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EDD. martes 21 de noviembre de 2017.

Fuente :  http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2017-11-21
 
Martes de la trigesimotercera semana del tiempo ordinario.
La Presentación de la Santísima Virgen María
Memoria obligatoria
Color: blanco
Más allá de unos antiguos escritos que relatan la Presentación de la Virgen María en el Templo, las Iglesias de Oriente y de Occidente hacen memoria este día de la ofrenda que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida conciente. Todos los cristianos pueden descubrir en María “llena de gracia” el modelo de la vida consagrada.
 
ANTÍFONA DE ENTRADA
Te saludamos, santa Madre de Dios, porque diste al mundo al Rey que gobierna para siempre el cielo y la tierra.
 
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Padre, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que cuantos la veneramos en esta gloriosa conmemoración, merezcamos también participar de la plenitud de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Alégrate, hija de Sión, porque Yo vengo
Lectura de la profecía de Zacarías 2, 14-17
Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque Yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-.
Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para Él y habitarán en medio de ti. ¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos!
El Señor tendrá a Judá como herencia, como su parte en la Tierra santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén.
¡Que callen todos los hombres delante del Señor, porque Él surge de su santa Morada!
 
SALMO RESPONSORIAL           Lc 1, 46-55
R/. El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.
Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas; ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.
 
EVANGELIO
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 11, 28
Aleluya.
Felices los que escuchan la palabra de Dios y la practicn. Aleluya.
 
EVANGELIO
Señalando con la mano a sus discípulos, dijo: éstos son mi madre y mis hermanos.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 46-50
Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”.
Jesús respondió. “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
 
Comentario de San Jerónimo.
Fuente :  http://www.deiverbum.org/feature/comentarios-biblicos/
46. De aquí, esto es, de decir el Evangelio los hermanos del Señor, deduce Helvidio su error. ¿Cómo, dice él, se llaman en el Evangelio hermanos del Señor los que no eran hermanos suyos? Pero es necesario tener presente que el nombre de hermanos se toma bajo cuatro sentidos en las Sagradas Escrituras: hay hermanos de naturaleza, de nación, de parentesco y de cariño. Por naturaleza, como Esaú y Jacob (Gén 25); por nacionalidad, así todos los judíos se llaman entre sí hermanos, como en el Deuteronomio (Dt 17,15); “No podrás constituir como rey sobre ti un hombre extranjero que no es tu hermano”. Además, se llaman hermanos los que son de una misma familia, como en el Génesis: “Y dijo Abraham a Lot: no haya disputa entre tú y yo, porque somos hermanos” (Gén 13,8). Los hermanos de cariño lo son, o de una manera general, o de una manera individual. Así se llaman de una manera más especial hermanos todos los cristianos, como dice el Salvador: “Ve y di a mis hermanos” (Jn 20,17), y de una manera general, porque todos los hombres reconocen un solo padre y están unidos entre sí por un parentesco común y esto es lo que se lee en Isaías: “Decid a los que os aborrecieron: Vosotros sois nuestros hermanos” (Is 66,9). Pregunto yo ahora: ¿de qué manera son hermanos del Señor los que así llama el Evangelio? ¿Por naturaleza? Pero la Escritura no lo dice ni los llama hijos de María ni de José. ¿Por la nacionalidad? Pero esto es un absurdo, porque sería llamar hermanos a unos cuantos judíos, y no a los demás; siendo así que todos los judíos que estaban allí presentes tenían derecho a la misma denominación. ¿Es según el sentimiento humano o sobrenatural? Pero en este sentido ¿quién mejor que los Apóstoles, a quienes daba el Señor instrucciones íntimas, merecía llamarse hermano? O si todos (porque son hombres) son hermanos, fue una cosa necia anunciar como cosa propia a los que lo esperaban fuera diciendo: “Mira, tus hermanos te buscan”. Resulta, pues, que la palabra hermano debe tomarse no en el sentido de la naturaleza, ni en el de la nacionalidad, ni en el de afecto, sino en el de parentesco.
Las palabras “hermanos del Señor” hacen suponer a algunos, siguiendo las locuras de algunos apócrifos, y fingiendo la existencia de una mujerzuela llamada Esca, que José había tenido otros hijos de una esposa anterior. Pero nosotros comprendemos bajo la palabra hermano, no los hijos de José, sino a los consobrinos del Salvador, a los hijos de la tía materna del Señor, la cual es llamada en el Evangelio madre de Santiago el menor, de José y de Judas, a quienes en otro lugar del Evangelio (Mc 6; Gál 1), se les llama hermanos del Señor. Toda la Escritura nos da testimonio de que el nombre de hermanos se extiende hasta los con sobrinos.
46. Digámoslo de otra manera, el Salvador habla a las turbas, y en sentido más íntimo, enseña a las naciones: su Madre y sus parientes, esto es, la sinagoga y el pueblo de los judíos, están a la parte de afuera.
Después de haber rogado, de haber buscado y de haber mandado un mensajero, recibieron la respuesta: tenéis libre albedrío; si queréis podéis entrar y creer.
47. Se me figura que el anunciante no habla por casualidad ni con sinceridad, sino para tenderle algún lazo, sin duda para ver si prefería a la obra espiritual la carne y la sangre. Por eso el Señor, sin negar a su Madre y a sus parientes, sino para contestar al que le avisaba, rehusó el salir.
48-50. No negó El, pues, como pretenden Marción y Maniqueo, a su Madre, de quien nació, para no dar lugar a que se creyese que era hijo de un fantasma, sino que quiso destacar el vínculo con los discípulos sobre el vínculo de parentesco, para enseñarnos a preferir el vínculo del espíritu al de los parientes.