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Ángelus: Hablar con dulzura, para preparar la venida de Cristo dulce y humilde de corazón

Fuente :  https://es.zenit.org/articles/angelus-hablar-con-dulzura-para-preparar-la-venida-de-cristo-dulce-y-humilde-de-corazon/
“El Salvador es capaz de transformar nuestra vida por la fuerza del amor”
10 diciembre 2017Anita BourdinAngelus y Regina Caeli, Papa Francisco

Ángelus 10/12/2017 Captura pantalla CTV
(ZENIT – 10 dic. 2017).- “El Salvador que estamos esperando es capaz de transformar nuestras vidas, con la fuerza del Espíritu Santo, por la fuerza del amor”, dice el Papa Francisco, que invita a la dulzura y a la humildad, en la preparación para la Navidad.
El Papa ha comentado las lecturas de la misa del día, antes del Ángelus del mediodía, en la Plaza San Pedro, este domingo 10 de diciembre de 2017, segundo domingo de Adviento.
“El Espíritu Santo difunde el amor de Dios en los corazones, fuente inagotable de purificación, de vida nueva y de libertad”, añadió el Papa.
“Ha invitado a quitar los obstáculos” a la venida de Cristo: a la falta de oración, orando más intensamente, a la falta de caridad, estando más atentos a las necesidades – materiales y espirituales – de los más necesitados, a la falta de humildad, ejerciendo la dulzura, especialmente en la manera de hablar, para “preparar la venida del Salvador que es dulce y humilde de corazón”.
Esta es la traducción de las palabras pronunciadas, en italiano, antes de la oración del Ángelus
Alocución del Papa Francisco antes del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El domingo pasado, comenzamos el Adviento con la invitación de vigilar. Hoy segundo domingo de este tiempo de preparación para la Navidad, la liturgia nos indica contenidos específicos, es un tiempo para reconocer los caminos que colmen nuestras vidas, suavizar las asperezas del orgullo y hacer espacio a Jesús que viene. El profeta Isaías se dirige al pueblo anunciando el fin del exilio en Babilonia y el retorno a Jerusalén. Profetiza: “Una voz grita: `en el desierto, preparad el camino al Señor`[…]. Que todo valle sea elevado”(40,3). Los valles elevados representan todos los vacíos de nuestro comportamiento delante de Dios, todos nuestros pecados de omisión.
Un vacío de nuestra vida puede ser el hecho de que no oremos o de que oremos poco. Entonces el adviento es el momento favorable para orar más intensamente, para reservar a la vida espiritual el lugar importante que le corresponde.
Otro vacío podría ser la falta de caridad hacía el prójimo, sobre todo hacia las personas que más necesidad tienen de ayuda, no solamente material, sino también espiritual. Estamos llamados a estar más atentos a las necesidades de los otros, de los más cercanos.
Como Juan Bautista, de esta manera podemos abrir caminos de esperanza en el desierto de los corazones áridos de tantas personas.
“Que todo monte y cerro sea rebajado” (v.4), exhorta Isaías. Las montañas y las colinas que deben de estar rebajadas son el orgullo, la soberbia, la dominación, allá donde hay orgullo, dominación y soberbia, el Señor no puede entrar porque este corazón está lleno de orgullo, de dominación, de soberbia, debemos abajar este orgullo.
Debemos asumir actitudes de dulzura y de humildad, sin grandezas: escuchar hablar con dulzura, y así preparar la venida del Salvador que es dulce y humilde de corazón (Mt. 11-29).
Y después se nos pide eliminar todos los obstáculos que ponemos en nuestra unión con el Señor “Vuélvase lo escabroso llano y las cimas en amplios valles!, entonces se revelará la Gloria del Señor, dice Isaías, y todos los hombres juntos la verán. (Is 40, 4-5). Pero estas acciones deben estar hechas con alegría, porque se enfocan a la preparación de llegada de Jesús. Cuando nosotros esperamos en casa la visita de una persona querida, nosotros preparamos todo con mucho cuidado y felicidad. De la misma manera queremos prepararnos para la venida del Señor: esperarlo cada día con solicitud, para ser llenos de su gracia cuando venga.
El Salvador que estamos esperando es capaz de transformar nuestra vida por la fuerza del Espíritu Santo, por la fuerza del amor. El Espíritu Santo difunde el amor de Dios en los corazones, una fuente inagotable de purificación, vida nueva y libertad.
La Virgen María ha vivido esta realidad en plenitud dejándose “guiar” en el Espíritu Santo que la ha inundado de su poder. Que ella, que ha preparado la venida de Cristo por la totalidad de su existencia, nos ayude a seguir su ejemplo y que guie nuestros pasos al encuentro del Señor que viene.
Angelus Domini nuntiavit Mariae…
© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo