Homilía para la Eucaristía de Solemnidad de San Francisco de Asís.
SOLEMNIDAD DE SAN FRANCISCO.
Eclesiástico 50,1.3-7: el autor elogia al sumo sacerdote Simón, que en sus días consolidó el santuario, que estaba arruinado por las invasiones foráneas.
Gálatas 6,14-18: final de la carta. La verdadera gloria del cristiano está en la cruz de Cristo, por la que el creyente llega a ser una nueva creatura.
Mateo 11,25-30: Jesús alaba al Padre, porque reveló a los pequeños, a los simples, los misterios del Reino de Dios.
1.- La liturgia nos propone estos textos en esta fiesta de san Francisco. Textos que tienen que ver con la vivencia de la fe del hermano Francisco, elegido por el Señor. Sabemos por su vida cómo él fue elegido para reparar la Iglesia de Cristo, que estaba en ruinas. Y de hecho, con su vida y su palabra, con su obra y seguidores contribuyó a la reparación de esta Iglesia de Cristo, que siempre necesita ser reparada. Si bien el Señor prometió que el mal nunca la vencería, sin embargo el material que construye a la Iglesia es frágil, somos nosotros mismos.
El tiempo contribuye al deterioro de las construcciones, las lluvias y sismos; hay que estar siempre reparando. “Francisco, repara mi Iglesia”, vuelve a decir hoy el Señor. ¿A quién se lo dice? A nosotros, que formamos la Iglesia del Señor.
2.- Hace casi una semana celebraba la liturgia a san Miguel arcángel, patrono de nuestra parroquia. Pasó sin pena ni gloria. Hoy lo unimos al santo de Asís. ¡Feliz coincidencia! En varios escritos de san Francisco aparece san Miguel arcángel, a quien el santo invoca como protector.
“Miguel” significa: “¡Quién como Dios”! Hoy día podría decirse: “Dios es lo máximo, el único absoluto en la vida”.
Cuando a Dios se le pretende sacar de la sociedad, cuando la soberbia del hombre pretende suplantar a Dios, ahí está el grito: ¡Quién como Dios! Francisco gritaba y gritaría hoy: “El Amor no es amado”. No hay nadie más grande e importante que Dios.
3.- Esta corriente que puede tener varios nombres: laicismo, ateísmo, secularismo, agnosticismo, etc., viene siendo como un sismo de altos grados que ha producido en la Casa del Señor, su Iglesia, su Pueblo, grietas y daños estructurales. Nuevamente nos dice el Señor: “Repara mi Iglesia, que se agrieta, amenaza ruina”. Repara mi Iglesia, ya que muchos prefieren un cristianismo “light”, barato, que no entusiasma a nadie.
He aquí, hermanos, a dos personajes que nos vienen a motivar: Miguel y Francisco. Ambos proclaman el absoluto de Dios, ambos nos dicen que sólo Dios es grande y necesario. Y Francisco con su estilo de vida lo dice todo.
4.- ¿Cómo podemos nosotros reparar a la Iglesia? A la manera de Francisco, volver a la radicalidad del evangelio, tomar en serio lo que Jesús nos dejó: una forma de vida que acepta la soberanía de Dios.
Francisco quiso vivir esto, lo que le llevó a realizar ciertas rupturas, romper con el mundo y cristianismo aburguesado de su tiempo. Su gloria fue Cristo. Hoy otro Francisco, que pronto nos visitará, intenta hacer lo mismo.
También nosotros podemos y debemos realizar algunas rupturas: romper con la idolatría del dinero, que sea el ser humano el centro de la economía, no el dinero; romper con el ídolo del poder, que no sea para beneficio de algunos, sino para el servicio de todos; romper con el hedonismo, que no sea el placer un fin en sí mismo que lleva a destruir a la persona humana. Y optar, como Francisco, por el respeto a todo: al medio ambiente, al ser humano: el inmigrante, al de otra raza, de cualquier condición social y sexual.
Seamos verdaderos discípulos hoy, así como lo fue Francisco.
Celebremos al Señor, hermanos, porque ha dado a conocer todo esto a los sencillos.
Hermano Pastor Salvo Beas.