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Homilía para la eucaristía del domingo 01 de octubre de 2017.

Hermanos, a todos hago una cordial invitación: celebremos este miércoles 4 a nuestro padre san Francisco. La misa será a las 19’30 horas. Los esperamos.
 

                                                                  DOMINGO XXVI.
Ezequiel 18,24-28: se desarrolla la teología de la responsabilidad personal ante Dios: la actitud del individuo ante el bien y el mal, cada uno debe situarse responsablemente ante Dios.
Mateo 21, 28-32: parábola que resalta la fe de unos y la incredulidad de otros. La fe de los pecadores y la incredulidad de los israelitas. El que acata o no acata la Voluntad de Dios.

1.- Hoy la Palabra toca un tema clave, vital para la vivencia de la fe. En otras palabras, lo que muchos se plantean: ¿qué hacer para agradar a Dios? En este sentido, Mateo arroja muchas luces al respecto.
Como humanos buscamos la seguridad de la salvación. Y creemos asegurarnos con normas religiosas, prácticas y sistemas religiosos que en sí no son ni buenos ni malos; yo los catalogo de peligrosos. ¿Por qué?
La Biblia insiste mucho en que tenemos que ser justos, obrar con justicia. Ser justo se identifica con hacer la Voluntad del Padre revelada en la Palabra de Jesús. El con sus enseñanzas nos dice qué es lo que agrada al Padre.
A la luz de la parábola nos preguntamos: ¿quién hace la Voluntad del Padre? Y Jesús responde: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios”. He aquí lo esencial: hacer la Voluntad del Padre, que significa creer en el anuncio del camino de la justicia, camino que Jesús muestra con su enseñanza y ejemplo. El vino a cumplir la Voluntad del Padre, lo que equivale a decir: vino a cumplir con toda justicia.

2.- En la parábola Jesús menciona a Juan Bautista, “que vino por el camino de la justicia”, es decir, vivió haciendo lo que es justo a los ojos de Dios, realizando el Plan de salvación querido por Dios. Es que en la disputa que Jesús tiene con los dirigentes judíos se llega a un nivel alto. Contrasta la fe de unos y la incredulidad de otros. Contrasta la fe de los considerados pecadores, porque, al fin y al cabo, cumplieron con la Voluntad de Dios. Con la incredulidad de los dirigentes religiosos, que no acataron la Voluntad de Dios.
Un hijo, el primero, representa a Israel, que dijo “Sí” al aceptar  la Ley, pero no hizo la Voluntad de Dios. El segundo hijo representa a los pecadores, que dicen “No” al Plan de Dios, pero se arrepienten y siguen el camino de Dios.

3.- Vivir la fe, que es sinónimo a Vida espiritual, es vivir agradando a Dios. El que agrada a Dios es feliz, tiene vida eterna. Pero el agradar a Dios pasa por cumplir con su Voluntad. “Y no todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino, sino el que cumple la Voluntad del Padre que está en el cielo”. No nos engañemos.  Una persona puede ser muy religiosa, pero no agradar a Dios. Y no le grada porque no cumple con su Voluntad. Una sociedad, un grupo, puede ser muy religioso, pero puede estar viviendo de espaldas a Dios. Y es feo darle la espalda a Dios.
Muchas veces se ha dicho que la perfección no consiste en cosas, sino en vivir en sintonía de voluntades, la de Dios y la del hombre. Vivir en comunión con Dios,

4.- Jesús nos llama a ser justos, es decir, siendo constructores de una sociedad nueva. Como el Bautista que vivió el “camino de la justicia”. Una sociedad nueva, contrapuesta a todos los proyectos humanos.
Tal vez nosotros muchas veces hemos vivido dándole la espalda a Dios y somos responsables de nuestros pecados. Pero con el salmista podemos decir: “Guíame por el camino de tu fidelidad”
En la Eucaristía nos encontramos con el Señor y retomamos su camino, que es un camino de vida. Nuestra petición hoy sea: “mantén mi corazón entero en el honor de tu nombre”, que no sea vacilante, que va de un lado a otro sin saber cómo agradar al Señor.
Hermano Pastor Salvo Beas.