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EDD. viernes 11 de agosto de 2017.

Fuente :  http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2017-08-11
Viernes de la decimoctava semana del tiempo ordinario
Santa Clara, virgen
Memoria obligatoria
Color: blanco
Clara tenía dieciocho años cuando confió a Francisco de Asís su deseo de consagrar su vida a Dios. Él la instaló en una pequeña casa cerca de la iglesia San Damián, a las puertas de Asís. Su hermana Inés y algunas otras jóvenes se unieron a ella para vivir en la pobreza total. Fueron las primeras franciscanas, más tarde llamadas “clarisas”.
 
Antífona de entrada
Esta virgen sabia y prudente salió al encuentro de Cristo con la lámpara encendida.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en tu misericordia inspiraste a santa Clara el amor a la pobreza; otórganos, por su intercesión, que siguiendo a Cristo con pobreza de espíritu podamos llegar a contemplarte en el Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 8-14
Hermanos:
Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él, no con mi propia justicia –la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a Él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a Él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia delante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
 
Salmo responsorial 15, 1-2a. 5. 7-8. 11
R/. ¡Tú eres mi herencia, Señor!
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Señor, Tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte!
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.
 
EVANGELIO
Aclamación al Evangelio Mt 5, 3
Aleluya.
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.
 
EVANGELIO
Ustedes que me han seguido, recibirán cien veces más.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 27-29
Pedro dijo a Jesús:
“Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”
Jesús les respondió: “Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna”.
Reflexión del Papa Francisco
Quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de su reino. Dice Jesús: «El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mt 19,29). La raíz profunda de todo esto es el amor…
[…] La vocación es siempre una acción de Dios que nos hace salir de nuestra situación inicial, nos libra de toda forma de esclavitud, nos saca de la rutina y la indiferencia y nos proyecta hacia la alegría de la comunión con Dios y con los hermanos. Responder a la llamada de Dios, por tanto, es dejar que Él nos haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y de nuestra felicidad.
Esta dinámica del éxodo no se refiere sólo a la llamada personal, sino a la acción misionera y evangelizadora de toda la Iglesia.
[…] La Iglesia que evangeliza sale al encuentro del hombre, anuncia la palabra liberadora del Evangelio, sana con la gracia de Dios las heridas del alma y del cuerpo, socorre a los pobres y necesitados.
[…] La vocación cristiana, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario, esencialmente se configura como comunión misionera.
[…] El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella nuestra vida. Qué hermoso es dejarse sorprender por la llamada de Dios, acoger su Palabra, encauzar los pasos de vuestra vida tras las huellas de Jesús, en la adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los otros. Vuestra vida será más rica y más alegre cada día. (Cf Papa Francisco, Mensaje del Papa por la Jornada mundial por las vocaciones, 14 de abril de 2015)
 
Diálogo con Jesús
Señor mío, cada día me despierto pensando en que lo que yo más deseo en esta vida es estar contigo, verme envuelto bajo la sombra protectora de tu amor. Sé que fuera de Ti no hay nada, sólo oscuridad y pecado y la astucia del demonio que intenta sacarme del camino que me conduce a Ti. Ayúdame a desear en profundidad la felicidad que sólo Tú puedes darme, y a buscar con todas mis fuerzas y con todo mi corazón, los bienes de la vida eterna. Sé que estoy lleno de debilidades y las tentaciones siempre me asechan. A veces hago el mal que no debo. Por eso, hoy, pido tu gracia para saber discernir lo que más me conviene. Pido tu gracia para saber que a veces la prueba y el dolor, me hacen madurar y crecer en mi amor hacia Ti. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí, para ir poco a poco conquistando un pedacito de terreno allá en el Cielo, pues es bien sabido por todos los cristianos que al final de nuestros días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza, sino, todo el esfuerzo y amor que puse por ganar almas para Ti. Amén