgen, y, llena de alegría, saber que era Madre de Dios! María comprende que en ella se cumplen las promesas hechas a los patriarcas y los oráculos de los profetas, les deseos de sus padres que la esperaban de todo corazón.
Ella ve que el Hijo de Dios le es confiado. Se alegra de ver que se le encomienda la salvación del mundo. Oye que el Señor, su Dios le dice en lo profundo de su corazón: “Te he elegido entre todas las mujeres, te he bendecido entre todas las criaturas (cf Lc 1,42). Te he confiado a mi Hijo, mi Único. No tengas miedo de amamantar a aquel que has engendrado ni de educar al que has puesto en el mundo. Tienes que saber que no es solamente tu Dios, sino tu hijo. Es mi Hijo y tu hijo, mi Hijo por la divinidad y tu hijo por la humanidad que él ha asumido.” ¡Con qué afecto y con qué atención, con qué humildad y respeto, con qué amor y dedicación respondió María a esta llamada. Los hombres no pueden saberlo, pero Dios lo sabe, él que escruta los corazones (cf Sal 7,10)… Dichosa aquella a quien se le ha confiado educar a aquel que protege y alimenta todo, de llevar a aquel que sostiene todo el universo.