Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 10 de septiembre de 2017.

Hermanos, no olviden que estamos en el Mes de la Biblia. ¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios en tu vida espiritual?

DOMINGO XXIII.

 

Ezequiel 33,7-9: Un nuevo concepto de profeta: ser centinela de un pueblo sin ciudad, sin muralla. Su misión: hacer ver, mostrar, denunciar, avisar. Si no lo hace no está cumpliendo con su deber. Debe ser centinela de Dios ante el pueblo.

Mateo 18, 15-20: doctrina del perdón en la comunidad; en concreto, la corrección fraterna. Sin vivencia comunitaria no puede haber corrección fraterna. Somos responsables los unos de los otros.

1.- Hoy se nos da una lección respecto a la conducta que hay que tener frente al otro, especialmente cuando yerra, cuando comete una falta. Y la razón es muy simple: cada uno de nosotros es responsable del hermano. Es un deber de caridad el corregir al que yerra y dar consejo al que ha de menester.

En la primera lectura se nos dice que hay que tener una función de centinela. Así como un centinela está vigilante para que el enemigo no ataque por sorpresa, del mismo modo el profeta, y cada hermano,  ha de vigilar y proteger al hermano de la comunidad. Pero se trata de una vigilancia sana, que se ha de traducir por preocupación. No se trata de ser uno de la Gestapo para el hermano.

2.- Corregir al que yerra. Pero no se puede hablar de corrección fraterna si no hay vivencia de la comunidad. Porque sin comunidad no hay caridad y sin caridad la corrección se convierte en reto, reprimenda, “pará de carro”, etc. Y eso duele. A nadie le gusta esto. Al decir del Papa Francisco, hay que poner anestesia. Una intervención quirúrgica sin anestesia es dolorosa, insoportable. La anestesia de ala corrección fraterna es la caridad. Qué importante es tener presente esto que nos enseña el Señor: corregir con amor y respeto al otro; el otro es persona y también merece respeto, aunque esté cometiendo un error. Y esto muchas veces se nos olvida.

3.- En la cultura imperante esto no es aceptado, ya que nos domina una cultura individualista, nadie se mete en la vida de nadie (aparentemente). Digo aparentemente, por los medios de comunicación social indagan la vida de todos, pero para condenar, no para corregir, y menos aun con caridad.

En una sociedad tan contaminada como la nuestra es preciso saber ejercer la corrección fraterna.

La Iglesia, como centinela en el atalaya de una fortaleza, debe cumplir con su misión de hacer ver el peligro, denunciar el mal con firmeza y amor y mostrar el camino a seguir. Si no denuncia, si no anuncia, no estaría cumpliendo con su deber.

El mundo no quiere escuchar, por eso silencia, acalla, desautoriza y descalifica. Pero hay que anunciar, hay que hacer ver.

Lo mismo en el plano de la comunidad, sea esta la comunidad familiar o la comunidad de fe. El hermano reclama el favor de la corrección.

4.- La eucaristía es encuentro fraterno de la comunidad. Sin embargo son muchos los que se restan de la comunidad. Hoy día existe un escaso sentido de pertenencia; creo que esto también es producto de la cultura imperante.

Hoy el Señor es quien nos convoca y recuerda nuestro deber. La eucaristía hace a la comunidad; entonces la eucaristía favorece la corrección fraterna. Porque hacemos eucaristía queremos superar nuestro individualismo y desinterés por el otro.

Celebremos, pues, este encuentro en el Señor y construyamos la comunidad de creyentes.

                                                    Hermano Pastor Salvo Beas.