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Homilía para la Eucaristía del domingo 09 de julio de 2017

Paz y Bien para todos ustedes. Hno. Pastor.

DOMINGO XIV.

 

Zacarías 9,9-10: Exultación mesiánica por la venida del rey anunciado. Viene manso y humilde, adoptando un aspecto sencillo: montando un asno. Su misión es de paz.

Mateo 11,25-30: Jesús hace suya la profecía de Zacarías. Para Jesús es indispensable la sencillez y la mansedumbre para recibir la revelación, el Reino.

1.- En el texto de hoy Jesús revela las preferencias del Padre: los pobres, los mansos, los sencillos. Estos son aptos para ser recibidos en  el Reino de los cielos, recibir el don de la fe.

Nosotros los humanos nos dejamos guiar siempre por una mentalidad cuantitativa: valoramos el tener: valor, cosas, belleza, etc. Y lo más importante no va por ahí, sino por una mentalidad cualitativa. Y esta es la línea que se refleja a lo largo de toda la Escritura. Esta mentalidad contrasta con la del pueblo de Israel, que esperaba un Mesías glorioso, con todo el aparataje de los reyes de la época. En  este sentido, Dios decepciona a todos.

2.- Dos nos muestra una mentalidad distinta. No es como los dioses paganos, que son una proyección de las debilidades de los humanos.

Ya el salmo responsorial nos describe a Dios como misericordioso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia, compasivo con todos. Estas calidades del Dios de la Biblia también las proclama el evangelio y las encontramos maravillosamente sintetizadas en las Bienaventuranzas. Dios es distinto a nosotros y nos quiere a nosotros distintos. A propósito, para mí “distinto” es sinónimo de Santo. Dios nos quiere distintos, es decir, nos quiere santos.

3.- La realidad del mundo contrasta con el mensaje del Salvador. Ya que en todas partes se proclama la violencia, se impone el que grita más fuerte. En nuestras calles nos estamos topando a cada rato con gente poco o nada pacífica. Muchos están estresados, contestan de mala manera; no se dialoga, sino se discute.

En el concierto de las naciones sucede lo mismo: amenazas de guerras, exhibición de un poderío bélico. Da la impresión que tuvieran ganas de hacer uso de lo que han fabricado o adquirido. Lejos estamos de vivir el clima propio del Reino de Dios, un clima de justicia, de amor y de paz.

Nuestra cultura necesita ser evangelizada, saneada. Como dijo cierto autor: hay que implantar la cultura del corazón en todas partes: en las universidades, en los estadios, en los hospitales, en el congreso, en las micros, en las calles, en los hogares. Habría que implantar la cultura del respeto.

4.- Jesús alaba al Padre por haberse manifestado a los pequeños y sencillos. Es que el Padre se ha revelado por medio de su Hijo a aquellos que en la sociedad no cuentan, no valen, los que no han tenido la oportunidad de mejor educación.

Pero no sólo alaba al Padre, sino también hace una invitación a todos los que están cansados física, psíquica y espiritualmente. A los que están “chatos”, a todos, El nos ofrece descanso, alivio.

¿Estás tenso? Acércate a Jesús. ¿Estás que revientas? Acércate a Jesús. ¿Estás hostigado? Acércate a Jesús. El es capaz de blindarnos para que podamos vivir en paz en medio de tanta hostilidad.

Hoy pedimos que El se haga presente en cada uno de nosotros, en nuestros hogares y ambientes de trabajo. De Él aprendamos a ser mansos, no chúcaros; humildes de corazón, no altaneros.

La eucaristía es esto: comunión con este Señor-Maestro-Servidor de todos.

                                                                 Hermano Pastor Salvo Beas.