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Homilía para la Eucaristía del domingo 02 de abril de 2017

Dispongámonos para celebrar con fe y ganas esta Semana Santa que ya se aproxima.

DOMINGO QUINTO DE CUARESMA.

 Fuente : https://www.laicoscapuchinos.cl/laicos/index.php/2017/03/31/homilia-para-la-eucaristia-del-domingo-02-de-abril-de-2017/

Ezequiel 37,12-14: frente a una visión de muerte, que produce el desaliento, se promete la presencia del Espíritu del Señor, que todo lo vivifica. De este modo el profeta anuncia la salida de Israel del sepulcro babilónico, para establecerse en la Tierra Prometida, tierra de la  vida: volverán a existir como seres vivos.

Romanos 8,8-11: el cristiano, por aceptar a Cristo, posee el Espíritu, principio de vida nueva, plena; desde ya vive una vida nueva con Cristo.

Juan 11,1-45: es la séptima señal del evangelio de Juan, la gran señal: la Vida. Jesús es resurrección y vida para todo el que cree en El.

1.- Hoy la Palabra nos presenta en san Juan el ícono de la vida, pero no de cualquier vida, sino de la vida que trae Jesús. Llama la atención la queja de Marta y también de María: “Señor, si hubieres estado aquí, mi hermano no hubiera muerto”. He aquí un mensaje: la ausencia de Jesús es muerte, su presencia trae vida. Para muchos cristianos Jesús es una mera teoría o un personaje del pasado. Se ha racionalizado tanto la fe que el cristianismo, para muchos, ya no es vida, sino una religión inerte. Hace falta una vida cristiana donde no esté ausente Jesús, ya que si El no está no hay vida; viene el desencanto, la inercia, se adelantan las muertes, se agota la vida y la alegría. Si El no está presente en nuestras vidas aparece el primer síntoma de muerte: la acedia: desgano interior, flojera espiritual, se desarrolla la “psicología de la tumba”, ya no hay nada que hacer. Los cristianos, el cristianismo, pasan a ser una pieza de museo.

2.- “Hace cuatro días  que está muerto”. Es decir, ya no hay nada que hacer Pero Jesús tiene el poder de dar la vida. A todos nos grita: “Sal fuera”. Sal de tu sepulcro, de tus situaciones de muerte. Jesús realiza lo que el profeta Ezequiel promete al Pueblo de Dios: “Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, Pueblo mío, a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi Pueblo, sabrán que Yo soy el Señor”.  Jesús es capaz de revitalizar al cristiano, a la iglesia, momificada, reseca y sin vida. Un cadáver no revive por más respiradores que se le pongan; sólo el Espíritu del Señor es el que comunica vida en plenitud.

3.- Tu hermano resucitará”. Marta, como los judíos de su época, y como muchos hoy en día, cree  en la resurrección del último día. Es cómodo tirar todo para el último día. No. Con Jesús ha llegado la etapa final de la Historia de la Salvación. Jesús le dice a Marta: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”  El que acepta a Jesús por la fe está ingiriendo vida plena, vida eterna. No hay que esperar al último día.

San Pablo nos lo afirma hoy en su carta: “Si Cristo vive en ustedes…el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes”. Por la Fe se ha incubado en nosotros una vida nueva, la de Cristo, que se va gestando en cada uno de nosotros hasta que nazca para la eternidad. Cuidemos de que no se aborte esta vida nueva que Jesús nos regala. Por eso, como nos lo dice el Apóstol, no vivamos según la carne, sino según el Espíritu.

4.- “Desátenlo para que pueda caminar”. Jesús nos libera de nuestras cegueras, de nuestras ataduras. Sólo así podremos caminar, es decir, vivir la Fe. No olvidemos que la Fe es un andar por los caminos del Señor. De muchas maneras el Señor nos dice lo mismo: no quedarse a la  vera del camino, soltar las amarras y salir de nuestros sepulcros.

El mensaje de hoy es un anticipo de lo que celebraremos la próxima semana: la Vida, la Resurrección, la de Cristo y la nuestra por el bautismo.

Al ingerir el Pan de vida estamos ayudando a la gestación de esta vida nueva que El nos trae y nos regala.  Ya lo dijo el Señor: “Quien come mi carne tiene vida eterna.

                                      Hermano Pastor Salvo Beas.