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EDD. jueves 14 de septiembre de 2017.

Fuente : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2017-09-14
 
Jueves de la vigesimotercera semana del tiempo ordinario
De la Santísima Eucaristía
Propuesta celebrativa
Color: blanco
 
Antífona de entrada Cf. Sal 77, 23-25
El Señor abrió los cielos: y envió el maná sobre su pueblo; les dio como alimento un trigo celestial. Todos comieron un pan de ángeles.
 
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has realizado la redención humana por el misterio pascual de tu Hijo unigénito, concédenos, en tu bondad, que cuantos anunciamos con fe la muerte y resurrección de Cristo bajo los signos sacramentales, podamos experimentar, cada vez más, los efectos de tu salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en Nombre del Señor Jesús, dando gracias por Él a Dios Padre.
 
Salmo responsorial  150, 1-6
R/. ¡Que todos los vivientes alaben al Señor!
Alaben a Dios en su Santuario, alábenlo en su poderoso firmamento; alábenlo por sus grandes proezas, alábenlo por su inmensa grandeza.
Alábenlo con toques de trompeta, alábenlo con el arpa y la cítara; alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con laúdes y flautas.
Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes. ¡Que todos los seres vivientes alaben al Señor!
 
EVANGELIO
Aclamación al Evangelio  1 Jn 4, 12
Aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Aleluya.
EVANGELIO
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 27-36
Jesús dijo a sus discípulos:
Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman.
Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Reflexión :
Fuente : http://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-lucas-627-38
• El evangelio de hoy nos presenta la segunda parte del “Sermón de la Planicie”. En la primera parte (Lc 6,20-26), Jesús se dirigía a los discípulos (Lc 6,20). En la segunda parte (Lc 6,27-49), se dirige a “los que me escucháis”, esto es, aquella multitud inmensa de pobres y de enfermos, llegada de todos los lados (Lc 6,17-19).
• Lucas 6,27-30: ¡Amar a los enemigos! Las palabras que Jesús dirige a este pueblo son exigentes y difíciles: amar a los enemigos, no maldecir, ofrecer la otra mejilla a quien te hiera en una, no reclamar cuando alguien toma lo que es tuyo. Tomadas al pie de la letra, estas frases parecen favorecer a los ricos que roban. Pero ni siquiera Jesús las observó al pie de la letra. Cuando el soldado le hirió en la mejilla, no ofreció la otra, sino que reaccionó con firmeza: “Si hablé mal, ¡pruébalo! Y si no ¿por qué me golpeas?” (Jn 18,22-23). Entonces, ¿cómo entender estas palabras? Los versículos siguientes nos ayudan a entender lo que Jesús quiere enseñarnos.
• Lucas 6,31-36: ¡La Regla de Oro! Imitar a Dios. Dos frases de Jesús ayudan a entender lo que él quiere enseñar. La primera frase es la así llamada Regla de Oro: » ¡Y tratad a los hombres como queréis que ellos os traten!” (Lc 6,31). La segunda frase es: «¡Sed compasivo como vuestro Padre celestial es compasivo!» (Lc 6,36). Estas dos frases muestran que Jesús no quiere invertir sencillamente la situación, pues nada cambiaría. Quiere cambiar el sistema. Lo Nuevo que el quiere construir nace de la nueva experiencia de Dios como Padre lleno de ternura que ¡acoge a todos! Las palabras de amenaza contra los ricos no pueden ser ocasión para que los pobres se venguen. Jesús manda tener una actitud contraria: “¡Amar a vuestros enemigos!» El amor no puede depender de lo que recibimos del otro. El verdadero amor tiene que querer también el bien del otro, independientemente de que él o ella hagan por mí. El amor tiene que ser creativo, pues así es el amor de Dios para nosotros: «¡Sed compasivos como el Padre celestial es compasivo!». Mateo dice lo mismo con otras palabras: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Nunca nadie podrá llegar a decir: Hoy he sido perfecto como el Padre celestial es perfecto. He sido compasivo como el Padre celestial es compasivo”. Estaremos siempre por debajo del listón que Jesús puso ante nosotros.
En el evangelio de Lucas, la Regla de Oro dice: «¡Y todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos” y añade: “Pues en esto consisten la Ley y los Profetas» (Mt 7,12). Prácticamente todas las religiones del mundo tienen la misma Regla de oro con formulaciones diversas. Señal de que aquí se expresa una intuición o un deseo universal que nace del fondo del corazón humano.
• Lucas 6,37-38: Porque con la medida con que midáis se os medirá. “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá”. Son cuatro consejos: dos de forma negativa: no juzgar, no condenar; y dos de forma positiva: perdonar y dar con medida abundante. Cuando dice “y se os dará”, Jesús alude al tratamiento que Dios quiere tener con nosotros. Pero cuando nuestra manera de tratar a los otros es mezquina, Dios no puede usar la medida abundante y rebosante que a El le gustaría usar.
Celebrar la visita de Dios. El Sermón de la Planicie o Sermón del Monte, desde su comienzo, lleva a los oyentes a optar, a una opción a favor de los pobres. En el Antiguo Testamento, varias veces, Dios colocó a la gente ante la misma opción de bendición o de maldición. La gente tenía la libertad de escoger. «Te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, por tanto, la vida, para que vivas tú y tu descendencia» (Dt 30,19). No es Dios quien condena, sino que la gente misma según la opción que hará entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Estos momentos de opción son los momentos de la visita de Dios a su gente (Gén 21,1; 50,24-25; Ex 3,16; 32,34; Jer 29,10; Sal 59,6; Sal 65,10; Sal 80,15, Sal 106,4). Lucas es el único evangelista que emplea esta imagen de la visita de Dios (Lc 1,68. 78; 7,16; 19,44; He 15,16). Para Lucas Jesús es la visita de Dios que coloca a la gente ante la posibilidad de escoger la bendición o la maldición: “¡Bienaventurados vosotros los pobres!» y «¡Ay de vosotros, los ricos!» Pero la gente no reconoce la visita de Dios (Lc 19,44).