Homilía para la Eucaristía del domingo 07 de mayo de 2017.
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Hermanos, rueguen para que el Señor nos dé buenos pastores religiosos, buenos pastores políticos que no se aprovechen del rebaño (= pueblo).
PASCUA IV.
Hechos 2,14.36-41: doble significado de la Resurrección: para Jesús significa que El es Señor y Mesías. Para nosotros: creer en El y bautizarse. Esto acarrea salvación.
1Pedro 2,20-25: no es de extrañar el que el cristiano sufra; es señal y garantía de salvación. Así nos asemejamos a Cristo, quien nos rescató para que seamos de su rebaño.
Juan 10,1-10: inicio del discurso del Buen Pastor. En el texto de hoy no aparece la palabra Pastor. Más bien El es llamado “Puerta”, único acceso al rebaño de Dios.
1.- En el capítulo 10 de san Juan encontramos un discurso eclesiológico. El antiguo Pueblo de Dios tenía como jefe y pastor a Dios mismo. Y El es quien se queja por medio de los profetas de los malos pastores que abusan de su pueblo.
Los cristianos al aceptar a Jesús resucitado hemos vuelto al Pastor de nuestras vidas. Y por el bautismo, que es la celebración de esta fe, hemos sido incorporados al Pueblo de Dios, la Iglesia, el rebaño de Dios. Por eso somos: el Rebaño del Señor, el Pueblo de Dios. Dios es el dueño de este rebaño y El ha constituido a Jesús como Puerta, acceso al Rebaño. Un verdadero pastor es tal cuando accede por la única puerta, que es Cristo.
2.- Dios no reconoce a aquellos “pastores” que no acceden al rebaño por la única puerta, que es Cristo. Sin Cristo, sin vivir a Cristo no se reconoce al que se constituye en pastor. Ni Dios, ni el pueblo reconocen a los falsos pastores, a los que vienen a robar y asaltar a las ovejas.
El Pueblo de Dios, que es lo más importante de la Iglesia, sabe darse cuenta de la legitimidad y autenticidad de un pastor.
Un elemento importantísimo en esto es el “sentir con la Iglesia”. Dice el texto del evangelio: “las ovejas lo siguen porque conocen su voz”. Conocer la voz = estar en comunión. El que no reconoce la voz da a entender que no siente con los pastores, no está en comunión con ellos. Pero también habría que agregar que un pastor debe saber distinguir la voz de su rebaño y estar en comunión con él.
3.- He aquí un elemento que no se suele tener en cuenta: el vivir en comunión. No olvidemos que la Iglesia, Pueblo – Rebaño de Dios, es un Misterio de comunión. Comunión que se expresa en la escucha recíproca. A veces la Jerarquía se queja que el Pueblo de Dios no los escucha. De igual modo, el Pueblo de Dios no se siente escuchado por la Jerarquía. Si no hay esta escucha recíproca no existe verdadera comunión, no hay vivencia de Pueblo de Dios.
Dios es el Dueño de la mies y del rebaño; El ha constituido a algunos a ser pastores. Al primero que constituyó, y le da consistencia a los demás, es Jesús, quien es la puerta para ingresar al Rebaño de Dios. En la Iglesia, el daño más grande no es el pensar distinto, sino el romper la comunión. Y es lo que a veces pretende el mundo con la mentira y la calumnia.
4.- Jesús nos congrega, nos reúne. El está presente y viene a darnos vida, vida en plenitud. Quien está en comunión con El tiene vida. Es el momento de pedirle a Dios que regale a su Pueblo buenos pastores que, a la manera de Cristo, vayan delante de su Pueblo señalando a ruta; que como Cristo sean capaces de dar la vida por los demás y no aprovecharse de los demás.
Que haya buenos pastores tanto en la comunidad religiosa como en la civil. Sólo El puede darnos buenos pastores.
Hermano Pastor Salvo Beas.